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A veces me preguntan como hago esta receta o que le pongo a tal o cual plato. En esta subsección iré colgando las recetas y elaboraciones con las que voy experimentando y, oye, alguna que otra se puede comer ;)

Cocer y cantar: Helado de vainilla, cookies, dos chocolates y almendra

Andaba yo pensando (rarísimo en mí) que este verano todavía no le había dado «trabajo» a la fantástica y baratísima heladera del Aldi que me regaló mi mujer el año pasado, por lo que ni corto ni perezoso me puse manos a la obra y pensando pensando que podía hacer, recordé que uno de los helados que mas éxito tienen siempre en mi «Summer Top Icream» es el clásico de de vainilla con cookies y trocitos de choco. Dejándome llevar pues por la emoción de reto y estando asesorado para la misión por los maravillosos consejos y pasos a seguir que pude obtener del blog gastronómico El Monstruo de las Galletas (que en cookies pues es claramente un referente) me lancé a la misión, si bien y como a mí me gusta, decidí saltarme un poco las reglas y hacer el helado «a mi manera» o de la forma que yo entendía que debía de hacerse.

Comenzamos: Por un lado haremos la pasta de las galletas y por otro lado el helado. Para la masa de galletas he elegido una muy sencilla, unas galletas de mantequilla y ya está y para el helado como he comentado, utilizaré mi heladera para hacerlo ya que siempre quedará mejor. Si no tenéis, pues según vaya congelándose el helado en la nevera sacar e ir moviendo hasta que se haya congelado por completo para evitar en todo lo posible las cristalizaciones.

Ingredientes para las galletas y tropezones:

  • 150 g de mantequilla
  • 200 g de harina de fuerza
  • 100 g de azúcar glas
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 80 g de pepitas de chocolate negro con almendras
  • 50 g de pepitas de chocolate blanco

Ingredientes para la masa y los "tropezones"

Al final yo me decanté por unos «cuadraditos» de almendra cubiertos de chocolate negro Valor que seguro que aportaban un contraste interesante de «amargor» al helado y además, me complementaban el mismo con las almendras. La masa de galletas es muy fácil de hacer pero hay que tener un poquito de paciencia. Tendremos la mantequilla un ratito a temperatura ambiente y la trabajaremos con una mano mezclando el resto de ingredientes hasta que quede algo parecido a esto:

Masa de galletas que así crudita esta ¡buenísima!

Después cogemos porciones y hacemos canutillos como los que hacíamos de pequeños con la plastilina ( y que otros de mayores hacen líandose unos…. en fin, dejémoslo estar jeje) . Los envolveremos en plástico film y los dejamos un buen rato en la nevera para que se endurezca la masa, en la parte mas fría de la misma a poder ser. Una vez duritos, los troceamos en pequeños trocitos y los reservamos en frío de nuevo.

Canutillos de pasta de galleta que debemos de cortar en pequeños trocitos

Continuaremos con el helado. El que hice tiene como base una crema inglesa. De las diferentes formas que existen creo que esta es una de las menos complicadas para hacerlo y menos perdida de color (que proporcionan las yemas) tendrá, y en este caso tratándose de vainilla nos interesa que tenga un color cuanto mas intenso mejor.

Ingredientes para el helado de vainilla:

  • 250 ml de leche entera (importante porque yo utilicé Desnatada que era la única que tenía y los helados necesitan de cuanta más materia grasa mejor)
  • 150 g de azúcar invertido (jejeje ya estáis pensando en la broma que os conozco pájar@s)
  • 250 ml de nata (35% m.g recomendable, aquí también me volví a quedar corto porque la que tenía solo era 18%)
  • 6 yemas de huevo (si son pequeñas, o 4 si son grandes)
  • 3 cucharadas soperas de esencia de vainilla (o una vaina si tenéis, que sería lo perfecto)
  • Además, luego se el añaden los trocitos de masa de galletas y las pepitas de los chocolates.

Ingredientes para el helado

A ver, tema azúcar invertido: Si no tenéis azúcar de este tipo o no os apetece prepararlo, utilizáis la misma cantidad del normal, no pasa nada, pero es que el azúcar invertido es muy utilizado en la heladería por su poder anticongelante, es decir, evita la recristalización, como la glucosa o la dextrosa, proporcionando al helado una textura maleable, suave y cremosa. Pero, ¿qué es el azúcar invertido?, es el líquido o jarabe resultante del proceso de inversión del azúcar mediante la acción ácida o enzimática, o sea, con una solución de agua, azúcar y ácido cítrico se separan los dos componentes del azúcar, la fructosa y la glucosa. El azúcar invertido se puede comprar hecho, pero también podemos hacerlo en casa como yo hice, para ello necesitaremos:

Ingredientes para hacer azúcar invertido:

  • 400 g  de azúcar
  • 150 ml de agua
  • 7 g de zumo de limón (medio limón pequeñito exprimido)
  • 4 g de bicarbonato sódico (el de toda la vida)

Resultado tras la elaboración del azúcar invertido, queda un jarabe.

Para hacer el azúcar invertido debemos mezclar el zumo de limón con el agua y luego incorporarlo al azúcar, mezclamos y llevamos al fuego. Cuando empiece a hervir retiramos del fuego y dejamos enfriar un ratito, entonces añadimos el bicarbonato sódico, que hace que se equilibre el pH y mezclamos bien. El jarabe resultante se pondrá blanquecino, pero su color definitivo es ambarino pálido cuando se enfríe. Como digo, no es imprescindible hacer este paso, pero viene muy bien para que los helados no se queden con textura «de cristal» y si te sobra jarabe, pues no pasa nada, a la nevera y a por la próxima receta. Por cierto, el poder endulzante de este sirope es superior al de el azúcar normal, tened esto en cuenta.

Empecé mezclando la leche con el azúcar invertido y llevé a fuego, removiendo constantemente para que el azúcar se mezclara perfectamente. Por otro lado, preparé  las yemas y las mezclé con la nata, a la que previamente le había incorporado la esencia de vainilla. La mezcla de yemas+natas fue incorporada a la leche+azúcar y volvió al fuego sin parar de remover, despacio, pero sin parar. En un ratito empieza a espesar un poco y lo retiro de la placa de inducción, para ponerlo a enfriar. Podemos enfriar rápidamente metiendo el bol en otro con hielo o bien lo dejamos en la nevera removiendo poco a poco, aunque a la nevera, las cosas templadas o calientes, cuantas menos mejor. Al final, la textura y aspecto de la crema inglesa que buscamos es algo parecido a esto:

Crema inglesa de vainilla que servirá de base para el helado

Y llegó el momento de mezclar todo este maremágnum de ingredientes y hacer el helado  propiamente dicho. Montada la heladera fui incorporando los distintos componentes, empezando por la crema de vainilla. Normalmente tarda unos 10 o 15 minutos en hacerse el helado, por lo que cuando ví que la cosa empezaba a espesar le añadí en primer lugar la masa de galletas cortada en trocitos y todas las pepitas de chocolate.

Heladera empezando a cumplir con su cometido

Heladera empezando a cumplir con su cometido

Topping de chocolates para incorporar al helado

Pues nada, cuando vemos que la mezcolanza ha llegado a buen puerto y que la consistencia del helado empieza a tener ese aspecto denso deseable, hemos terminado de hacer nuestro helado y debería tener un aspecto así mas o menos:

Textura del heladito ¡rico rico!

Tarrina lista para consumir o meter en el congelador

Bueno, y hasta aquí llego la experiencia del heladito, solo restó sacarlo de la heladera y ponerlo en un recipiente hermético y al congelador (si es que sois capaces de aguantaros). Os puedo comentar que está bastante bueno y como siempre y con ánimo de mejora, comentaros varios aspectos que he detectado importantes:

  1. La leche debe ser entera (y no semi o desnatada)
  2. La nata cuanta mas materia grasa tenga, mejor (de 35% hacia arriba)

¿Porqué digo esto? Pues porque este helado necesita de todos los elementos grasos que le podamos aportar, ya que eso va a conseguir multiplicar exponencialmente su cremosidad, y en el paladar eso es de agradecer ya que incorporando el azúcar invertido ya conseguimos que no tenga una textura cristalina y lo de la materia grasa sería como ponerle la guinda al pastel. En fin, fácil, divertido y si tenéis crios seguro que se lo pasan de cine haciendo este tipo de experimentos en la cocina con vosotros. Yo, al ser un niño grande (y gordo) ya lo llevo todo de serie 🙂

Cocer y cantar: Tarta de zanahoria

Dª Teresa Galiana I «La grande» es todo un referente culinario en Callosa d’en Sarrià donde regenta la magnífica Fonda Galiana con una maestría soberbia, aunando tradición e incorporando innovación sobre un producto de mercado que siempre posee una elevada calidad. Recientemente tuve la oportunidad de comer allí ya que mis cuñados celebraron el bautizo de mi sobrino Iker (con K, como su tito) con una estupenda comida que finalizó con varios tipos de postre, y entre ellos, una petición que yo le había hecho y de la que guardaba una grato recuerdo: La tarta de zanahoria. Estaba realmente fabulosa, muy buena y sabrosa, sin embargo, la recordaba con un sabor mas pronunciado a mantequilla y hablándolo con Teresa, me comentó que me la había hecho por que soy un cansino (bueno, esto realmente nunca lo dijo 😛 ) pero que fue un poco al tuntún porque hacía mucho que no la hacía y no recordaba con exactitud los ingredientes.

Total, que por aquello de los retos, me propuse hacer yo esta tarta, porque si bien las zanahorias no me emocionan, lo mejor que tiene sin duda esta preparación es que el resultado final….. ¡¡no sabe para nada a zanahoria!! Pero si que tiene un color y vistosidad fenomenal. Además, me propuse hacerla «a la gornú», es decir,  «como buenamente entendiera que debía de hacerse», basándome en la receta mas clásica pero pasando de los protocolos establecidos y saltándomelos a la brava. Bueno, pues vamos a meternos en «harina» (nunca mejor dicho) y voy a contaros como fue el proceso empezando por los elementos que la componen.

Ingredientes:

3 zanahorias grandes

1 yogur Danone Griego y azucarado

3/4 de vaso de aceite de oliva

100 g de mantequilla al punto de pomada

1 vaso de azúcar

3 vasos de Harina de trigo

1 sobre levadura Royal

5 huevos frescos (o 4 si son grandes)

Los ingredientes para la masa del bizcocho

Lo primero que me gustaría deciros es que no debéis de obsesionaros con las cantidades y es mejor muchas veces ir probando a criterio personal  que ceñirse exactamente a lo que te dicen. Por poneros un ejemplo, la primera vez que hice el Coulant de Bras fui fiel a las cantidades que me daba la receta: Un desastre. La segunda vez ídem: Pues eso, desastre y medio. Al final, respetando el criterio de los ingredientes me decidí a hacerlo como creí que mas o menos podría salir y el resultado fue genial, así que como comento, no os obsesionéis si no sale como vosotros pensabais que debía de haber salido, terminará saliendo, palabrita 🙂

Para empezar lo que hice fue lavar pelar y picar muy finas las zanahorias con la picadora Ufesa (si eres pobre y lamentable como yo). Hubiera utilizado una Thermomix, pero al ser una persona sin glamour y estilo nulo me he tenido que conformar, es lo que hay.  El resultado fue una especie de pure-pasta que puse en un recipiente y al mismo le añadí el resto de los ingredientes: El yogur griego, el aceite de oliva, la mantequilla en pomada,  la levadura, los huevos, el azúcar y la harina mezclandolo todo muy muy bien procurando que el resultado fuera una masa típica de bizcocho tirando a líquida- semiespesa que dejé reposar en la nevera una par de horitas mas o menos en la parte menos fría de la misma (suele ser la zona baja, la cercana al cajón de la verdura) y tapada con una lámina film para que no coja ningún tipo de sabor externo.

Zanahorias tras pasar por la «superpicadora»

Textura tras mezclar todos los ingredientes

Pasado ese tiempo, saqué la masa de la nevera para atemperarla y un ratito antes, precalenté el horno para ir adelantando faena, la puse en un molde redondo untado con un poquito de mantequilla para facilitar el desmoldado, y la introduje en el horno, a media altura, a 180º en, importante, posición AIRE + INFERIOR durante  60/70 minutos (pero esto será a vuestro criterio) Comentaros 3 cositas importantes: La primera, que me da mucha rabia, es que cuando a veces leo por ahí recetas, cuando hablan del tema del horno, siempre el dato es algo como «al horno a 200º unos 20 minutos». Esto personalmente a mi me fastidia mucho porque los hornos tienen bastantes posiciones que nunca se especifican y varían MUCHÍSIMO el resultado final. El mío es un horno Bosh con carro extraible de unos 5 años que tiene por ejemplo: Calor Superior, Calor superior e inferior, doble calor superior y simple inferior, aire, aire + grill, etc… así que con este panorama es de agradecer que se sea un poquito mas preciso en este detalle, no cuesta nada porque puedes pasar de una cocción correcta a un socarrat histórico en un pisplas. La segunda es que debemos desmoldar el bizcocho cuanto antes (luego veréis porqué) pero ¡cuidado! esperad a que se enfríe lo suficiente para no romper su forma y sobre todo, no quemaros y tercera: Id tanteando el bizcocho con el típico truco de introducirle un palito para ver si sale mojado y eso os da una pista de en que grado de cocción nos encontramos. En mi casa utilizamos una brocheta de pincho moruno que tenemos reservada para ese menester y a la que cariñosamente llamo «pinchitester» (ya lo sé, me falta un hervor o dos).

Incorporamos la masa al molde y ¡para el horno se ha dicho!…

…y este es el resultado final tras el horno ¡Huele que alimenta!

Para el relleno y cobertura:

1 tarrina de crema de queso San Millán (200 g aprox). Vale cualquier otro, pero para mi, en cremas de queso esta es la mejor conseguida y sabrosa.

30 g de azúcar avainillado pulverizado (glass).

30 g de azúcar glass.

1 vasito de chupito de nata de montar o de cocina al 22-24% MG.

1 vasito pequeño de leche evaporada Ideal.

2 vasitos de chupito que contengan 1/3 de zumo de naranja y el restante de limón.

4/5 gotas de aroma de vainilla (Dr. Oetker o similar y si no se encuentra, un poquito de ralladura de naranja).

Ingredientes para la cobertura y el relleno

Una vez tenemos hecho el bizcocho y mientras este se enfriaba, me puse manos a la obra con el relleno y cobertura. Hice una mezcla con el queso, con el azúcar normal y la avainillada, uno de los chupitos de zumo de naranja-limón, la leche evaporada y unas gotitas de aroma de vainilla hasta que se quedó una textura muy cremosa tirando a líquida.

Textura tras la mezcolanza de ingredientes

Una vez el bizcocho se atemperó y con el relleno preparado, partí por la mitad el bizcocho y con un pincel y el resto de zumo, «emborraché» las dos caras internas para ayudar al contraste de sabores y de texturas.

Dividimos el bizcocho en 2 mitades…¡menudo colorido!

Con la ayuda de un pincel, mojamos las 2 caras del bizcocho con el zumo

Una vez «borrachos todos los lados» y el cocinero también (Heinekens mediante jeje) pasé a extender el relleno a base de crema, procurando dejar mas cantidad en el centro ya que cuando unes las 2 partes, por puro peso, esta se reparte mientras reposa de nuevo en la nevera, cosas de la Gravedad Newtoniana.

Rellenado la parte central de la tarta con el preparado de crema

Unimos las dos capas de bizcocho una vez rellenado el interior

Después de rellenar el interior lo que hice fue volver a ponerla dentro del molde para darle toda la sujeción posible y cubrir con crema la parte superior. No tiene por qué hacerse así, pero yo he pensado que era la mejor forma de conseguir que la forma aguantara y que de paso se refrescara en la nevera.

Una vez hemos añadido la cobertura vuelve al frigo.

Bien, si tenéis la paciencia y la fuerza de voluntad de poder esperar entre 2 o 3 horitas a que coja cuerpo en la nevera y a que la crema se endurezca , el resultado que os encontraréis será el siguiente:

Tras el paso por el frigorífico, este es el resultado

Y la servimos como queramos, en este caso, yo he puesto una porción en un platito cuadrado y he decorado con una tira de zanahoria, que le he quitado a la hora de comérmela porque contradictoriamente y como he dicho al principio, la zanahoria no me gusta especialmente, pero comprobaréis con asombro si llegáis a hacerla como no tiene ni el más mínimo rastro del sabor de la zanahoria y por contra, os sorprende mucho el resultado.

¡Que pinta! Esta mal que yo lo diga pero… ¡Que rica! 🙂

Conclusiones con ánimo de mejora:

A ver, la tarta está buena y el resultado creo que es interesante, sin embargo y siempre con ánimo de mejorar la misma creo que debería rectificar algunas cosas como:

  • Hay que hacer mas zumo para que la tarta quede aún más jugosa. Yo tenía miedo de pasarme y me he quedado corto.
  • El resultado es dulce, pero no creo que moleste algo más de azúcar por lo que pondré 1 vaso y 1/2 de azúcar para la siguiente.
  • El equilibrio aceite-mantequilla ha quedado en empate neutro de sabor y yo creo que esta tarta tiene que tener un trazas de sabor claramente marcado y condicionado por la mantequilla por lo que en la próxima ocasión bajaré la proporción de aceite e incrementaré la de la mantequilla (lástima no estar en León para poder adquirirla de calidad en alguna mantequería y no el simulacro que venden en Mercadona).

Bueno, como os he comentado, son sugerencias e ideas y aquí cada cual es libre de hacerla como quiera, lo importante es que os guste el resultado y que la disfrutéis y por supuesto compartáis! Bon Appetit muchachada!!