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La virgen de plástico: Apuesta por el cómic europeo
…y digo Europeo por no decir directamente francés, que es de donde ya estamos acostumbrados que venga el 75% del cómic europeo, obras todo sea dicho, de una madurez y calidad extraordinarias. Con el curioso nombre de «La virgen de plástico» se nos presenta una obra que aborda con cercano humor la dificultad que genera la convivencia entre tres generaciones y a pesar de que está ambientada en algún punto de Francia, cuenta una historia que podría ocurrir perfectamente en cualquier pueblo del interior de España. Yo al leerla me he llevado una grata sorpresa y ha habido momentos en que este sorprendente cómic me ha resultado muy familiar, no tanto por el argumento lógicamente, pero sí por las escenas divertidas y caricaturescas que se producen en algunos momentos del mismo.
El original argumento gira entorno a una abuela muy devota que regresa a casa después de ir a Lourdes y un abuelo profundamente comunista componen la primera generación de esta familia, que convive en un viaje constante entre la cohesión y el enfrentamiento. Es una comedia humana en toda regla, una obra ambientada en una provincia cualquiera del interior de la Francia de ahora mismo, en el seno de una familia, los Garnier ( no los del champú 🙂 ), tan funcional o disfuncional como cualquiera, y donde los principales conflictos parten del antagonismo entre los suegros: un matrimonio de ancianos donde él es un rancio y cabezón comunista convencido que reniega de todo sentimiento religioso y ella una devota incondicional de la Virgen de Lourdes.
El conflicto principal alrededor del cual se construye el relato da comienzo con el regreso de la mujer del viaje de peregrinación a Lourdes en compañía del párroco y otros feligreses de la tercera edad. A su vuelta, la señora se trae consigo como souvenir una figura de plástico de la Virgen rellena de agua bendita, que coloca enseguida sobre el televisor pasa a decorar el salón para enfado de su esposo. Pero lo que en un principio no iba a pasar de ser un altercado familiar se complica mucho más cuando la figura parece empezar a llorar sangre. La religión no es un tema que preocupe durante el relato y en buena parte no deja de ser una excusa para reflejar y estudiar los comportamientos dentro del seno de una familia tipo de la clase media-baja contemporánea; un grupo humano integrado por varias individualidades, cada una con sus propias preocupaciones: el matrimonio que tiene que bregar con los padres de ella, el típico cuñado listo y aprovechado y su interés por el fútbol, o los citados intereses, absolutamente dispares, del matrimonio de ancianos, sirven como motor de arranque de varios conflictos con los que te identificas en todo momento. En un pueblo en el que los prejuicios y los chismes están a la orden del día, la familia Garnier tampoco pasa inadvertida, ni tampoco los gritos y las peleas que se escuchan con fuerza a pie de calle.
La Virgen de plástico ha sido creado por dos autores consagrados en el mundo de la historieta francesa, Pascal Rabaté y David Proudhomme, y está editado, como no, por NORMA, un sello que apostó por la calidad de formatos y contenidos una vez tuvo que enfrentarse a la desaparición en su porfolio de las línea DC y Marvel, adquiridas a golpe de talonario por el Grupo Planeta. Ha recibido también el Premio Esencial del cómic de Angoulême en 2008 y tiene la peculiaridad de no pertenecer a un género con un público muy marcado.
¿Para que queremos guerras, pudiendo tener Cómics?
Hace 20 años este monumento hubiera sido intocable. Un mirar y no tocar, vamos. Pero despues de la caída del muro de Berlín, todas aquellas estatuas que celebraban el comunismo son presa facil para los artistas del graffiti. Un anomimo artista ha transformado a los soldados rusos del Ejercito Rojo en la ciudad bulgara de Sofía en superheroes y simples muñecos de cómic. Todavia no se sabe quien ha sido el artista que ha realizado las pintadas bajo el lema «Moviendonos con el tiempo». El gigantesco monumento fue construido para conmemorar el 10º aniversario de la liberación de Bulgaria en 1944, y es considerado como el ejemplo principal del realismo socialista poderoso del periodo. Este lugar de honor se trata de un soldado del Ejercito Rojo encima de una columna, rodeada por grupos animados esculturales de hierro fundido que representan a soldados decididos, que agitan el arma y miembros del proletariado.