Archivos Mensuales: noviembre 2011

El escabeche de los mejillones enlatados es… ¡indestructible!

Si amigos, hasta la fecha había una máxima gastronómica que para mí era prácticamente inmutable pues siempre he tenido claro que es la salsa de los callos a la madrileña la que le otorga a SpiderMan sus pegajosos poderes y permite que se adhiera a los edificios con tanta majestuosidad, porque no me negaréis que cuando uno termina de disfrutarse una cazuelita y tras haber mojado su correspondiente pan, se te quedan las extremidades más parecidas a barritas de pegamento Imedio que a dedos. Es más, estoy casi seguro que el inventor/a del Loctite Superglue era/es un gran aficionado a los callos y que en una de sus visitas a alguna de nuestra innumerables tascas, tabernas y barras varias se percató de que tras la ingesta de los mismos, era incapaz de pagar la consumición porque el billete no se le despegaba de las manos… ni el billete ni las servilletas de papel, ni el tenedor, ni las migas de pan, ni… nada de nada. Y no, no es que se hubiera convertido en un mutante capaz de generar poder de atracción tipo Magneto de los X-Men, pero sin saberlo, si había iniciado un camino sin retorno a la invención del pegamento universal. Dejaremos a un lado la polémica suscitada por algunos centros de bricolaje y cadenas ferreteras que le han solicitado al Consejo Nacional de Alimentación que retire los callos del mercado porque reducen significativamente las ventas de adhesivos industriales y colas ni tampoco entraremos en el debate de si la mítica escena de ‘El Exorcista’ donde la niña camina al revés pegada a la escalera cual arácnido insecto se consiguió gracias a que el cátering de la productora lo llevaba una empresa española que ese día había preparado los clásicos callos amén de gambas al ajillo, bravas, calamar romana ‘el rebozado lo hacemos nosotros’, boquerón ‘muy bueno de esta mañana’ y quisquilla ‘fresquísima que me la quitan de las manos’…

El catering que se sirvió en ‘El Exorcista’

Pues bien, adicionalmente a esta gran verdad, he descubierto otra que para mí ha pasado a ser indiscutible: El escabeche de los mejillones en lata es.. ¡indestructible! Sí amigos sí, porque… ¿quién no ha vivido la dramática situación de intentar deshacerse de una bolsa de basura o de reciclaje que contenga una lata de este rebelde elemento? Se llama escabeche pero mas bien se le podría denominar ADM (Arma de Destrucción Masiva) ya que por donde pasa deja irremediablemente su huella: Manchas en la encimera, en el mantel, en el suelo de la cocina, en el fondo del cubo de la basura y si tienes la mala fortuna de abrir la lata y ser salpicado por un chorretón, puedes despedirte de la prenda en cuestión. Si tienes que transportar la bolsa para reciclar en un vehículo vete también haciéndote a la idea de que la tapicería se transformará en un cuadro de arte conceptual anaranjado y que por otra parte, tu coche olerá a moluscos una larga temporada.

Podríamos llegar a pensar (inocentes de nosotros) que este caso la barra de pan es nuestra mejor aliada para deshacernos del escabeche pero, no amigos no, porque siempre siempre quedarán restos, si bien aquí no acaba la cosa porque si en plena acción de mojar el pan tocas el aceite y te manchas las manos con él (algo que con el 99% de seguridad te terminará pasando) prepárate porque buenoooooooooo… ¡ Ni la Crema Neutrógena de los rudos marineros Noruegos te resultará mejor aislante dérmico y seguramente térmico ! Se comenta en foros especializados que ya hay submarinistas que han empezado a prescindir del neopreno porque después de hacerse el aperitivo, cubren toda su humanidad con escabeche, asegurándose de esta forma además que no serán atacados ni molestados por ningún depredador marino ya que esta salsa actúa de absoluto repelente, y garantizando además que en caso de perderse o de quedarse atrapados, con total seguridad serán localizados porque el rastro que dejarán será visible desde muchas millas.

Yo creo que la Ana Rosa Quintana de turno ni los químicos de los laboratorios de la baba de caracol han descubierto todavía las propiedades aislantes que tiene el escabeche y por cierto, a pesar de que dicen que hay uno en la luna, se nota que los gallegos no llegaron nunca a Groenlandia ni al Polo porque si así hubiera sido les habrían llevado mejillones en conserva de la ría y los Inuits y los Esquimales no tendrían porqué darle matarile a las nutrias ni a las morsas con tal de conseguir su grasa como aislante. De una tacada y de forma fácil acabaríamos con este grave problema ecológico y medioambiental aunque sin quererlo estaríamos generando otro mas grave sin duda: Recomiendo a los de ADENA-WWF que en sus próximos viajes a estos remotos lugares se lleven un pequeño cargamento de latas de mejillones en escabeche (pero pequeño) y al mismo tiempo que vayan advirtiendo a los del satélite del MeteoSat que si ven como empiezan a cubrirse estas blancas regiones terrestres con una sospechosa mancha anaranjada que avanza sin remisión, ya saben que se trata del… ¡indestructible escabeche! Cuidado amigos, cuidadooooooooo 😉

¡Alerta amigos! El escabeche termina pasando factura…

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Restaurante Ruyi, el Chino Chino de Alicante

Hacía tiempo que esperaba que se diera la combinación de fechas y agendas necesaria y al final conseguí poder cuadrar una visita al Ruyi, un restaurante de gastronomía china tradicional ubicado en la alicantina calle Orense. Acompañado por unos amigos y comensales de lujo de la capital, María, José y Lulú me lancé a este curiosa aventura gastronómica, curiosa además por varios aspectos: No hace demasiado y tras leer un excelente post en la página de El Comidista de Mikel López Iturriaga redacté yo una sobre aspectos de la gastronomía china y tenía muchísimas ganas de poner en práctica algunas de las cosas que destaqué. Por otra parte, me apetecía mucho probar las, en teoría, cosas nuevas que nos iban a ofrecer y distintas a lo que estamos habituados en un restaurante chino al uso. Básicamente tenía mucha curiosidad por comer en un restaurante donde también comen los chinos, cosa muy difícil de ver y que hacen además en un horario muy temprano.

Ruyi en la alicantina calle Orense

Lo del horario lo comento porque mientra que esperaba al resto de comensales (sobre las 15:15h), el restaurante que estaba lleno de orientales, se fue vaciando progresivamente ya que ellos tienen la sana costumbre de comer muy pronto y cuando nosotros entrábamos ellos ya hacía rato que habían acabado.

Bien, lo primero que llama la atención de local es que carece de cualquier tipo de decoración a la que el resto de chinos nos tienen acostumbrados, useasé dragones, fuentes, peceras, jarrones, cuadros con cascadas en movimientos y demás atrezzo que aquí no está presente y que,  empiezo a pensar que para los chinos chinos debe ser lo mismo que tener un restaurante español en pekín y llenarlo de sevillanas, toros, toreros y cuadros de paellas y San Fermines. Dicho lo cual, recibimos la carta. Una carta simple, breve, directa, básica, pero que como vais a comprobar, poco o nada tiene que ver con la que estamos acostumbrados en los chinos de siempre, la que tienes unos 120 platos para elegir, aquí ni mucho menos… (Pinchad en los menús para ampliarlos)

                                   

                                              

¿Qué? ¿Flipante verdad? Pues sí. Llama la atención muy mucho, sobre todo las entradas, la práctica ausencia de carne, mucho pescado y la eliminación completa de la opción postres, directamente ellos cuando terminas de comer te sacan un platito con fruta de temporada, muy curioso la verdad. La ventaja de ir a comer con gente que ya ha estado allí es que vamos sobre seguro y en este caso, María y Lulú se encargan de pedir las distintas «delicias» que vamos a probar 🙂 No obstante, y como llevamos tiempo bromeando con el aperitivo de las lenguas de pato, María pide un plato y aquí viene mi primer (y único la verdad) «shock» gastronómico ya que lo que en China se considera un excelente aperitivo y que suelen degustar las mujeres, yo creo que es infumable, o en este caso, incomible.

Platico de lenguas….. Ufffffffff!

Es un plato que sirven frío, lo cual ayuda a que sensación sea más desagradable si cabe. Las lenguas tienen un huesecillo en medio que desde luego no ayuda y como textura podría decir que está entre una alita de pollo o muslito de codorniz pero totalmente graso… Bueno, solo tenéis que verme el careto en la foto 🙂

«Disfrutando» de unas lenguas de pato 😦

Menos mal que el digustazo pasó pronto porque todo lo que fue viniendo a continuación estaba realmente muy bueno, o al menos, nos gustó muchísimo. Lo siguiente que sirvieron es el llamado Nian Gao de arroz con verduras. Este plato es una amalgama de tortilla y verduras que tienen como base una pasta cortada en láminas de arroz que es lo que se llama Nian Gao. Es un plato sencillo, esta muy bueno y sacia bastante.

Nian Gao de arroz glutinoso con verduras

Después continuamos con unos tallarines fritos con verduras también que estaban francamente buenos. En este caso tengo que destacar la excelente calidad de la pasta, que me recordó por momentos a la que se utiliza para el ramen japonés y que estaba en un punto de dureza perfecto. Consistencia, sabor y un tostadito muy interesante.

Tallarines fritos con verduras

A continuación viene, sin duda, el mejor de los platos: Empanadillas caseras a la plancha rellenas de cerdo. Aunque el día que fuimos no estaba, María me comenta que a veces una de las cocineras sale al comerdor y en una mesa preparada para tal fin, se pone a amasar y rellenar las mini empanadillas. Solo puedo decir que estaban buenísimas, la pasta increíble con un aspecto y textura en boca similar al dimsum de vapor, pero sin pasar por vaporera. El relleno interior magnífico, la ración abundante y la salsita que las acompaña es una especie de mezcla de soja y algo ácido que otorga al conjunto final un sabor único, más que recomendable.

Empanadillas plancha

Jose tenía especial predilección por que llegara su plato favorito: Costillas de cerdo con salsa de soja. Estaban muy muy buenas y las peculiaridad es que las sirven troceadas muy muy pequeñitas, de modo que te entretienes bastante quitándote huesos de la boca, pero de sabor estaban genial, con una carne muy crocante.

Costilas con salsa de soja

Para acompañar a las costillas, pedimos un arroz con verduras (eso de la denominación 3 delicias es poco menos que una aberración para ellos). El arroz también estaba en su punto y lo suficientemente aglutinado para que se pueda comer con palillos, porque no lo he comentado, pero allí los cubiertos no existen y por lo que puede observar, nadie los pide ni los echa en falta.

Arroz con verduras

Y hasta aquí llego mi comida porque, como he comentado, el postre establecido es fruta y ella y yo no nos llevamos demasiado bien jeje. En nuestro caso sacaron un plato mediano con uvas. De todas formas, como mi curiosidad seguía latente, me levanté para ir al aseo y de paso, ver el resto del restaurante. Al acercarme a la barra vi que la tenía llena de bandejas con lo que para nosotros sería el equivalente de una barra de tapeo. Sinceramente, no sé que es cada cosa pero tengo la ligera sensación que forman parte de la selección de aperitivos fríos de la carta .

Barra con aperitivos

Por otra parte, también me llamó la atención la nevera de marisco y pescado que tenían (tipo marisquería) y en la que puedo destacar la bandeja de anguilas que estaban vivas y retorciéndose (si, es algo muy agradable de ver) . Este detalle tampoco es muy usual en lo que «hasta ahora» yo entendía que era un restaurante chino.

Nevera de marisco y pescado

En fin, ha sido una interesante experiencia que pienso repetir en cuanto pueda. Respecto a las leyendas y comparativas que comentaba en el anterior post sobre el tema puedo concretar que, efectivamente:

1. En el chino auténtico sirve guisos brutales hechos con partes poco nobles de animales, que llevan la casquería a una dimensión desconocida.

2. En el chino auténtico comen chinos, doy fe.

3.En los chinos auténticos sólo suele haber una persona que sabe algo de castellano, y las equivocaciones con lo que has pedido son frecuentes. Pero es parte de su encanto, y así descubres nuevos platos. En el caso del Ruyi, esto es una verdad a medias ya que los camareros que nos atendieron hablaban español perfectamente, de hecho, la traducción de la carta es un ejemplo del control del idioma.

4. El chino es barato. El chino auténtico es igual de barato y comes como un emperador de la dinastía Ming (O casi). Nuestra cuenta, para 4 personas con bebida incluida ascendió a 36€ y la verdad es que nadie salió con hambre.

Recomiendo muy mucho la visita a Ruyi, merece la pena abrir un poco más nuestras miras gastronómica y quien sabe, igual os terminan gustando las leguas de pato 😛

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