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Restaurante Familia y Amigos de Alicante
Publicado por Oskar García
Grata experiencia gastronómica en el Restaurante Familia y Amigos de Alicante (enfrente del conocido Tribeca). Con apenas 12 días abiertos, recibo la invitación para visitarlos de su community manager (muchísimas gracias por la deferencia) y acepto encantado y con ganas de seguir viendo nuevas propuestas se están cociendo por Alicante. Me acompaña y una gran amiga y compañera de oficio y al entrar en el local lo primero que se puede observar es su luminosidad, un ambiente cálido y unos tonos azul pastel en la pared muy acertados. La verdad es que la estancia es muy agradable y tanto el mobiliario como las sillas están seleccionadas con mucho gusto. Confortable es la palabra con lo que lo definiría. Además, dispone de una segunda planta, con capacidad para 60 personas, algo privilegiado de lo que muy pocos pueden presumir en el centro de Alicante.
Somos recibidos por la jefe de cocina, Maria Gracia Mateu, una excelente cicerone que nos cuenta ‘la curiosa historia’ de como un gerundense curtida en los fogones y enamorada de nuestra tierra alicantina se lanza a la aventura de abrir un establecimiento en la ‘millor terreta del món’. Maria Gracia es una persona encantadora, agradable, que quiere evolucionar, en constante aprendizaje, a la que Alicante ha ‘enganchado’ tanto que quiere conocer hasta la última de sus tradiciones culinarias para ponerlas en práctica para no dejar nunca de formarse, como debe ser. Y es que, el planteamiento de Familia y Amigos es muy simple, aunque está cargado de complejidad y emotividad gastronómica: Ofrecer al cliente pocas ‘florituras’ en el plato pero si evocarle sabores tradicionales, de nuestra niñez, de nuestras tías, de nuestras abuelas, en definitiva, la cocina que uno podría comer en su casa y que le prepara su madre cada vez que va a visitarla. Ese es el planteamiento y a juzgar por lo que he podido comprobar in situ, las perspectivas son muy halagüeñas.
Disponen de un menú que cambia a diario y de una carta bien estructurada con precios bastante equilibrados. Pienso que no hay mejor forma de comprobar como se defiende un restaurante en el cuerpo a cuerpo que pedir su menú del día, y eso hacemos. Este consiste en un entrante fijo y tres platos a elegir entre varias propuestas incluyendo el postre, todo por 12€.
El entrante es una crema de calabacín muy gustosa servida en vaso original de capuccino. Bien de sabor aunque algo limitada de cantidad (¿y que tal con un par de mini croutons caseros?), si bien creo que estamos hablando de un detalle de la casa muy fácil de tomar y que no necesita de la cuchara. Como primer plato mi compañera de armas (cuchillo y tenedor) elije unos guisantes con jamón y yo unas patatas a la riojana. Empezaría por destacar que las cantidades son abundantes, como en casa de nuestra madre, y que la materia prima es más que correcta. Sobre los guisantes me comenta mi partenaire que está acostumbrada a comerlos mas secos, pero que están muy sabrosos. Las patatas están muy buenas también y van acompañadas con chistorra. Por poner un pero diré que a mi me gusta la patata mas durita pero esto va a gustos.
Mientras llegan los segundos y terminamos con los primeros, somos obsequiados con unos platillos a modo de degustación: Un hummus con tostas caseras muy rico y con un sabor a comino muy pronunciado, unas lonchas de berenjenas con salsa se tomate ‘al estilo de mi tía’ que se deshacen en la boca y lo que mas nos gustó, un canelón ‘de la abuela’ de acertadísima textura y que tenía una bechamel espectacular, un relleno sabroso y un punto tostado muy acertado.
Llegan los platos fuertes: Salmón al papillote con juliana de verduras y Ragú de ternera. En cuanto al salmón poco que destacar, bastante correcto. Tan solo compartir en voz alta las reflexiones que hicimos allí: Que la elaboración en papillote quizás no sea la mejor para este tipo de pescado y sobre todo, que estando a escasos metros de la costa mediterránea habría que apostar por unos pescados de la zona que encajen en la filosofía de un menú de este tipo que haberlos hailos. Con el Ragú se me reproduce en la boca el síndrome ‘El Almendro, vuelve a casa por navidad’ ya que tras el primer bocado, soy tele-transportado a la cocina de mi madre pues es un plato que ella hace habitualmente y el sabor de este se mimetiza con el suyo. Muy rico y cantidades igualmente generosas.
Por culpa de nuestra mala planificación y mirando de reojo el reloj tenemos que finalizar la comida y renunciar a uno de los cinco postres que propone el menú del día, aunque también es justo decir que llegados a este punto estamos hasta arriba: Isla flotante, Flan de pasas, Fruta de temporada, Helado o Yogurt. Antes de irnos, compartimos con Maria Gracia unos minutos para intercambiar sensaciones y también unas trufitas y merenguitos caseros en versión petit fours para irnos de allí con una sensación mas dulce si cabe de la que ya nos llevábamos.
Por resumir, me quedo con las ganas de la cocinera jefe de no dejar nunca de aprender y simplemente comentar que como aspectos a tener en cuenta, hay que pulir detalles, mejorar algo los tempos, el control de mesas en sala y en definitiva, hace falta un poco mas de rodaje, pero con tan solo 12 días abierto y la filosofía que se han marcado, lo que están haciendo es de nota alta y creo que el Familia y Amigos promete dar que hablar en la ciudad de Alicante. 🙂
Publicado en COMER, BEBER Y AMAR, VISITE NUESTRO BAR
Etiquetas: alicante, amigos, familia, familia y amigos, restaurante, tribeca
Cocina & Amigos, una combinación ganadora
Publicado por Oskar García
Cocinar para mi es, más que una obligación, un absoluto placer. Sin ser profesional de esto (ni acercarme ni de lejos), el rato que puedo pasar en la cocina haciendo preparativos no lo cambio por nada en el mundo ya que son momentos en los que estoy desvirtualizado del mundo (tanto del 1.0 como del 2.0), pongo el iPod en el soporte de altavoces, me abro una cervecita y a partir de ahí comienza la sesión.
Suelo anticipar los preparativos de las comidas/cenas todo lo que puedo. Por una parte me ayuda a adelantar mucho el trabajo, me facilita las cosas, y por otra parte, me permite estar con los invitados mas tiempo departiendo charla y viandas, aunque yo siempre les pido un poco de paciencia y que por favor, no me tengan el estar entrando y saliendo todo de la cocina en cuenta, ya que para esto de guisar soy muy particular, y por regla general no me suele gustar que nadie me interrumpa mientras cocino (manías de uno).
Esto también tiene sus contras, y es que el mismo día que tenía programada esta cena, se celebraba la comida «no oficial» de compañeros del Curso de Experto Universitario Community Manager y no pude asistir ¡que rabia!, pero bueno, no se puede tener todo en la vida. El caso es que el pasado sábado día 4 de junio 2011 tuve invitados en casa, que son además, amigos y compañeros de fatigas en el Ayuntamiento del que he sido Concejal hasta la fecha. La cena era una excusa para reunirnos, departir, pasar un buen rato y reirnos todo lo posible, y para esta ocasión tan especial, pensé que la cena debería ser mas próxima a un concepto Gastrobar que a algo mas tradicional.
En fin, la cosa comenzó con propuestas de cucharita y vaso, y en primer lugar hice una ensaladilla tradicional con una mayonesa muy ligera, donde el matíz lo ponían una cúcula de aceituna negra del bajo aragón laminada y unas gotitas de aceite de trufa negra.
Luego continué con otra cucharita, pero esta vez de una albondiga hecha con carne magra, panceta y miga de pan, todo ello acompañado de una reducción de salsa de verduritas (zanahoria y cebolla) y que acabé coronando con un pequeño crocanti de pistachos.
Continuamos con un vasito que contenía una brocheta de corazón de alcachofa en una fina tempura, rellena de un foie de sabor no demasiado pronunciado ya que el pintxo tenía una salsita de almendras con un matiz tirando a salado, cosa que le daba al conjunto el punto de sabrosidad que requería.
Luego, una novedad en la casa: Cuchara de pollo marinado en soja japonesa «kikkoman» acompañado de una glasa de limón del terreno, de Callosa. El marinado procuré que fuera el justito para que junto con el dulzor del limón, tuvieramos en boca un contraste que yo defino como «el mejor del mundo» que no es otro que combinar el dulce y el salado.
Para desengrasar un poco, nada mejor que una lasañita de un magnífico queso tierno manchego (de La Roda) con un mango variedad avión, aceite de oliva de Sella y una vinagreta del jugo del mismo mango y vinagre de sidra.
Despues, proseguimos con un vasito donde preparé una bruinosse de verduritas (calabacin, cebolla y zanahoria), una vieira braseada, aceite manchego de cornicabra y cúpula de huevas de trucha con unas escamitas de Maldón. Los comensales comentaron que esta combinación estaba especialmente buena.
Durante parte de la cena, tuvimos en el centro de la mesa ese gran invento que ahora está tan de moda llamado pan de cristal. Es difícil de conseguir y además, como buen producto de tendencia, es banstante caro (3,5€/barra) pero la verdad, es un placer poder degustarlo con un buen chorro de aceite ecológico de prensado frio y primera extracción de arbequina y además, unas lonchas de ese tesoro nacional que es el jamón Joselito y que uno de mis amigos tuvo a bien traernos como presente, y del que dimos buena cuenta. Mi aportación al pan fue una compota de mermelada de tomate combinada con el aceite antes mencionado.
¿Porque no seguir nuevamente con algo original? Pues bien, no se me ocurrió otra cosa que poner en una vasija 4 calamarcitos que habíamos guisado en cebolla muy pochada, que luego pasamos por turmix para hacer una salsa consistente, a la que acompañamos con unos crujientes de vegetales fritos que le daban contraste, colorido y un punto de sabor: Remolacha, zanahoria y yuca.
Tras este platito, nos dirigimos directamente al «plato fuerte» de la noche. La idea inicial era hacer un solomillo con patatas y guarnición pero…. ¿porqué no ser un poco irreverente y hacerlo mas original? Pues eso traté de hacer, y el plato al final se convirtió en un Martini en dados de solomillo iberico braseado, espuma de patata, boletus y reducción de vermouth alicantino.
Despues del «invento» pasamos a la parte dulce y esta comenzó con un prepostre elaborado con un bizcocho de chocolate que había traido una de las parejas invitadas. Aprovechando el mismo para hacer pequeñas rebanaditas, las rellenamos con nísperos (ahora estan perfectos) cocinados al fondillón alicantino y fueron presentados como una pequeña brocheta.
Finalmente, llegó la eclosión con un final felíz, como no podía ser de otra forma. Una torrija de temporada sobre una sopa de chocolate blanco y yoghurt griego, con una quenelle de helado casero de turrón. Todo ello estaba regado con el «jugo» o aceite que suelta el turrón a la piedra y unas laminitas de almendritas tostadas (y saladas) como esas que ponen en los bares (por aquello que comentábamos, el contraste).
En fin pilarín, luego pasamos a los cafés, infusiones & Gintonics de los que seguramente postearé mas de una vez ya que tengo el privilegio de ser amigo de uno de los tipos mas creativos, imaginativos y autodidáctas en el mundo de la coctelería del mismo. Próximamente os hablaré de Pipo Fuster y su Pipo’s Events. Aqui os dejo una foto final, donde aparezco yo, como siempre, diciendole a los invitados que tengo la sensación de haberme quedado corto de comida. La respuesta siempre es la misma jajajaja y enseguida se ponen todos a decirme que si estoy loco o qué…. y eso es lo que pienso yo, que cada día estoy mas chiflado y enamorado del universo que hay tras la puerta de mi cocina.
Agradecimiento final a mi amigo Alfonso Berenguer por el detallazo de traerse su cámara reflex ultramegafashion (sin SD ni casi bateria por cierto) y pasarse parte de la noche haciendo fotos para que su amigo Oskar García las pudiera utilizar en este post. ¡¡Mil gracias tio!!
Publicado en COMER, BEBER Y AMAR
Etiquetas: alicante, amigos, cena, cocina, gastrobar, gastronomía