Taberna La Daniela de Bernabéu (Madrid)

Fachada de La Daniela Bernabéu

La semana pasada tuve que pasar una jornada por motivos profesionales en Madrid y como iba a desplazarme finalmente en coche y además, iba a estar acompañado por mi amigo Pere, que al igual que yo, es una persona que no se caracteriza por padecer anorexia, aproveché para preguntar en mi grupo en facebook de gastroadictos donde podría comer un típico Cocido o Callos porque al margen de ser ‘de obligado cumplimiento’, nos apetecía mucho antes de que hiciera mas calor. La verdad es que cuando hice la pregunta se me facilitaron multitud de opciones (¡muchísimas gracias!) pero por precio, pero sobre todo ubicación hubo una que me llamó la atención especialmente: Taberna La Daniela de la zona Bernabéu (Gracias Luis Perez). He de decir que Madrid estaba precioso, soleado, limpio y que además, fue un placer poder conducir por sus grandes avenidas (si, no estoy loco), de verdad, sin un pitido, sin una estridencia… vamos, que de inicio me impacto ya que esperaba encontrarme otra cosa, incluido un trato mas, digamos ‘seco’ por parte de la gente y al contrario, muchísima amabilidad y simpatía, lo cual es siempre de agradecer y que fue pagado lógicamente con la misma moneda.

Bien, pues ni cortos ni perezosos y GPS en mano a las 2 como un clavo nos sentábamos en La Daniela para disfrutar de una merecida recompensa en forma de festín gastronómico. La Taberna tiene una imagen exterior muy agradable que refrenda por dentro. Decoración castiza, alicatado de época, muebles sobrios y en su conjunto, es mas o menos lo que uno espera encontrar en un establecimiento así, si bien también os digo que el ‘aire’ a franquicia reproducida en serie se palpa en el ambiente. Cuando nos sentamos, encontramos en mesa el primer detalle con el que ya empezábamos mal: Aceitera y Vinajera rellenables y no las preceptivas que indica la actual normativa.

Aceitera y Vinaje rellenable

En mesa había una gran carta que únicamente presentaba su plato estrella: El Cocido. Además, lo hacía con grandilocuencia y prosa, contando su historia y modo de presentación de esta guisa (copiado de la web, no tengo tanta memoria): «Nuestro cocido madrileño a los tres vuelcos – sota, caballo, y rey, es decir, la sopa, los garbanzos con verduras, y por ultimo las carnes. Primer vuelco: ¨Sota¨ La Sopa, Nada mejor que la sopa que sonroja las mejillas y entra sola calentando de la nuez a la espinilla. Segundo Vuelco: ¨Caballo¨ Garbanzos y verduras. Los gabrieles son las joyas de este bendito Madrid los comemos remojaos con vinillo del país. Tercer vuelco: ¨Rey¨ Carnes Las carnes engalanadas terminan la ceremonia es ‘pa’ chuparse los dedos y ‘pa’ rebañar la olla.» La propuesta tenía un precio de 25,60€ por persona (IVA sin especificar, quedando la duda). Lo que si que se encargó de especificar el camarero a la mesa de al lado (pero yo puse la antena wireless), que era una mesa de 4 personas, fue que el cocido era POR PERSONA, NO HA COMPARTIR. Luego veréis porque destaco esto. Mi compañero de mesa quería cocido y a mi también me apetecía probarlo, algo, pero también mas cosas, así que pedimos la carta o al menos, el resto de propuestas y nos la trajeron, y con ella, el segundo detalle llamativo y que al menos para mí resulta incompresible…

Carta con precios en Barra o Mesa

¿Lo veis? Precios de Barra o Mesa…  ¿Pero esto porqué? ¿Van a dejar en el ‘banquillo’ a los camareros si yo como en barra y ese tiempo no les va a contar laboralmente? Me parece una práctica que se debería erradicar de la hostelería cuanto antes, lo digo sinceramente. Además, si vais al detalle os volveréis un poco majaretas porque hay incrementos desde 0,50€ hasta 1,20€ ¡por el mismo plato! Se da ademas la circunstancia de que nos sentaron al lado de la zona por donde sacaban la comida de la cocina, osea que por metros de desplazamiento no sería, pero es que además, el local parece que tiene una barra grande pero realmente tiene una barra mínima y casi inexistente, con lo que las posibilidades de comer en barra son yo diría que ninguna. Añadir adicionalmente como dato anécdotico también que cuando visito un Restaurante chino, no espero encontrarme con personal español, con un hindú ídem, pero en un Restaurante de comida madrileña típica y centenaria si que lo esperaría, pero allí no había ninguno trabajando, eran todos latinos, el físico ya lo anunciaba y la forma de hablar lo confirmó y además iban vestidos con un uniforme clásico, viejuno y que debía hacerles pasar un calor horrible, seguro. Hablo de los hombres, porque las mujeres iban vestidas con un uniforme mas propio de asistenta o chacha doméstica al estilo ‘Petra, criada para todo’ del gran dibujante Escobar que yo recordaba haber visto únicamente en el Café Gijón y no se si es un estándar del modelo hostelero de la capital de España o cosas puntuales. No es una crítica, a mi si la comida esta buena me da igual quien la haga, es que quizá yo esperaba, erróneamente claro, que la responsable del cocido tras lo que me habían vendido en la carta sería una entrañable abuelita madrileña que llevaba 40 años cocinándolo. En fin, que a veces uno también fantasea gastronómicamente y pasa lo que pasa.

Establecimiento, cañitas, inicio de mesa y cuenta final

Bueno, con ganas de comer por fin pedimos 2 cañas (2,90€ cada una) que fueron servidas en vaso grande, fresquitas y con la espuma perfecta y llegaron a la mesa unos aportes en forma de 2 panecillos planos y muy sabrosos, algo parecido a tomate con ajo o salmorejo para untar y un platito con guindillas o ‘vironets’ y cebollitas encurtidas en vinagre. Tras esto nos tomaron nota y ya que estábamos ‘madrileñeando’ nos decantamos por 3 clásicos: Cocido, Calamares y Callos, la A y la Z de la cocina chulapona. A la hora de pedir y tras oir la conversación mantenida con la mesa de al lado, le especifiqué al camarero que los calamares irían al centro, que mi plato fuerte serían los callos y que el cocido era para mi compañero pero que yo lo iría probando, y este no puso ningún reparo. Lo primero que llegó a la mesa fue la sopa y he de decir que entre los cubiertos que teníamos cada uno se encontraban los servicios de sopa: Plato hondo y cuchara. Bien, la sopa llegó en una sopera donde habría aproximadamente unas 4 raciones generosas y tanto Pere como yo nos servimos, él de forma generosa y yo algo menos pensando en el resto de mi comida. Decir que estaba sabrosa, con buen color pero nada grasosa y con el fideo algo pasado de cocción eso sí. Estábamos dando buena cuenta de la sopa cuando llegó el plato de calamares a la andaluza acompañados con un poco de mahonesa con un puntito de ajo: Buena cantidad, textura algo gomosa, fritura correcta y sabor mas que agradable. Nada que objetar. Sin embargo, mientras mi compañero se volvía a servir un poquito mas de sopa llegó el tercer detalle feo no, feísimo del día: El camarero sin preguntarme si quería mas o había acabado me retiró el plato y la cuchara y se quedó tan pancho. Ni un comentario. Yo esto lo interpreto solo de una forma: «Mira, te he dejado comer sopa pero no te creas que vas a comer mas si no pagas un servicio completo de cocido» ¿A que suena ridículo? Pues así me sentí yo, como si me estuvieran vigilando y que tuviera que probar el cocido a ‘hurtadillas’, me sentí francamente mal, porque no nos engañemos, yo iba a disfrutar, no a someterme a una auditoria gastronómica ni a vigilancia intensiva. He de añadir también que el resto de la comida que pedimos, equivalía en precio al Cocido, con lo que tampoco nadie nos podía decir que éramos 2 listos que querían comer cocido al precio de uno. Como digo, situación violenta y a mi personalmente me condicionó el resto de la comida… «Gran Hermano te vigila, cuidado«, vaya tela.

Sota, Caballo y Rey juntos, Calamares andaluza y Callos

Paralelamente llegó a la mesa mi cazuela de callos y el resto del cocido, que en vez de llegar en dos fases como anunciaba la carta «caballo y Rey», llegó todo junto y contado. En la bandeja había garbanzos, tocino, morcillo, pollo, jarrete,jamón, pelota, chorizo, morcilla, zanahoria y patata. En ese momento, el camarero, en un acto de generosidad y rizando su anterior rizo, nos preguntó si ¡¡¡queríamos mas sopa!!! ‘Claro claro, me la pones en un vaso de tubo y me traes una pajita’ pensé yo. En fin, pan en mano me puse manos a la obra con los callos y he de reconocer que fueron de los mejores que he comido. La cazuela estaba ardiendo eso sí, pero disfruté como un enano con unas cantidades abundantes, trozos grandes, la morcilla, el chorizo y si tengo que destacar algo fue su sabor y sobre todo, el punto perfecto de picante para mi, muy muy acertado y que compensé con otra caña adicional. Pere, que se había centrado en el cocido, me ayudó con un par de tientos y por supuesto, cayeron todos.

Yo también le ayudé a el con algo del cocido, pero ya no fue lo mismo, se había ido la magia a tomar por saco. Lo que probé estaba bueno, pero sinceramente, no creo que lo que nos pusieron pueda costar 25,60€. No, ni por asomo. La materia prima era normal tirando a buena, pero da la casualidad que el domingo pasado mi suegra hizo ‘Olla amb pilotes’ que viene ha ser prácticamente lo mismo pero con un pelota con col adicional y los mismos ‘gabrieles’ (además, ella puso mas cantidad de todo) y pensé que si le llego a comentar que los 4 que comimos hubieramos pagado mas de 100€ por aquello, inmediatamente abriría una franquicia de Puchero con Pelotas. Sinceramente, creo que no se sostiene por ningún lado, o al menos, no lo hace en este local y además, con la restricciones tan violentas e incomodas a lo que lo someten.

En fin, cuando terminamos de comer y tras lo vivido, ambos decidimos que no íbamos a tomar ni postre ni café, mostrando de esta forma nuestra amplia decepción por lo ocurrido, pero sin estridencias. Con buenas palabras solicitamos la cuenta y aquí si que me pude llevar un par de alegrías que es justo que destaque: Por un lado los precios que ví en la carta correspondían con los de la cuenta, con lo que llevaban el IVA incorporado (si bien incluían el injustificable extra por servicio en mesa) y por otro, ni el pan ni su acompañamiento ni encurtidos habían sido cobrados, que me pareció francamente justo y así lo reseño como un buen detalle. El total fue de 59,20€. Poco mas (ni menos), nos fuimos a por el coche y al salir de la ciudad rumbo a Alicante nos quitamos el mono dulce en un área de servicio con un par de Magnums y es que el que no se consuela es por que no quiere. 😉 

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Publicado el 13 abril, 2014 en COMER, BEBER Y AMAR, VISITE NUESTRO BAR y etiquetado en , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

  1. que lastima, vivo en Ecuador y son diferentes las comidas que se hacen, restaurantes asi no hay en Sudamerica, talves se encuentren unos 2 de aquellos en cada pais.

  2. Michael Derrikson

    Se, como buen cliente de la Daniela (me pilla a 200 m del trabajo y llevo dos años comiendo ahi por lo menos una vez a la semana) que no es una franquicia. Todas las Danielas tienen el mismo dueño.

    Hay que decir que tiene razon, te quitan el plato de la sopa sin preguntar, pero uno siempre puede decir «ay, espera, que voy a tomar mas sopa» y seguro que te devuelven el plato o incluso te ponen un plato limpio. Me parece un poco exagerado decir que algo tan simple les ha ruinado la comida.

    25, casi 26 euros a mi no me parece tan caro. Ten en cuenta que por ese dinero, no te vas a quedar con hambre, y que puedes repetir lo que quieras. Si quieres mas chorizo, pues te dan mas chorizo. Mas zanahoria, toma, mas zanahoria. Cualquier otro restaurante te cobra mas a menos lo mismo si pides un entrante mas un plato mas serio.

    • Gracias por sus comentarios. No necesariamente tiene que haber distintos dueños para que uno tenga la sensación que está bajo un modelo franquiciado.

      Por otra parte, a mi si me parece un pésimo detalle la retirada del plato sin preguntar, mas cuando solo se retiró el mío, no el de mi compañero, que casualmente era el ‘titular’ del cocido.

      Finalmente comentarle que no es caro, es MUY caro y el hecho de que en el resto de establecimientos este a igual o mayor precio no implica que su coste este ajustado a su valor real, si bien uno puede pedir lo que considere y el cliente elegir si lo paga o no. Yo desde luego no volveré a hacerlo. Saludos.

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