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En esta sección os iré contando aquellas experiencias gastronómicas que, por alguna buena razón, merezcan la pena ser compartidas, porque como dice mi madre: ‘en esta vida de todo se aprende’ ;)
Arrocería La Marina (Club de Tenis La Marina) de Alfaz del Pi
Publicado por Oskar García
Visita a Arroceria La Marina. Buscando sin planificación previa un sitio donde comernos un buen arrocito intentamos ir a un par de sitios a Benidorm pero fue misión imposible ya que a a pesar de que muchos de los visitantes ya se habían ido, la ciudad seguía igual de atestada que durante el finde y me ha resultado imposible aparcar en un lugar relativamente cercano a los 2 locales que teníamos intención de sondear, y además, luego hemos pensado que seguramente estarían ambos a partir con lo que hemos iniciado rumbo al Albir y antes de llegar, recordé una reciente crónica de mi amiga Eva María Graña sobre una arrocería que nos pillaba de paso y decidimos probar.
Lo primero a comentar es que el Restaurante está englobado dentro de un Club de Tenis con pistas de tierra batida homónimo y donde también se puede jugar al padel. Es un sitio rodeado de naturaleza, amplio, alejado del parking y donde los peques pueden jugar con alguna atracción (sin coste) como un castillo hinchable. Entrando en materia (y en el restaurante) nos comentan que hoy no tenían menú por ser festivo mientras pasamos al salón, de corte clásico clásico y que inauguramos con nuestra presencia (3 pax + bebé) si bien se fue llenando conforme avanzó el reloj. Mientras ojeábamos la carta pedimos 2 martinis rojos y una cañita, que fueron acompañados por unas olivas partidas caseras aliñadas con hinojo sensacionales. Como yo tenía bastante hambre me dejé llevar un poco y pedimos 3 entrantes y un arroz del senyoret para 3 igualmente. Creo que la elección fue errónea y al final os explico porqué.
Lo primero que llegó a la mesa fueron 3 panecillos muy ricos con alioli industrial y tomate rallado con acetite. En ningún momento nos preguntaron si lo queríamos o indicaron si tenían coste. Como ya he comentado en alguna ocasión, soy muy panero, así que en estas circunstancias yo no rechisto. Apareció el primer entrante: Ensalada con Ventresca y Pimientos, pero lo que llegó a mesa fue mas bien Tomate trinchado con ventresca. Buen aspecto y buen sabor pero a mi esto me jode, y lo hace porque yo no puedo comer tomate natural y entiendo que hay diferencia entre el concepto «ensalada» y el concepto «tomate trinchado» y para mi, lo que se ve en la foto no es una ensalada, así que me tuve que ‘joder’ y comer del plato como las gallinas, es decir, picando en plan ‘asquerosito’ y procurando coger trocitos de cosas que no tuvieran sabor ni hubieran tenido contacto con el tomate. Mi mujer y mi madre (el resto de comensales) comentaron que estaba muy bueno, y me alegro, pero no era la ensalada que me hubiera imaginado con su pimiento asado. De todas formas, el plato malo malo malo fue el siguiente: Revuelto de ajetes, setas y gambas. Como veis, yo lo hubiera definido mas bien como «Ajetes en aceite» porque es lo que era. El huevo ni estaba ni se le esperaba, las gambitas de bolsa de esas que cuando las hacen se quedan en nada, las setas escasas y todo el conjunto chorreando aceite de forma exagerada. Sinceramente, no recuerdo haberme comido un revuelto tan malo nunca… menudo comienzo, dos de dos. Todo esto lo mojamos con una clásico de los clásicos: Antonio Barbadillo que me pareció que a 9€ tenía un precio mas que correcto. Nada que objetar.
Por fortuna el resto fue para remontar y continuamos con unos mejillones al vapor mas que correctos (no hice foto con el cabreo del revuelto) y de tamaño medio-peque. Ración generosa y buenos de sabor, pero vamos, mejillones al vapor al fin y al cabo que si la materia prima es buena, requieren de poco misterio y preparación. En fin, menos mal que el arroz del senyoret compensó la tendencia mediocre-negativa y nos permitió disfrutar de la comida por fin. Lo sirvieron al centro de mesa por petición expresa nuestra y fuimos comiendo de la paellera. Eran 3 granos de grosor, un punto y temperaturas perfectos. Por si alguien no lo conoce, el arroz del senyoret (señorito) se llama así porque es como un ‘a banda’ pero tiene trocitos de gamba, sepia, calamar, etc… todo peladito para que ‘el señorito’ no tuviera ni que molestarse ni mancharse las manos ;). Yo repetí 2 veces, mi mujer también, mi madre casi y mi peque Leo que tiene 18 meses se lió la manta a la cabeza y cucharón en mano empezó a comer y no paraba ¡que risa nos hizo pasar! Fue la mejor señal para constatar que era un arroz sabroso,de cantidad considerable y realmente bien hecho. (11,50€ x pax).
Como he dicho, por una mala planificación por nuestra parte, el tiempo se nos echó encima y nos esperaban en otro sitio para una visita familiar, con lo que tuvimos que renunciar en esta ocasión al postre y al café, pero he de decir que la carta anunciaba que todos eran caseros y pude ver como a la mesa de al lado le sacaban un par de porciones de tiramisú y cheesecake y la pinta desde luego era muy apetecible. Os puedo comentar como conclusión que si vais, 2 o 3 personas, pidáis un único entrante, el arroz que mas os guste y un par de postres para compartir. Comeréis sensacional y muy bien de precio. Nosotros finalmente salimos a 26€/pax (pero sin postre ni café) siendo el total de 78,50€. El IVA estaba incluido en los precios (bien) pero si hablamos del pan y sus técnicas de ‘endosamiento’, aquí nos cobraron a 1,50€/pax sin anunciar ni especificar como he dicho. Espero que estos detalles mas propios de una hostelería viejuna que de una que quiere realmente evolucionar se vayan corrigiendo.
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Publicado en COMER, BEBER Y AMAR, VISITE NUESTRO BAR
Etiquetas: arrocería, arrocería la marina, arroz, la marina, señoret, senyoret
Taberna La Daniela de Bernabéu (Madrid)
Publicado por Oskar García
La semana pasada tuve que pasar una jornada por motivos profesionales en Madrid y como iba a desplazarme finalmente en coche y además, iba a estar acompañado por mi amigo Pere, que al igual que yo, es una persona que no se caracteriza por padecer anorexia, aproveché para preguntar en mi grupo en facebook de gastroadictos donde podría comer un típico Cocido o Callos porque al margen de ser ‘de obligado cumplimiento’, nos apetecía mucho antes de que hiciera mas calor. La verdad es que cuando hice la pregunta se me facilitaron multitud de opciones (¡muchísimas gracias!) pero por precio, pero sobre todo ubicación hubo una que me llamó la atención especialmente: Taberna La Daniela de la zona Bernabéu (Gracias Luis Perez). He de decir que Madrid estaba precioso, soleado, limpio y que además, fue un placer poder conducir por sus grandes avenidas (si, no estoy loco), de verdad, sin un pitido, sin una estridencia… vamos, que de inicio me impacto ya que esperaba encontrarme otra cosa, incluido un trato mas, digamos ‘seco’ por parte de la gente y al contrario, muchísima amabilidad y simpatía, lo cual es siempre de agradecer y que fue pagado lógicamente con la misma moneda.
Bien, pues ni cortos ni perezosos y GPS en mano a las 2 como un clavo nos sentábamos en La Daniela para disfrutar de una merecida recompensa en forma de festín gastronómico. La Taberna tiene una imagen exterior muy agradable que refrenda por dentro. Decoración castiza, alicatado de época, muebles sobrios y en su conjunto, es mas o menos lo que uno espera encontrar en un establecimiento así, si bien también os digo que el ‘aire’ a franquicia reproducida en serie se palpa en el ambiente. Cuando nos sentamos, encontramos en mesa el primer detalle con el que ya empezábamos mal: Aceitera y Vinajera rellenables y no las preceptivas que indica la actual normativa.
En mesa había una gran carta que únicamente presentaba su plato estrella: El Cocido. Además, lo hacía con grandilocuencia y prosa, contando su historia y modo de presentación de esta guisa (copiado de la web, no tengo tanta memoria): «Nuestro cocido madrileño a los tres vuelcos – sota, caballo, y rey, es decir, la sopa, los garbanzos con verduras, y por ultimo las carnes. Primer vuelco: ¨Sota¨ La Sopa, Nada mejor que la sopa que sonroja las mejillas y entra sola calentando de la nuez a la espinilla. Segundo Vuelco: ¨Caballo¨ Garbanzos y verduras. Los gabrieles son las joyas de este bendito Madrid los comemos remojaos con vinillo del país. Tercer vuelco: ¨Rey¨ Carnes Las carnes engalanadas terminan la ceremonia es ‘pa’ chuparse los dedos y ‘pa’ rebañar la olla.» La propuesta tenía un precio de 25,60€ por persona (IVA sin especificar, quedando la duda). Lo que si que se encargó de especificar el camarero a la mesa de al lado (pero yo puse la antena wireless), que era una mesa de 4 personas, fue que el cocido era POR PERSONA, NO HA COMPARTIR. Luego veréis porque destaco esto. Mi compañero de mesa quería cocido y a mi también me apetecía probarlo, algo, pero también mas cosas, así que pedimos la carta o al menos, el resto de propuestas y nos la trajeron, y con ella, el segundo detalle llamativo y que al menos para mí resulta incompresible…
¿Lo veis? Precios de Barra o Mesa… ¿Pero esto porqué? ¿Van a dejar en el ‘banquillo’ a los camareros si yo como en barra y ese tiempo no les va a contar laboralmente? Me parece una práctica que se debería erradicar de la hostelería cuanto antes, lo digo sinceramente. Además, si vais al detalle os volveréis un poco majaretas porque hay incrementos desde 0,50€ hasta 1,20€ ¡por el mismo plato! Se da ademas la circunstancia de que nos sentaron al lado de la zona por donde sacaban la comida de la cocina, osea que por metros de desplazamiento no sería, pero es que además, el local parece que tiene una barra grande pero realmente tiene una barra mínima y casi inexistente, con lo que las posibilidades de comer en barra son yo diría que ninguna. Añadir adicionalmente como dato anécdotico también que cuando visito un Restaurante chino, no espero encontrarme con personal español, con un hindú ídem, pero en un Restaurante de comida madrileña típica y centenaria si que lo esperaría, pero allí no había ninguno trabajando, eran todos latinos, el físico ya lo anunciaba y la forma de hablar lo confirmó y además iban vestidos con un uniforme clásico, viejuno y que debía hacerles pasar un calor horrible, seguro. Hablo de los hombres, porque las mujeres iban vestidas con un uniforme mas propio de asistenta o chacha doméstica al estilo ‘Petra, criada para todo’ del gran dibujante Escobar que yo recordaba haber visto únicamente en el Café Gijón y no se si es un estándar del modelo hostelero de la capital de España o cosas puntuales. No es una crítica, a mi si la comida esta buena me da igual quien la haga, es que quizá yo esperaba, erróneamente claro, que la responsable del cocido tras lo que me habían vendido en la carta sería una entrañable abuelita madrileña que llevaba 40 años cocinándolo. En fin, que a veces uno también fantasea gastronómicamente y pasa lo que pasa.
Bueno, con ganas de comer por fin pedimos 2 cañas (2,90€ cada una) que fueron servidas en vaso grande, fresquitas y con la espuma perfecta y llegaron a la mesa unos aportes en forma de 2 panecillos planos y muy sabrosos, algo parecido a tomate con ajo o salmorejo para untar y un platito con guindillas o ‘vironets’ y cebollitas encurtidas en vinagre. Tras esto nos tomaron nota y ya que estábamos ‘madrileñeando’ nos decantamos por 3 clásicos: Cocido, Calamares y Callos, la A y la Z de la cocina chulapona. A la hora de pedir y tras oir la conversación mantenida con la mesa de al lado, le especifiqué al camarero que los calamares irían al centro, que mi plato fuerte serían los callos y que el cocido era para mi compañero pero que yo lo iría probando, y este no puso ningún reparo. Lo primero que llegó a la mesa fue la sopa y he de decir que entre los cubiertos que teníamos cada uno se encontraban los servicios de sopa: Plato hondo y cuchara. Bien, la sopa llegó en una sopera donde habría aproximadamente unas 4 raciones generosas y tanto Pere como yo nos servimos, él de forma generosa y yo algo menos pensando en el resto de mi comida. Decir que estaba sabrosa, con buen color pero nada grasosa y con el fideo algo pasado de cocción eso sí. Estábamos dando buena cuenta de la sopa cuando llegó el plato de calamares a la andaluza acompañados con un poco de mahonesa con un puntito de ajo: Buena cantidad, textura algo gomosa, fritura correcta y sabor mas que agradable. Nada que objetar. Sin embargo, mientras mi compañero se volvía a servir un poquito mas de sopa llegó el tercer detalle feo no, feísimo del día: El camarero sin preguntarme si quería mas o había acabado me retiró el plato y la cuchara y se quedó tan pancho. Ni un comentario. Yo esto lo interpreto solo de una forma: «Mira, te he dejado comer sopa pero no te creas que vas a comer mas si no pagas un servicio completo de cocido» ¿A que suena ridículo? Pues así me sentí yo, como si me estuvieran vigilando y que tuviera que probar el cocido a ‘hurtadillas’, me sentí francamente mal, porque no nos engañemos, yo iba a disfrutar, no a someterme a una auditoria gastronómica ni a vigilancia intensiva. He de añadir también que el resto de la comida que pedimos, equivalía en precio al Cocido, con lo que tampoco nadie nos podía decir que éramos 2 listos que querían comer cocido al precio de uno. Como digo, situación violenta y a mi personalmente me condicionó el resto de la comida… «Gran Hermano te vigila, cuidado«, vaya tela.
Paralelamente llegó a la mesa mi cazuela de callos y el resto del cocido, que en vez de llegar en dos fases como anunciaba la carta «caballo y Rey», llegó todo junto y contado. En la bandeja había garbanzos, tocino, morcillo, pollo, jarrete,jamón, pelota, chorizo, morcilla, zanahoria y patata. En ese momento, el camarero, en un acto de generosidad y rizando su anterior rizo, nos preguntó si ¡¡¡queríamos mas sopa!!! ‘Claro claro, me la pones en un vaso de tubo y me traes una pajita’ pensé yo. En fin, pan en mano me puse manos a la obra con los callos y he de reconocer que fueron de los mejores que he comido. La cazuela estaba ardiendo eso sí, pero disfruté como un enano con unas cantidades abundantes, trozos grandes, la morcilla, el chorizo y si tengo que destacar algo fue su sabor y sobre todo, el punto perfecto de picante para mi, muy muy acertado y que compensé con otra caña adicional. Pere, que se había centrado en el cocido, me ayudó con un par de tientos y por supuesto, cayeron todos.
Yo también le ayudé a el con algo del cocido, pero ya no fue lo mismo, se había ido la magia a tomar por saco. Lo que probé estaba bueno, pero sinceramente, no creo que lo que nos pusieron pueda costar 25,60€. No, ni por asomo. La materia prima era normal tirando a buena, pero da la casualidad que el domingo pasado mi suegra hizo ‘Olla amb pilotes’ que viene ha ser prácticamente lo mismo pero con un pelota con col adicional y los mismos ‘gabrieles’ (además, ella puso mas cantidad de todo) y pensé que si le llego a comentar que los 4 que comimos hubieramos pagado mas de 100€ por aquello, inmediatamente abriría una franquicia de Puchero con Pelotas. Sinceramente, creo que no se sostiene por ningún lado, o al menos, no lo hace en este local y además, con la restricciones tan violentas e incomodas a lo que lo someten.
En fin, cuando terminamos de comer y tras lo vivido, ambos decidimos que no íbamos a tomar ni postre ni café, mostrando de esta forma nuestra amplia decepción por lo ocurrido, pero sin estridencias. Con buenas palabras solicitamos la cuenta y aquí si que me pude llevar un par de alegrías que es justo que destaque: Por un lado los precios que ví en la carta correspondían con los de la cuenta, con lo que llevaban el IVA incorporado (si bien incluían el injustificable extra por servicio en mesa) y por otro, ni el pan ni su acompañamiento ni encurtidos habían sido cobrados, que me pareció francamente justo y así lo reseño como un buen detalle. El total fue de 59,20€. Poco mas (ni menos), nos fuimos a por el coche y al salir de la ciudad rumbo a Alicante nos quitamos el mono dulce en un área de servicio con un par de Magnums y es que el que no se consuela es por que no quiere. 😉
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Publicado en COMER, BEBER Y AMAR, VISITE NUESTRO BAR
Etiquetas: bernabeu, calamares, callos, cocido, madrid, taberna, taberna la daniela
XIII Encuentro Gastronómico Restaurante Alfonso Mira de Aspe
Publicado por Oskar García
He de decir que fue un auténtico placer poder formar parte del XIII Encuentro Gastronómico del Restaurante Alfonso Mira de Aspe en su jornada del sábado 8 de marzo. No hacen falta muchas excusas para acercarse a disfrutar de este evento y gozar de las manos de todos cocineros y amigos que Alfonso es capaz de congregar, y en mi caso, la excusa para acercarme este año fue la amable invitación que desde la organización me hicieron para participar en una nueva actividad que se incorporaba en las jornadas: Las sobremesas, unas mesas redondas para hablar abiertamente y tratar temas tan variopintos como el de la Comunicación como forma de Excelencia en la Gastronomía. Por si esto era poco, además contaba con el aliciente de estar acompañado por mis amigos Antonio Llorens, Félix Cardona y por la omnipresente y GastroRubia Garbancita, así que la jornada prometía emociones.
Llegamos sobre las 13:45h al Restaurante y enseguida recibimos las amables atenciones de Ana Pérez, la relaciones públicas del Restaurante y perfecta anfitriona. Mientras llegaba toda la gente (unos 170 comensales) la jornada comenzó en los exteriores de los salones con un espectacular showcooking a cargo de Alfonso Mira en forma de Arroz con Conejo y Caracoles. Aquí llego mi primera sorpresa ya que observé cómo se le incorporaba garbanzos y tiras de pimiento morrón a este arroz, cosa que yo no asociaba en absoluto. Claro, yo este arroz lo he comido en El Pinòs y no lo lleva. ¿El resultado? Pues correcto para ser un arroz para 30 raciones completas y que se sirvió a modo de aperitivo junto a otras pequeñas ambrosías y bocaditos.
Aproximadamente sobre las 15:00h pasamos a los salones y un cuarto de hora después, se nos presentó la jornada por parte de Teo Mira, el jefe de sala y subieron al escenario los 3 cocineros que protagonizarían el menú para que explicaran sus respectivas creaciones. Así pues, se dio paso a Alfonso Mira, Joaquín Baeza Rufete y el repostero Rubén Álvarez, que nos dieron pinceladas del excelente menú que nos esperaba, y cuyo coste estaba valorado en 37€, que incluía el aperitivo y refrescos inicial, menú de 6 platos, un prepostre, un postre y maridaje de vinos correspondiente con cafés y digestivos. Un precio barato para todo lo que se vivió allí.
Tras los cocineros, subió al escenario el sumiller David Doñate que nos habló de las peculiaridades de los vinos que íbamos a tomar, una selección que consistió en: Un Blanco Tarima con macabeo y moscatel, un Blanco espumoso de Dominio de la Vega, un Tinto crianza Tarima Hill con monastrell y para los postres, un Blanco dulce Casta Furtiva Lágrima de moscatel. Quedaba pues clara la apuesta por los caldos alicantinos, de lo cual me alegro muchísimo, pues como muchas veces comento, nos podemos dejar los complejos en casa cuando hablamos del vino de Alicante.
El inicio de la comida se fue a las 15:40h, si bien hay que decir que una vez iniciada esta los tempos fueron perfectos. Por fin empezaron a desfilar los platos y el primero fue una alcachofa al natural de Baeza Rufete con jamón vegetal, que eran hongos liofilizados que le aportaban los matices de sabor salado a la alcachofa. Un buen entrante al que como ‘pero’ le podríamos poner que estaba servido en un plato tan chulo que dificultaba un poco el uso del cuchillo y tenedor, pero por lo demás, muy rico.
Continuamos con una de las sensaciones de la jornada y que a todos nos pareció una creación soberbia: Un carpaccio de Alfonso Mira de manitas de cerdo con gamba de Santa Pola, praliné de piñones y aceite de boletus, sencillamente espectacular. Nos explicaron que las manitas se deshuesaban, se rellenaban con la gamba, se confitaban al vacio y se cortaba en finísimas lonchas que se acompañaba de piñones y del aceite de boletus. Las sensaciones en boca eran brutales y el sabor que dejaba el conjunto era único. Un plato que si no lo está, merece que se incorpore fijo en una carta.
Le siguió otro plato de Alfonso, una vieira asada con yema y su crema de patata y trufa. Un plato resultón y de sabor impecable en el que la crema era incorporada al plato una vez este había sido servido al comensal. La vieira con un punto de tueste reseñable y un agradable sabor tostado.
Continuamos con una creación de Joaquín Baeza con rollo trampantojo: Roca negra de bacalao con alioli de azafrán. Se nos recomendaba por parte del personal asistente en mesa que nos la comiéramos con la mano y experimentáramos las texturas. Y eso fue lo que hicimos y lo que encontramos fue que aquello que parecía una piedra de origen volcánico, era realmente un blandito buñuelo relleno de brandada de bacalao y patata. Rico de sabor, temperatura idónea y en definitiva, un experimento sabroso y divertido.
El plato que continuó pertenecía al porfolio de Alfonso Mira y fue un arroz meloso de verduras y lechola, que estaba procesada con clara de huevo y cocida en el propio caldo del arroz, lo que le daba un aspecto cercano a las clásicas croquetas alicantinas de bacalao y también recordaba, con sus diferencias claro, al sabor de esta debido al perejil, riquísima y muy jugosa. El arroz tenía un punto perfecto, yo quizás lo noté un pelín corto de sal, pero entiendo que esto es mas una virtud que un defecto, porque si te pasas no hay remedio. Mis compañeros de mesa lo encontraron correctísimo de sabor no obstante.
El último plato antes de dar paso al dulce fue de Baeza Rufete y consistió en costilla de Teruel deshuesada que había estado cocinándose 24h a 72º con un arnadí (calabaza y boniato asado) y un crujiente de pimienta de Sechuan, todo ello salseado con una melaza dulce. Otro plato sensacional que a mi juicio, de lo único que pecaba era de un poco de exceso de dulzor, pero el contraste de la costilla, el arnadí, el crujiente de pimienta y la salsa en boca era un placer. Algunos compañeros de mesa notaron la costilla algo seca, pero a mi no me lo pareció. Un gran conjunto con un aspecto magnífico y que sirvió de excelente preámbulo al prepostre.
Con los postres llegó la revolución y es que personalmente no conocía a Rubén Álvarez, del proyecto 33/35 para helados y chocolates de Novelda, pero si sigue haciendo cosas como la de este menú, difícilmente lo podré olvidar. Es un joven profesional pero lleva más de 18 años de bagaje internacional y ahora vuelve a su tierra y se convierte en profeta con méritos merecidos: Imaginación, creatividad, originalidad y sobre todo, mucha sencillez y humildad, y eso me gusta mucho. Su prepostre llamado POMA consistió en una crema de aguacate, cremoso de chocolate blanco y te verde, brotes de mostaza, sorbete de manzana verde, bastones de granny Smith e infusión en frio de tomillo. Brillante, atrevido, sabores perfectamente identificables, texturas memorables y el aguacate como hilo conductor de un conjunto sensacional. Yo temía que a priori, la infusión de tomillo se comiera todo el conjunto pero Garbancita ya me advirtió que si la infusión era fría, los aceites esenciales del tomillo no se liberaban al uso y el sabor sería notablemente mejor (vamos, ni zorra) y así fue. De verdad que fue algo significativo ver como después de haber pasado por 6 platos impecables, la mesa entera levantaba la cabeza del plato y se emocionaba sobre todo lo que este plato les transmitía.
Bien, pues si el prepostre fue una hemorragia de placer, el postre nos dejó ‘ojipláticos y atornasolados :D’ o para que todos nos entendamos: FLIPADOS. Se llamaba MANGO SPICE y consistía en un cremoso de mango con chocolate con leche formando una espiral, yogurt con jengibre, dados de mango avión (que vale 5/6€ la pieza y que se llama así porque madura de una forma especial en las bodegas de carga de los aviones, consiguiendo una textura gelatinosa natural), pesto de cilantro (¡toma ya!) y crema helada de lima… No puedo definirlo de otra forma: ALUCINANTE. Imaginad todos los elementos que acabo de citar en la boca y que ninguno impone su sabor más que otro, que no hay distorsión, que todos armonizan, que no hay desequilibrio, no hay elementos discordantes, que cada uno mantiene su textura y propiedades y que cuando definitivamente se funden y los paladeas en boca se consigue un sabor apasionante, espléndido, llamativo, sencilla y llanamente prodigioso. ¿Se nota que Rubén nos impresionó verdad? Pues me alegra decir que no fui el único y lo suyo fue un clamor, sin desmerecer por su puesto el pedazo de menú con el que sus dos precursores nos habían obsequiado. Cada uno en su especialidad, lo bordaron 😉
En fin, y entre cafés y charlas se nos hicieron las 18:00h y nos llamaron para subir al escenario y formar parte de la mesa redonda: Los medios y su influencia en la excelencia de la gastronomía. Fue casi mas una charla distendida entre buenos amigos (aunque algunos nos acabábamos de conocer en ese mismo instante) que un debate propiamente dicho. Garbancita Cristina hizo de moderadora y nos fue dando entrada sucesiva a los componentes de las misma: Antonio Crespo del CdT, David Doñate, Paco Bernabéu del Diario Información, Pedro López de La Verdad, Félix Cardona de la Gastroteca de Félix y servidor.
Muchos puntos en común, muchas reflexiones que aunaban conclusiones y yo personalmente me quedo con la cercanía y buena predisposición que los medios tradicionales demostraron hacia el 2.0 o el formato online, siempre si hablamos con unos parámetros mínimos de coherencia y respeto. Mucha pasión por la gastronomía en la mesa y mucho camino por hacer, pero lo importante es que ya se ha empezado a andar.
Y nada mas ni nada menos. Con un gintonic de rigor de naranja, freson y pink47, mas sobremesa y buenos amigos llegamos al final de una jornada muy agradable en la que se hace justo volver a reiterar mi agradecimiento a la organización por hacernos sentir tan especiales y tratarnos con tantísimo cariño. Gracias Ana, Teo y Alfonso y todo el equipo que hizo posible el evento ;).
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Etiquetas: Alfonso Mira, alicante, arroz, Aspe, Baeza Rufete, Encuentro Gastronómico, Jornadas, restaurante, Rubén Álvarez, Teo Mira




























