Archivos Mensuales: abril 2014
Restaurante chino chino en Alicante (III)
Publicado por Oskar García
¡Y tan chino! Ubicado en la C/Pintor Aparicio, me lo habían vendido como el ‘Ruyi killer’ pero nada mas lejos de la realidad, si bien hay que otorgarles algunos detalles que están bien y que Ruyi podría copiar. Decía lo de ¡y tan chino’! porque ni el nombre está en español, tan solo pone ‘Restaurante Chino’. Luego, preguntando a la camarera por las letras del alfabeto chino que componían el nombre me comentó que el significado era «el mono que desde su rama lanza maracuyás*«. Pues que alegría, con un nombre tan original 3 comensales occidentales nos dispusimos a cenar.
Pedimos 3 cervezas y al ojear la carta me gustó el detalle de que los platos estuvieran acompañados de una foto ya que a la gente que no está familiarizada con este tipo de Restaurantes, les ayuda a tomar la decisión de que tomar sin tener que preguntar demasiado. También me gustó el detalle de que los precios estuvieran puestos por volumen de ración, siendo la mas pequeña suficiente para que cenáramos los tres. En fin, que como se trataba de probar si realmente era igual de bueno o mejor que el Ruyi, lo que hicimos fue pedir platos que ya habíamos probado allí y así poder comparar con todas las garantías.
Lo primero que nos trajeron fue Nian Gao o Pasta de arroz glutinoso. Como he comentado, todo en ración pequeña pero estas resultaron abundantes. La pasta de arroz acompañada de verduras estaba bastante buena, sabrosa, bien de verduras pero bastante menos rica que la del Ruyi.
Seguidamente nos sirvieron las empanadillas chinas que en Ruyi son una institución pero aquí se quedan muy cortas. Desde la salsa que estaba muy pasable hasta las mismas empanadillas que tenían una textura atípica ya que estábamos acostumbrados a que fueran por un lado vaporizadas y por otro tostadas (riquísimas) sin embargo aquí ni estaban cocidas ni tampoco fritas, como digo, una textura difusa. No digo que estuvieran malas, no estaban mal, pero otro plato que perdía por goleada si lo comparábamos con sus vecinos de la calle de al lado.
También nos pusieron en mesa los otros 2 platos que completaban nuestro pedido. Por un lado, unos ‘insulsos’ tallarines de boniato con gamba que como cantidad bien, pero como sabor fatal. No sabían a nada y se salvaban la soja y demás verdura que lo acompañaba. La verdad, fue un poco decepcionante. Y por otro, una ternera a la plancha que fue presentada en una típica plancha de hierro al rojo rollo ‘tie-pan’ y que, por desgracia, nos recordó a todos al típico plato del estilo que sirven en un chino de los clásicos del rollito y la salsa agridulce. Estaba rico pero la experiencia gastronómica no iba mas allá un sabor correcto y gustativamente familiar (y la verdad no es lo que esperas cuando buscas comida china china de verdad). En fin, al igual que en Ruyi no hay postres y mientras pedíamos una botella grande de agua nos obsequiaron con un platito de lichys de un tamaño grandecito, que a los que les gusta la fruta comentaron que estaban bastante bien.
¿Lo mejor? Lo que he comentado de las fotos en los platos y sin duda el precio: 28€ en total para las 3 personas. Como puntos negativos aparte de lo comentado sobre la comida, decir también que en medio del salón había una supertele con la que debía ser el equivalente de la Niña Pastori china cantando y por otro lado, en la mesa contigua, unos niños chinos se habían sentado a jugar a una especie de videoconsola de la que no levantaban la cabeza y que estaba a todo volúmen. Igual allí esto es normal, aquí me parece que son cosas a tener en cuenta, y no me valen excusas de cultura versus educación.
Os dejo por último una galería de imágenes con la carta completa y por cierto *supongo que a estas alturas ya os habréis percatado que lo del ‘mono que desde su rama lanza maracuyás’ solo es un producto de mi mente enfermiza y febril jeje 😀
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Publicado en COMER, BEBER Y AMAR, VISITE NUESTRO BAR
Etiquetas: alicante, auténtico, chino chino, Original
Gema Penalva RestOBar en Alicante
Publicado por Oskar García
¿Que hecho yo para merecer esto? Fue lo primero que pensé al salir de comer recientemente del RestOBar de Gema Penalva. No era casualidad, había sido una comida sensacional y además, con una compañía extraordinaria y ‘revolucionaria’ vitivinícolamente hablando, así que ese mediodía desde luego no podía pedir nada mas ya que me había encontrado con la felicidad en una esquinita de la Plaza Balmis de Alicante. Llegamos al local de Gema sobre las 13:45h y nada mas llegar, nos recibieron con una sonrisa. Es un local que desprende sencillez y sobre todo mucha calidez, como la que desprende Gema Penalva a la que fui a saludar a la zona de cocina ya que tuve la fortuna de poder contar con ella allá por el 2010 participar en una de las Mostras de Cuina del Nyespro (Níspero) de Callosa d’en Sarrià donde nos hizo gozar con su Bacalao con salsa de nísperos, que aún recuerdo perfectamente como una revolución de sabores y una propuesta acertadísima. Gema es cercana, detallista, cariñosa, humilde, trabajadora y todo eso se traduce en sus platos, que todos y cada uno de ellos tienen una personalidad propia pero conservan la originalidad y la esencia con la que Gema y su equipo (porque menudo es el equipazo del que se ha sabido rodear) los impregnan. Hablando de equipo, sorpresa agradabilísima el encontrar en la cocina a Jose Luis Bernabéu, otro alumno aventajado de los fogones alicantinos al que conocí también vía níspero, pero en este caso, mientras trabajaba con el gran Pedrito Gras en el ya decapitado Belvedere de Benidorm. Con semejante plantel, la cosa prometía mucho y desde luego, todas las expectativas (y mas) se cumplieron.
Los cuatro protagonistas de esta historia, ya sentados en una mesa rectangular a nuestra elección, comenzamos el festín solicitando la carta de vinos porque como he insinuado antes, el motivo de la comida era trabajar en una excelente iniciativa: Wine Revolution, un evento que se celebrará periódicamente y que unirá la mejor música con vinos referentes en los lugares mas sorprendentes. ¿Suena bien verdad?. En el momento de la elección del vino entró en escena Javi, el agradable y profesional somelier de la casa que nos atendió divinamente y nos realizó alguna sugerencia si bien mis compañeros de mesa prefirieron hacer alguna prueba y decantarse en este primer envite por la intuición, la cual dio paso a la primera elección: Un cava valenciano llamado ‘Na Sol de Rechena‘ y un blanco de varietales de Somontano llamado ‘Glárima‘. Ambos eran novedad para los que allí estábamos sentados pero lamentablemente, todos constatamos tras los primeros quites que ni el cava ni el blanco iban mas allá de unos vinos correctos, algo planos y que transmitían poca emoción, lo cual no fue óbice para que ambas botellas se bebieran por su puesto, faltaría mas.
Uno de los anfitriones había hablado previamente con Gema y le había pedido que el menú fuera a su criterio, liberándonos de la tarea de elegir y si permitiéndonos la sorpresa ante la llegada de cada nuevo plato. Fue por cierto un detalle tremendo y que me gustó mucho que antes de empezar el desfile de platos, uno de los integrantes del personal de sala, nos preguntara si existía alguna incompatibilidad o intolerancia con alimentos concretos para que la cocina lo tuviera en cuenta. Simplemente chapêau!. Lo primero que llegó a la mesa fueron unas aceitunitas aliñadas y acto seguido 4 brochetas de pollo rebozado en almendra y salsa de mostaza y miel. Me resulta casi imposible hablar sin ruborizarme de las excelencias que una simple brocheta le puede llegar a transmitir a uno, pero en ellas se percibía mucho cariño y trabajo. Nada secas, jugosas, el rebozado de un grosor acertado, sin atisbo de aceite y un contraste crocante y muy sutil cuando tomaba protagonismo algún trocito de almendra. Esta sensación se multiplicaba exponencialmente cuando el trozo a ingerir era sumergido en la salsa de miel y mostaza, y precisamente, una de las anécdotas de la jornada vino cuando intenté saciar mi curiosidad respecto a los ingredientes de dicha salsa ya que dejaba un agradable y pasajero picor nasal clónico al que produce el wasabi (pasta de rábano picante japonés) y al preguntarle a la persona que nos retiró los platos… “Hola, ¿Podrías preguntarle a Gema si la salsa de las brochetas lleva…?” …no me dejó acabar “¿Wasabi?” Y sonrió. “Todo el mundo nos lo pregunta, pero no, no lleva”…y yo hubiera jurado que sí. Tras la comida Gema me comentó que el secreto de su salsa es simplemente utilizar una buena miel y una buena mostaza de Dijón, nada más (ni nada menos). Deliciosa como muchos ya sabéis.
Tras las brochetas hicieron presencia en la mesa dos fabulosas cocas de pastor con aspencat, anchoa doble cero cantábrica y uva: La advertencia del camarero fue clara “la uva no está de decoración” y así era pues el objetivo de sabor de esta creación se conseguía mediante el conjunto de todos los elementos en boca y era realmente fantástico. Nada desentonaba y todo estaba muy bien equilibrado. Desde la mágica textura de la coca de pastor, hasta un finísimo aspencat con un micropunto de dulzor que se amplificaba con el medio grano de uva y que hacía de perfecto contrapunto a la adictiva carnosidad salina de la anchoa. Realmente una propuesta muy buena y original.
Terminada la coca fuimos acompañados en mesa por media hogaza rústica tostada semicortada en cuatro trozos y su alioli y tomate con aceite como clásico y bien hallado socio gastronómico. Siempre escribo sobre lo panero que soy y cuando encuentro un pan de estas características lo disfruto especialmente y no necesito ni del alioli, con tan solo un hilo de un buen aceite me es mas que suficiente, y hablando de buenos aceites, al solicitar uno para poder ‘mojar’ el pan, nada mas y nada menos que tuvieron a bien ponernos en mesa una de las preciosistas botellas de Señoríos de Relleu Coupage Intenso que si alguien todavía no lo sabe, ha recibido multitud de menciones, premios y medallas como uno de los mejores aceites no solo de España, sino del mundo… ¡Menudo aliño!. No me negaréis que detalles así son los que consiguen que te enamores de un sitio y seas arrebatadoramente conquistado.
Como que tanto el pan y el aceite también necesitan de buen vino y nosotros ya estábamos carentes, solicitamos, esta vez bajo petición directa de uno de los comensales una botella de Honoro Vera, el vino que se ha hecho famoso por ser el que se sirvió en la cena de los Oscar 2013 y que tiene una calidad/precio francamente buena y que, a la postre, resultó la mejor elección y propuesta de la jornada. Un vino de garnacha muy a tener en cuenta y con DO Calatayud. Brindando nos encontrábamos cuando irrumpieron dos propuestas de croquetas llamativas, apetitosas y originales: Ambas rebozadas en panko (pan rallado estilo japonés) una propuesta era con jamón ibérico y salsa de pimientos del piquillo y la otra era de marisco, tinta de calamar y mahonesa. Francamente, no se cual de las dos estaba mas rica y he de decir que en este punto me vino inevitablemente a la cabeza mi querida amiga Conchi López que es toda una gourmet de este plato tan nuestro pero que admite tanta variedad. El rebozado estaba muy logrado y resultaba hiperligero. El sabor a jamón muy presente en unas así como el marino en las otras y las salsas acompañantes ejercían de eficaz hilo conductor, así que otro acierto mas, otro plato que volvía de vacío y nueva ola reverencial al equipo de cocina que nos lo estaba bordando y haciéndonoslo pasar de escándalo.
Otro clásico de la cocina del RestOBar son las patatas de río con salsa de alioli y brava y nuevo detalle del camarero de advertirnos que la salsa brava era algo engañosa ya que parecía que no picaba pero que si lo hacía. Estas patatas resultan muy sabrosas y están realmente buenas. Probé la salsa picante y efectivamente, tenía ‘trampa’ si bien a mí esto me encanta porque me gusta mucho el picante moderado y tolerable, y este francamente lo estaba. Lo mejor era combinar ambas salsas con las patatas y experimentar con ese sabor tan básico de nuestros aperitivos y tapeo. Patatas muy bien hechas, duritas pero no crudas y perfectas de sal. Hacía falta en mesa un obligado desengrasante y este llegó en el momento idóneo en forma de una refrescante ensalada de lechugas gourmet, queso de cabra al grill, dátiles y ¡tachán Nísperos! (Gracias Gema) Bonito detalle el de la cocinera de incluir níspero callosino en plena temporada en esta ensalada que tan bien conjuntada está. Fantástico el aliño y al igual que pasaba con la coca de pastor, el fundir todos los elementos en la boca nos aportó la necesaria pausa fresca, dulce y semiácida que rompía la tónica del menú y que nos preparaba para todo lo que quedaba por llegar, que aunque no lo sabíamos, era el pináculo de un orgía gastronómica.
Para encarar esta recta final volvimos a solicitar la carta de vinos y animados por las buenas referencias que nos habían llegado, pedimos un tinto crianza Faelo pero por desgracia, la experiencia resultó ‘rana’ y esto me fastidia especialmente ya que se trata de un vino de la tierra, un vino alicantino reconocido. Nada mas catarlo las primeras impresiones se tornaron en evidencias: El vino, a pesar de haber mojado el corcho correctísimamente, estaba extrañamente envejecido, parco de sabor, sin fuerza, sin cuerpo, sin gracia, vamos, que parecía que hacía tiempo que se había ido. Para salir de dudas, reclamamos la presencia de Javi el somelier que coincidió en nuestro criterio y que además, muy amablemente nos retiró la botella y nos ofreció en la misma línea del vino pedido, una referencia conocida por él nuevamente del Somontano, en este caso un Lazán del 2013. Otro detalle de esos que no se me escapan y que también me gustó fue que tras retirarnos la botella ‘afectada’, la dejó en una mesa aparte para poner analizarla posteriormente y poder comentarle al proveedor o bodeguero las anomalías detectadas. Como digo, un detallazo que demuestra que en esta casa se preocupan tanto del cliente como del producto que ofrecen. Este vino sí que se correspondió con lo esperado y causó una correcta impresión, pero tampoco emocionó. Aquí he de hacer una puntualización y es que igual puede parecer que necesariamente los vinos nos tienen que provocar una hemorragia de placer y una fiesta de los sentidos y ya sabéis que no es ni mucho menos eso. Cuando digo que “no me emocionó” me estoy refiriendo a que no provocó ningún estímulo adicional que destacara sobremanera para tenerlo como referente o repetir. Llegados a este punto, si mi amiga Emi López está leyendo esto, seguramente me pegue un rapapolvos por no apreciar (o no saber apreciar) los vinos del Somontano, pero es lo que hay y sinceridad ante todo, siempre.
Pero esto todavía no había terminado y nos enfrentábamos a una recta final envidiable: Dos ‘mares y montañas’, algo que siempre me recuerda a las virtudes de nuestra provincia alicantina y una novedad en la casa que el equipo de Gema tuvo a bien estrenar con nosotros. Primero llegó a la mesa una patita de pulpo con su salteado de habitas baby y pimentón. Tremendo. Absoluto. La textura y calidad del pulpo era magnífica, apabullante, con unos trozos convertidos en bocados generosos y que en la boca te teletransportaban al puerto, a la brisa marina y al olor de las redes que los pescadores dejan en tierra para reparar. Sublime. Las habitas son el acompañamiento perfecto: Frescas, perfectas en su cocción y con un salteado ligero de pimentón que les permite mantener su personalidad en todo momento. Fue un grandísimo matrimonio, pero no menos que el siguiente que nos fue presentado, un carpaccio de gambas con setas y salsa de erizos… ¡Menudo espectáculo! Imaginad que estamos hablando de unos ingredientes que por si solos siempre destacan y logran el triunfo de un plato, pues ahora pensad que ocurre cuando estos coinciden en una misma elaboración. El resultado es sensacional. Un plato delicado para disfrutar lentamente y a cada bocado, casi podría recordar cada uno de los matices pero me quedo con la agradable sensación de sentir la levedad del crujido de un copo de sal maldon mientras se fundía con el resto de ingredientes en mi boca. Algunos platos se definen solos y este no necesita de ninguna literatura y sí de ávidos y voraces comensales que quieran dar rienda suelta a sus jugos gástricos con composiciones ‘gastroartísticas’ como esta.
El sumun o cúlmen de esta comida llegó con un plato como he comentado antes, novedad en la casa y que tuviemos el privilegio de estrenar: Jarrete de ternera acompañado con un puré de patata trufada y tomillo. Es la primera vez que el equipo de Gema lo presentaba en sala y, desde luego, los que tuvimos la suerte de poder probarlo en primicia le auguramos un futuro prometedor. Carne de textura melosa pero no empalagosa que se deshacía, una reducción acertadísima con un punto dulce, equilibrio perfecto del tomillo que no saturaba y un riquísimo puré trufado que ejercía de nexo en cada bocado. Un acierto, otro más. Tras semejante festín y viendo las horas que eran y los compromisos a los que ya llegábamos tarde, el capítulo postres fue sustituido por una tablita de quesos semi y curados que ayudaron a que nos termináramos la botella de tinto Lazán y pusieron el colofón a una comida absolutamente brillante y memorable. Agradecer mucho a Noel su invitación, que además nos sirve de excusa para volver a reunirnos y seguir ‘profundizando’ en esos caldos que como decía Baltasar Gracián «…ese néctar divino, al que algunos llaman vino, porque nos vino del cielo» 🙂
¿Que había hecho yo para merecer esto? Es lo que me preguntaba al principio. Pero… ¿Que había hecho Gema para merecer esto? Pues básicamente hacer lo que mejor sabe: Trabajar, ponerle pasión a todo lo que hace y mimar el producto de nuestra tierra y todo aquel que tiene la fortuna de recaer en su cocina donde ella y su equipo los consiguen elevar al cielo gastronómico con gusto, buen hacer, criterio y sensatez. La cocina alicantina necesita de muchas Gemas, Jose Luises y equipos tan bien avenidos como el que ellos representan. Mi absoluta enhorabuena Gema por creer en lo que haces y defenderlo de forma tan humilde y honesta.
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Etiquetas: alicante, balmis, coca pastor, gema penalva, restobar
Arrocería La Marina (Club de Tenis La Marina) de Alfaz del Pi
Publicado por Oskar García
Visita a Arroceria La Marina. Buscando sin planificación previa un sitio donde comernos un buen arrocito intentamos ir a un par de sitios a Benidorm pero fue misión imposible ya que a a pesar de que muchos de los visitantes ya se habían ido, la ciudad seguía igual de atestada que durante el finde y me ha resultado imposible aparcar en un lugar relativamente cercano a los 2 locales que teníamos intención de sondear, y además, luego hemos pensado que seguramente estarían ambos a partir con lo que hemos iniciado rumbo al Albir y antes de llegar, recordé una reciente crónica de mi amiga Eva María Graña sobre una arrocería que nos pillaba de paso y decidimos probar.
Lo primero a comentar es que el Restaurante está englobado dentro de un Club de Tenis con pistas de tierra batida homónimo y donde también se puede jugar al padel. Es un sitio rodeado de naturaleza, amplio, alejado del parking y donde los peques pueden jugar con alguna atracción (sin coste) como un castillo hinchable. Entrando en materia (y en el restaurante) nos comentan que hoy no tenían menú por ser festivo mientras pasamos al salón, de corte clásico clásico y que inauguramos con nuestra presencia (3 pax + bebé) si bien se fue llenando conforme avanzó el reloj. Mientras ojeábamos la carta pedimos 2 martinis rojos y una cañita, que fueron acompañados por unas olivas partidas caseras aliñadas con hinojo sensacionales. Como yo tenía bastante hambre me dejé llevar un poco y pedimos 3 entrantes y un arroz del senyoret para 3 igualmente. Creo que la elección fue errónea y al final os explico porqué.
Lo primero que llegó a la mesa fueron 3 panecillos muy ricos con alioli industrial y tomate rallado con acetite. En ningún momento nos preguntaron si lo queríamos o indicaron si tenían coste. Como ya he comentado en alguna ocasión, soy muy panero, así que en estas circunstancias yo no rechisto. Apareció el primer entrante: Ensalada con Ventresca y Pimientos, pero lo que llegó a mesa fue mas bien Tomate trinchado con ventresca. Buen aspecto y buen sabor pero a mi esto me jode, y lo hace porque yo no puedo comer tomate natural y entiendo que hay diferencia entre el concepto «ensalada» y el concepto «tomate trinchado» y para mi, lo que se ve en la foto no es una ensalada, así que me tuve que ‘joder’ y comer del plato como las gallinas, es decir, picando en plan ‘asquerosito’ y procurando coger trocitos de cosas que no tuvieran sabor ni hubieran tenido contacto con el tomate. Mi mujer y mi madre (el resto de comensales) comentaron que estaba muy bueno, y me alegro, pero no era la ensalada que me hubiera imaginado con su pimiento asado. De todas formas, el plato malo malo malo fue el siguiente: Revuelto de ajetes, setas y gambas. Como veis, yo lo hubiera definido mas bien como «Ajetes en aceite» porque es lo que era. El huevo ni estaba ni se le esperaba, las gambitas de bolsa de esas que cuando las hacen se quedan en nada, las setas escasas y todo el conjunto chorreando aceite de forma exagerada. Sinceramente, no recuerdo haberme comido un revuelto tan malo nunca… menudo comienzo, dos de dos. Todo esto lo mojamos con una clásico de los clásicos: Antonio Barbadillo que me pareció que a 9€ tenía un precio mas que correcto. Nada que objetar.
Por fortuna el resto fue para remontar y continuamos con unos mejillones al vapor mas que correctos (no hice foto con el cabreo del revuelto) y de tamaño medio-peque. Ración generosa y buenos de sabor, pero vamos, mejillones al vapor al fin y al cabo que si la materia prima es buena, requieren de poco misterio y preparación. En fin, menos mal que el arroz del senyoret compensó la tendencia mediocre-negativa y nos permitió disfrutar de la comida por fin. Lo sirvieron al centro de mesa por petición expresa nuestra y fuimos comiendo de la paellera. Eran 3 granos de grosor, un punto y temperaturas perfectos. Por si alguien no lo conoce, el arroz del senyoret (señorito) se llama así porque es como un ‘a banda’ pero tiene trocitos de gamba, sepia, calamar, etc… todo peladito para que ‘el señorito’ no tuviera ni que molestarse ni mancharse las manos ;). Yo repetí 2 veces, mi mujer también, mi madre casi y mi peque Leo que tiene 18 meses se lió la manta a la cabeza y cucharón en mano empezó a comer y no paraba ¡que risa nos hizo pasar! Fue la mejor señal para constatar que era un arroz sabroso,de cantidad considerable y realmente bien hecho. (11,50€ x pax).
Como he dicho, por una mala planificación por nuestra parte, el tiempo se nos echó encima y nos esperaban en otro sitio para una visita familiar, con lo que tuvimos que renunciar en esta ocasión al postre y al café, pero he de decir que la carta anunciaba que todos eran caseros y pude ver como a la mesa de al lado le sacaban un par de porciones de tiramisú y cheesecake y la pinta desde luego era muy apetecible. Os puedo comentar como conclusión que si vais, 2 o 3 personas, pidáis un único entrante, el arroz que mas os guste y un par de postres para compartir. Comeréis sensacional y muy bien de precio. Nosotros finalmente salimos a 26€/pax (pero sin postre ni café) siendo el total de 78,50€. El IVA estaba incluido en los precios (bien) pero si hablamos del pan y sus técnicas de ‘endosamiento’, aquí nos cobraron a 1,50€/pax sin anunciar ni especificar como he dicho. Espero que estos detalles mas propios de una hostelería viejuna que de una que quiere realmente evolucionar se vayan corrigiendo.
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Etiquetas: arrocería, arrocería la marina, arroz, la marina, señoret, senyoret