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American Strawberry CHEESECAKE o Tarta de Queso y Fresa estilo americano
Hacía tiempo que me rondaba la idea de poder hacer esta tarta y en una reciente visita a Alicante donde comí con amigos, la pude probar en un céntrico restaurante y me encantó, así que con la excusa de poder repetir ese sabor me puse manos a la obra. Originalmente, esta tarta se elabora con una masa equivalente a la masa quebrada pero yo no tenía ingredientes suficientes para hacerla ni tampoco congelada (en casa la solemos tener para elaborar Quiche Lorraine) así que la sustituí por medio paquete de galletas estilo ‘digestive’ que me estaban esperando en la despensa 😉
Ingredientes (para un molde de 26cm).
- 175gr de galletas tipo ‘Digestive’.
- 80gr de mantequilla asturiana (temperatura ambiente)
- 250 grs de azúcar.
- 800 gr de queso crema o requesón (mejor queso crema).
- Una cucharada de esencia de vainilla.
- 60gr de harina.
- 4 huevos (5 si son muy pequeños)
- 200ml de nata al 35% MT.
- Ralladura de una naranja pequeña y un limón pequeño (solo la piel, nada de blanco).
- Confitura de fresa (mejor casera pero si no puede ser, la de Hero ‘fresas jugosas’ está buenísima, así que la ‘de temporada’ supongo que estará aún mejor).
Elaboración
Si os fijáis en la cantidad de ingredientes que pongo deduciréis enseguida que es un tarta ‘contundente’ y no os faltará razón. No es la típica tarta de queso con arándanos de textura liviana, esta es un pastel de queso mucho mas cuajado, pero también cremoso y con un sabor excepcional. Empezamos pre-calentando el horno a 150 ºC y rallamos la piel de la naranja y el limón.
Posteriormente pulverizamos las galletas con ayuda de un mortero o un robot de cocina si queremos ahorrar algo de tiempo.
Después de esto, le incorporamos al polvo de galletas la mantequilla que teníamos a temperatura ambiente, mezclamos muy bien y con paciencia y repartimos la masa resultante por el fondo del molde (encima de un papel de horno que habremos puesto). No hace falta poner por los laterales.
Ahora, incorporamos a un bol la crema de queso, el azúcar, la harina, la nata y las ralladuras de limón-naranja y la esencia de vainilla.
Batimos hasta obtener una mezcla que notemos muy ligada y es importante evitar el incorporar aire dentro de la misma tras el batido.
A continuación añadimos los huevos uno a uno. No incorporaremos el siguiente hasta que no este bien mezclado del todo el anterior y así hasta completar los 4.
Añadimos el relleno al molde y horneamos a 150 ºC durante 1 hora y 20 minutos en modo calor de ventilador.
Y este es el resultado. Lo del aire en la masa os lo comentaba porque cuanto menos tenga menos agrietada os saldrá (es la idea). Luego dejamos enfriar dentro del horno todo lo que podamos (un par de horas está bien y el objetivo no romper la cadena de calor y evitar que se raje).
¡Y ya está! Solo nos resta quizás lo más difícil que es tener la suficiente paciencia como para no comérsela demasiado rápido ya que, al igual que la tarta de manzana, cuanto más tiempo pasa, mejor está. A la hora de servirla la acompañaremos con la confitura de fresas y os doy un pequeño truco: Normalmente la confitura de bote está muy solidificada o cuajada y es difícil de servir. Esto lo solucionaréis rápido si ponéis en otro bote vacío o vaso un dedito de agua y vais incorporando y mezclando confitura hasta encontrar la textura líquida a vuestro gusto. Lo podéis hacer con total tranquilidad y además no altera el nivel de dulzor por muy líquida que la dejéis.
En fin, ahora que uno se debería poner a dieta aquí estoy yo colgando estas tentaciones. Por cierto, mirad que ojitos le pone a la tarta mi hijo Leo, no se a cual de los dos se nos cae más la baba, que pena que con 3 mesecitos todavía no pueda probarla… ¡Buen provecho y ya me contáis! 😉
Cocer y cantar: Tarta de zanahoria
Dª Teresa Galiana I «La grande» es todo un referente culinario en Callosa d’en Sarrià donde regenta la magnífica Fonda Galiana con una maestría soberbia, aunando tradición e incorporando innovación sobre un producto de mercado que siempre posee una elevada calidad. Recientemente tuve la oportunidad de comer allí ya que mis cuñados celebraron el bautizo de mi sobrino Iker (con K, como su tito) con una estupenda comida que finalizó con varios tipos de postre, y entre ellos, una petición que yo le había hecho y de la que guardaba una grato recuerdo: La tarta de zanahoria. Estaba realmente fabulosa, muy buena y sabrosa, sin embargo, la recordaba con un sabor mas pronunciado a mantequilla y hablándolo con Teresa, me comentó que me la había hecho por que soy un cansino (bueno, esto realmente nunca lo dijo 😛 ) pero que fue un poco al tuntún porque hacía mucho que no la hacía y no recordaba con exactitud los ingredientes.
Total, que por aquello de los retos, me propuse hacer yo esta tarta, porque si bien las zanahorias no me emocionan, lo mejor que tiene sin duda esta preparación es que el resultado final….. ¡¡no sabe para nada a zanahoria!! Pero si que tiene un color y vistosidad fenomenal. Además, me propuse hacerla «a la gornú», es decir, «como buenamente entendiera que debía de hacerse», basándome en la receta mas clásica pero pasando de los protocolos establecidos y saltándomelos a la brava. Bueno, pues vamos a meternos en «harina» (nunca mejor dicho) y voy a contaros como fue el proceso empezando por los elementos que la componen.
Ingredientes:
3 zanahorias grandes
1 yogur Danone Griego y azucarado
3/4 de vaso de aceite de oliva
100 g de mantequilla al punto de pomada
1 vaso de azúcar
3 vasos de Harina de trigo
1 sobre levadura Royal
5 huevos frescos (o 4 si son grandes)
Lo primero que me gustaría deciros es que no debéis de obsesionaros con las cantidades y es mejor muchas veces ir probando a criterio personal que ceñirse exactamente a lo que te dicen. Por poneros un ejemplo, la primera vez que hice el Coulant de Bras fui fiel a las cantidades que me daba la receta: Un desastre. La segunda vez ídem: Pues eso, desastre y medio. Al final, respetando el criterio de los ingredientes me decidí a hacerlo como creí que mas o menos podría salir y el resultado fue genial, así que como comento, no os obsesionéis si no sale como vosotros pensabais que debía de haber salido, terminará saliendo, palabrita 🙂
Para empezar lo que hice fue lavar pelar y picar muy finas las zanahorias con la picadora Ufesa (si eres pobre y lamentable como yo). Hubiera utilizado una Thermomix, pero al ser una persona sin glamour y estilo nulo me he tenido que conformar, es lo que hay. El resultado fue una especie de pure-pasta que puse en un recipiente y al mismo le añadí el resto de los ingredientes: El yogur griego, el aceite de oliva, la mantequilla en pomada, la levadura, los huevos, el azúcar y la harina mezclandolo todo muy muy bien procurando que el resultado fuera una masa típica de bizcocho tirando a líquida- semiespesa que dejé reposar en la nevera una par de horitas mas o menos en la parte menos fría de la misma (suele ser la zona baja, la cercana al cajón de la verdura) y tapada con una lámina film para que no coja ningún tipo de sabor externo.
Pasado ese tiempo, saqué la masa de la nevera para atemperarla y un ratito antes, precalenté el horno para ir adelantando faena, la puse en un molde redondo untado con un poquito de mantequilla para facilitar el desmoldado, y la introduje en el horno, a media altura, a 180º en, importante, posición AIRE + INFERIOR durante 60/70 minutos (pero esto será a vuestro criterio) Comentaros 3 cositas importantes: La primera, que me da mucha rabia, es que cuando a veces leo por ahí recetas, cuando hablan del tema del horno, siempre el dato es algo como «al horno a 200º unos 20 minutos». Esto personalmente a mi me fastidia mucho porque los hornos tienen bastantes posiciones que nunca se especifican y varían MUCHÍSIMO el resultado final. El mío es un horno Bosh con carro extraible de unos 5 años que tiene por ejemplo: Calor Superior, Calor superior e inferior, doble calor superior y simple inferior, aire, aire + grill, etc… así que con este panorama es de agradecer que se sea un poquito mas preciso en este detalle, no cuesta nada porque puedes pasar de una cocción correcta a un socarrat histórico en un pisplas. La segunda es que debemos desmoldar el bizcocho cuanto antes (luego veréis porqué) pero ¡cuidado! esperad a que se enfríe lo suficiente para no romper su forma y sobre todo, no quemaros y tercera: Id tanteando el bizcocho con el típico truco de introducirle un palito para ver si sale mojado y eso os da una pista de en que grado de cocción nos encontramos. En mi casa utilizamos una brocheta de pincho moruno que tenemos reservada para ese menester y a la que cariñosamente llamo «pinchitester» (ya lo sé, me falta un hervor o dos).
Para el relleno y cobertura:
1 tarrina de crema de queso San Millán (200 g aprox). Vale cualquier otro, pero para mi, en cremas de queso esta es la mejor conseguida y sabrosa.
30 g de azúcar avainillado pulverizado (glass).
30 g de azúcar glass.
1 vasito de chupito de nata de montar o de cocina al 22-24% MG.
1 vasito pequeño de leche evaporada Ideal.
2 vasitos de chupito que contengan 1/3 de zumo de naranja y el restante de limón.
4/5 gotas de aroma de vainilla (Dr. Oetker o similar y si no se encuentra, un poquito de ralladura de naranja).
Una vez tenemos hecho el bizcocho y mientras este se enfriaba, me puse manos a la obra con el relleno y cobertura. Hice una mezcla con el queso, con el azúcar normal y la avainillada, uno de los chupitos de zumo de naranja-limón, la leche evaporada y unas gotitas de aroma de vainilla hasta que se quedó una textura muy cremosa tirando a líquida.
Una vez el bizcocho se atemperó y con el relleno preparado, partí por la mitad el bizcocho y con un pincel y el resto de zumo, «emborraché» las dos caras internas para ayudar al contraste de sabores y de texturas.
Una vez «borrachos todos los lados» y el cocinero también (Heinekens mediante jeje) pasé a extender el relleno a base de crema, procurando dejar mas cantidad en el centro ya que cuando unes las 2 partes, por puro peso, esta se reparte mientras reposa de nuevo en la nevera, cosas de la Gravedad Newtoniana.
Después de rellenar el interior lo que hice fue volver a ponerla dentro del molde para darle toda la sujeción posible y cubrir con crema la parte superior. No tiene por qué hacerse así, pero yo he pensado que era la mejor forma de conseguir que la forma aguantara y que de paso se refrescara en la nevera.
Bien, si tenéis la paciencia y la fuerza de voluntad de poder esperar entre 2 o 3 horitas a que coja cuerpo en la nevera y a que la crema se endurezca , el resultado que os encontraréis será el siguiente:
Y la servimos como queramos, en este caso, yo he puesto una porción en un platito cuadrado y he decorado con una tira de zanahoria, que le he quitado a la hora de comérmela porque contradictoriamente y como he dicho al principio, la zanahoria no me gusta especialmente, pero comprobaréis con asombro si llegáis a hacerla como no tiene ni el más mínimo rastro del sabor de la zanahoria y por contra, os sorprende mucho el resultado.
Conclusiones con ánimo de mejora:
A ver, la tarta está buena y el resultado creo que es interesante, sin embargo y siempre con ánimo de mejorar la misma creo que debería rectificar algunas cosas como:
- Hay que hacer mas zumo para que la tarta quede aún más jugosa. Yo tenía miedo de pasarme y me he quedado corto.
- El resultado es dulce, pero no creo que moleste algo más de azúcar por lo que pondré 1 vaso y 1/2 de azúcar para la siguiente.
- El equilibrio aceite-mantequilla ha quedado en empate neutro de sabor y yo creo que esta tarta tiene que tener un trazas de sabor claramente marcado y condicionado por la mantequilla por lo que en la próxima ocasión bajaré la proporción de aceite e incrementaré la de la mantequilla (lástima no estar en León para poder adquirirla de calidad en alguna mantequería y no el simulacro que venden en Mercadona).
Bueno, como os he comentado, son sugerencias e ideas y aquí cada cual es libre de hacerla como quiera, lo importante es que os guste el resultado y que la disfrutéis y por supuesto compartáis! Bon Appetit muchachada!!