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En esta sección os iré contando aquellas experiencias gastronómicas que, por alguna buena razón, merezcan la pena ser compartidas, porque como dice mi madre: ‘en esta vida de todo se aprende’ ;)

Bar de pintxos COME COME en L’Alfàs del Pi

Por aquellas casualidades de la vida hace varios días descubrí este coqueto bar/tapería y todo sin proponermelo. Había quedado en recoger a un gran amigo en L’Alfàs para irnos a comer al Albir con la sacra misión de encontrar un nuevo santo grial con formato de buffet de sushi donde satisfacer el «ansia viva» que a veces le entra a uno por darse un festín de rolls y nigiris y sustituir de esta forma a mi habitual referencia allí que o bien por cambio de dueños o bien por criterios de gestión, ha dejado de hacer las cosas como a mí me gustaban, y por tanto, ya he descartado. La cosa es que una experiencia que en principio iba a ser «oriental» se tornó en ibérica, concretamente en medio maña y todo gracias a que yendo a buscar el coche, aparcado en la avenida principal de este municipio, andando por la acera mi amigo me advirtió…»Este sitio lo han abierto hace poquito y dicen que está bien para tapear, ¿Te apetece que nos hagamos un vinito?» …y vaya, el vinito derivó en una comida que quiero compartir con vosotros.

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El COME COME es un local no excesivamente grande, con algunas mesitas, mesa alta y algo de barra, que lleva abierto un par de meses. Los propietarios son oscenses y lo notaréis enseguida porque en cuanto hablan denotan un claro acento «mañico» y claro, les terminas preguntando. En la barra podemos encontrar un rico, visual y atractivo muestrario de pintxos y elaboraciones que entran solos por la vista, la presencia es excelente. También disponen de una pequeña cava donde guardan a temperatura varias referencias y D.Os de vinos que se pueden tomar por copas y eso es lo que hizo mi amigo con gran criterio, adelantarse a cualquier dilema y pedir directamente 2 copas de Tinto ENATE Cabernet Saugvinon – Merlot del 2010. Esto me gustaría destacarlo porque el Enate, es un vino D.O. Somontano, es decir, de la zona de origen de los propietarios y lo destaco porque me sigue tristemente llamando la atención de cómo hay gente a la que le gusta hacer patria con sus productos y sin ningún complejo y cómo sigue siendo relativamente complicado encontrar «abanderados» de nuestros vinos en nuestra propia provincia de Alicante. Lógicamente no se puede generalizar pero ahí dejo la reflexión.

Por otra parte, es de justicia comentar que este vino sabe extraordinariamente bien, está buenísimo. Tiene un bonito color cereza y en nariz deja notas de vainilla y frutas del bosque. Es muy suave en boca, sabroso, algo carnoso y con una acidez mínima y muy contenida debido a sus 4 o 5 años embotellado. Estaba en su temperatura exacta y sinceramente, absolutamente delicioso. Comentar que la copa de vino se cobra a 2€, que la sirven a mi modo de ver excesivamente rasa (corta) pero en una copa correcta y que nos la acompañaron con dos mini-empanadillas de bocadito de esas que vienen congeladas en bolsa y un vasito de chupito con una crema que forma parte de uno de sus pintxos estrella: El Cocido Completo. Esta crema es ni mas ni menos el resultado de triturar y pasar a puré un poco de caldo del cocido, garbanzos, patata, zanahoria, etc… ¿Resultado? Estaba muy rica si bien algo densa si se pretende servir en ese formato. La cosa es que una vez allí nos pudo mas la curiosidad que las ganas de desplazarnos y nos sentamos en una mesa para dejarnos llevar.

ensaladilla, enate y pintxo

Para ser claros y no mentiros, no teníamos ni idea de que íbamos a comer, pero visto lo visto (o mejor dicho, saboreado lo saboreado) si teníamos claro que queríamos hacerlo con una botella del Enate Cabernet 2010. Por lo demás, la otra duda se resolvió pronto porque uno de los amables propietarios se ofreció a irnos sacando propuestas bajo su criterio y a nosotros, que somos de experimentar, nos pareció muy buena idea, así  que nos acomodamos en mesa, templamos copas, nos servimos vino y nos dispusimos a comer algo que, poco tendría que ver con aquel deseo sushi con el que había empezado el día y sí mas con la sorpresa y la novedad.

El desfile de propuestas comenzó con una ENSALADILLA RUSA que aunque en la foto pueda parecer lo contrario, tenía muy buen tamaño y textura de ingredientes, troceaditos como a mi me gusta. La característica mas destacable era que la misma estaba elaborada con pepinillos agridulces (también llamados gherkins) tan utilizados en la cocina alemana. Esto le aportaba un gusto especial a la misma aunque debo decir que para mí, había excesiva cantidad de ellos y sí que faltaba algo mas de mahonesa. El resto era atún, patata, huevo y zanahoria. Rica.

Con la ensaladilla en mesa, nos llegó una TOSTA DE GRATINADO DE ESPÁRRAGOS TRIGUEROS. Esta tosta estaba muy rica. Estaba compuesta por una mezcolanza entre bechamel y el queso que estaba acertadísima, los trozos de espárrago eran pequeños y todo puntas, para evitar partes duras y todo el conjunto en boca con el pan tostado lo convertía en un bocado muy muy agradable.

Joselito, Cocido completo, pintxo gamba y albondigasLas propuestas continuaron sucediéndose y lo siguiente que hizo su presencia en la mesa fue la 2ª parte del PINTXO DE COCIDO COMPLETO. La verdad, la idea es muy original: Por un lado el vasito con la crema que ya he comentado, y por otro, una especie de medio sandwich coronado por unas lágrimas de puré de garbanzos, los garbanzos propiamente dichos y en el interior de dos rebanadas de pan de molde tostado, un triturado de las carnes que se utilizan en el cocido así como de los embutidos: Ternera, Morcillo, Chorizo… todo en una cazuelita que tiene como base una salsa (indefinida) que forma las letras «come». Lo partí en dos y me lo comí muy a gusto la verdad. Es muy sabroso y lógicamente el conjunto te recuerda a un cocido lo pruebes por donde lo pruebes. Es cierto que es original y agradable, también es cierto que siendo un pintxo, el pan es un elemento casi indispensable, pero ciertamente he de decir que aquí le sobra, algo así como extrapolarlo a una cocido tradicional e imaginar comerse el mismo con dos rebanadas de pan. No se vosotr@s pero a mi no me casa esto mucho. ¿Sugerencia? Pues yo lo que haría es disminuir el grosor de los elementos que hacen de sujección y sustituiría el pan de molde por algo de la textura y grosor de unas regañás por ejemplo, o también, con harina de garbanzos probaría a hornear tejas y comprobaría si son suficientes para aguantar el relleno. Quizá también ayudaría que la presentación del mismo fuera acostada en vez de en vertical, aunque perdería impacto visual evidentemente. En fin, solo son sugerencias.

Continuamos con lo que ellos llaman un JOSELITO y claro, con ese nombre te esperas que lo que te traigan lleve jamón pero no, este pincho es un pequeño nido de pasta kataifi frito, también llamada kadaif, kanafeh o kadayif, elaborada del mismo modo que la pasta philo pero presentada en forma de finos fideos como de cabello de ángel con varios grosores, con una yema de huevo a baja temperatura como cúpula. ¿Lo resumo? Explosión en la boca de sabor y untuosidad como no podía ser de otra forma. Por mucho que los critiquen, los huevos a baja temperatura son, para mi, irremplazables en cualquier menú y el juego que dan es mucho en la cocina. 

Lo siguiente que llegó fue un PINCHO DE GAMBAS CON LÁMINA DE CALABACÍN BRASEADO. Poco que decir porque su simpleza era directamente proporcional a su sabor: Arrebatador. Gambas en su punto exacto de plancha y una tira ondulada de calabacín ídem que rematados con sal gorda y unas lágrimas de AOVE consiguieron que levantáramos la vista de la mesa y se nos pusiera en la cara esa media sonrisa y rictus de placer que bocados como este te provocan.

El penúltimo plato que llegó fue una cazuelita con 2 ALBÓNDIGAS magras (por persona) y cuya peculiaridad residía en que la salsa estaba elaborada con un almendras tiernas,  blancas  o también conocidas como almendras de leche. La carne muy rica, jugosa y la salsa con abundantes trocitos de almendras y, yo creo, que un puntito de curry, mínimo, pero lo suficientemente perceptible. Muy ricas.

Postre, pintxo y cuenta

En fin, los tempos de salida entre tapa y tapa fueron muy buenos y como cada cierto tiempo venían a nuestra mesa a interesarse por como íbamos, al llegar a este punto, comentamos que con un pintxo más y un variadet de postre rematábamos ya definitivamente la faena pues esta estaba siendo muy buena e intensa. Dicho lo cual nos trajeron la última propuesta en mesa MONTADITO DE SOLOMILLO Y CREMA DE BOLETUS. En vez de pan, este pintxo contaba, de nuevo, con la pasta kataifi frita sustituyendolo. La verdad, bueno. La carne tierna, la crema de textura mas cercana al mousse con recuerdos a funghi porcini pero no excesivos. Correcto.

La experiencia fue francamente buena pero el POSTRE casi la tira por tierra (si, estoy exagerando, naturalmente). El variado de postre consistió en unos trozos de tarta industrial de fresa, unos profiteroles de bolsa semi-congelados y unas trufas ídem, todo decorado con el clásico chorrazo de nata montada. A todo esto, yo antes de ver el postre y tras ya haber dado buena cuenta del Enate, había pedido 2 copitas de vino dulce para acompañarlo, y lo que me ofrecieron fue mistela. No, no era en mistela en lo que estaba yo pensando aunque visto el resultado del postre, casi que fue lo mejor. Yo aquí lanzaría la siguiente reflexión: Si te esfuerzas, como es el caso, en ser original, ofrecer algo distinto, diferente, novedoso y de buena calidad, por Dios, no descuides el postre, porque no es que también forme parte de la experiencia gastronómica, es que además… ¡es el final de la comida y el último recuerdo gustativo que te vas a llevar!. No soy nadie para dar consejos pero si es por medios, disponibilidad o tiempos, si hacen por la mañana un brownie o un pan de calatrava casero, es algo con lo que puedes jugar, trocear y distribuir con relativa facilidad y que aseguro, va a dar un resultado infinitamente mejor que el industrial. Es una sugerencia que espero sea entendida. En cuanto al vino dulce, lo que me hubiera gustado es que hubieran tenido alguna referencia tipo Castaño, Mendoza o Cristal·li por ejemplo, pero no pudo ser. Lo que si que pudo ser fue un cafelito para mi amigo y una manzanilla con anís para mi. 

En fin, el total de la cuenta para 2 personas fue de 54.40 € y como parte final no me quedo con lo del postre, porque son cosas que imagino que el día a día les hará reflexionar, y si me quedo con la parte original, el trato exquisito y amable del personal del local, las ganas por hacer bien las cosas y sobre todo, la alegría de ver que hay gente que a pesar de lo que cae, sigue abriendo negocios hosteleros con mucha ilusión y ganas, y eso, es algo que todos debemos de celebrar ;).

Restaurante LOS MANCHEGUITOS en Benidorm

LOS MANCHEGUITOS en Benidorm (En la calle perpendicular a la Avd. Mediterráneo que hace esquina con la Iglesia Virgen del Carmen).

Sitio pequeñito, agradable y modesto. Las opciones para comer a mediodía pasan por un menú de 9,95€ con 2 platos + postre + pan + (agua, vino o cerveza) que se puede transformar en uno de 11,95€ al que se añade un 3er plato (tenéis las opciones en la foto).

Somos 3 comensales adultos y mi peque de 2 añicos al que antes de elegir le pedimos un plato de solomillito con patatas. Nosotros no tenemos excesiva hambre y pedimos el menú de 2 platos. Las bebidas: 1 copa de tinto, 1 agua y una coca zero que la amable camarera nos advierte que no entra en el menú. La comida: 2 ensaladillas rusas y 1 cogollos con atún como primeros y luego 2 callos con garbanzos y 1 tempura de verduras y gambón. También pedimos un poquito de queso para picar algo antes.

Menú, Fachada y Tapas de queso

Para empezar, nos sacaron 3 trozos hermosos de pan calentito y 3 rebanadas con una cuñita de queso tierno. En lo propiamente gastronómico el solomillito de Leo era un plato grande de patatas y 3 o 4 trozos de carne, para mi gusto, demasiado hecha, reseca, pero bueno, el esta ahora en esa fase en que a veces le da por comerselo todo y otras no prueba casi nada, y esta fue de las segundas por lo que el punto de la carne fue lo de menos.

Mis cogollos eran abundantes e iban aliñados con una reducción balsámica, muy ricos. De la ensaladilla probé un bocado y estaba normalita, quizás influye en mi caso que era de textura puré como le gustan a Conchi y a mi me gusta mas con los ingredientes bien definidos.

En cuanto los segundos, a mis callos les faltaba melosidad (salsa muy líquida) y les sobraba guindilla ya que estaban un poco por encima del nivel de picante con el que los suelo comer. Para mi esto no es un problema pero por ejemplo a mi mujer le ha condicionado un poco. Lo mejor sin duda el plato de tempura de verduras que pidió mi madre: Muy generosa, nada aceitosa y el punto del rebozado muy acertado.

En cuanto al postre podíamos elegir arroz con leche, flan de huevo, melón (los dueños son de Tomelloso) y natillas. Nosotros nos decantamos por el arroz con leche y también me pareció que le faltaba un poco de densidad, lo encontré muy líquido si bien correcto de sabor.

Ensaladilla, Cogollos, Callos, Tempura, Arroz con leche y Ticket

El total de la cuenta fue de 36,65€ destacando la amabilidad y simpatía de la chica que nos atendió, que además al traer la cuenta, nos comentó que la tapa de queso era invitación de la casa.

Restaurante MORA en Guadalest

Me da la impresión que la mayoría de veces que pensamos en ‘la montaña de Alicante’ como destino gastronómico de fin de semana, lo hacemos con la idea preconcebida de probar la tradicional y rica gastronomía de nuestras alturas, dígase olleta, gazpachos, carnes a la brasa, embutidos, mintxos, figatells… los cuales son deliciosos y patrimonio de los alicantinos, pero me vais a permitir que os narre como fui sorprendido gratamente por mi esposa cuando me propuso ir al Restaurante Mora de Guadalest donde no encontré nada de lo que os he mencionado, pero sí otro tipo de propuesta también digna de ser relatada  tanto por su precio como por su calidad.

El Mora es un restaurante ubicado en el mismo pueblo de Guadalest, un municipio totalmente turístico y esto junto a la idea preconcebida de la comida clásica de la montaña seguramente nos lleve a engaño y no, nada que ver. Es un sitio que tenemos cercano a casa y el pasado noviembre decidimos visitarlo pues teníamos buenas referencias (que luego se materializaron en una impresionante realidad). Este establecimiento dispone de tres zonas claramente diferenciadas: Por un lado, una amplia terraza que está junto al paseo que da acceso al famosísimo Castell de Guadalest,  ya en el interior, un coqueto patio de luz cubierto y como estancia oficial, el restaurante propiamente dicho, con una decoración tradicional muy acertada.

Carta, Restaurante, detalle vinos y copas

Me gustaría destacar la capacidad de atención y servicio de la casa: Espectacular. La amabilidad de Vanesa y Raquel en sala son sublimes y Javi en la cocina hace verdadera magia. Nosotros fuimos a comer con nuestro hijo de dos añitos y desde que entramos por la puerta se deshicieron en detalles con nosotros, como el situarnos al lado de una ventana donde entraba una luz de otoño preciosa, situar al niño en una trona junto a nosotros, facilitarle entretenimientos como colores y plantillas para que pintara, alguna que otra piruleta… en fin, guiños constantes que le hacen a uno sentir muy bien y eso que se acaba de sentar en la silla.  

En lo concerniente a lo propiamente gastronómico, a mi me ganaron desde el minuto uno ya que la carta tiene un diseño fascinante, y yo, que soy muy fan de Los Planetas, me recordaba inevitablemente a la portada pop de alguno de sus discos, por lo que ya se estableció una química absoluta.  A parte de pedir platos de la carta, la oferta de esta casa es amplia y para todos los bolsillos, pues tienen menús que si no recuerdo mal se sitúan desde los 10€ aprox. hasta el que pedimos nosotros porque tenía una pinta excepcional: Degustación x 22€ (bebida aparte) compuesto de 6 platos (2 compartidos) + postre. El menú llevaba como plato final pescado y pregunté si habría posibilidad de sustituirlo por una carne, y con total amabilidad, no me pusieron ningún problema. Estas propuestas, para mí, ya son de nota si estás hablando de un municipio turístico donde ya sabéis que los precios se suelen disparar en detrimento del turista.  Tras preguntar, nos comentan que para el peque pueden hacerle cualquier cosa, pero que tienen unas hamburguesas caseras recién elaboradas con cebollita en el interior que seguro que le gustaban, y eso hicimos, le pedimos una acompañada de patatas. En nuestro caso, para maridar el menú degustación y tras ojear oportunamente la carta, pedimos una botella de Carramimbre Roble, mas que nada porque es un vino que nos encanta y que guarda una relación calidad-precio absolutamente brutal. Este es un ribera del Duero muy sabroso, cargado de frutos rojos y que deja un postgusto exquisito. Sinceramente, en la carta donde coincide que está, lo pido. De todas formas y si este vino no hubiera estado, el Mora guarda un comodín importante en su carta y lo podréis apreciar en una de las fotos: Presenta un mapa de la Comunitat Valenciana donde sitúa los vinos de la tierra que se pueden elegir. Un hecho para aplaudir y que ayuda a promocionar el producto local y mas en un pueblo tan turístico como en el que ellos están. Bravo.

Hamburguesa, Ensalada, Chupachups y Crepe

Nuestro festín empezó con la hamburguesa del peque y una ensalada templada con fresas y lascas de parmesano. La burguer del peque (la pude probar porque come lo justo y necesario) estaba extraordinaria. Carne de buena calidad y un sabor buenísimo. En cuanto la ensalada, resultó un plato de un tamaño notable, donde en una selección de lechugas gourmet se acompañaban lascas de queso parmesano que combinaban a su vez con fresas doradas a la sartén con mantequilla y confitura de las mismas fresas. ¡Qué rica! Un contraste dulce-salado que nos encantó.

Seguidamente llegaron a mesa unos chupa-chups de codorniz con salsa casera barbacoa con avellanas. Nuevo plato generoso (la foto tiene zoom y se ven cuatro, pero eran 6 los muslitos) y nuevo éxito en el paladar. Carne que se deslizaba delicadamente del hueso,  piel tostada en el punto, bocado crocante con carne jugosa y una salsa que, efectivamente, presumía de poseer las trazas y recuerdos gustativos de la barbacoa y por otro, tenía patente el sabor de la avellana y el tueste del fruto seco. Sublime.

Los platos siguientes que nos fueron sirviendo ya entraban en modo individual y el que apareció en mesa fue un nido de pasta kataifi con crema de setas y huevo poché. Leo mucho últimamente el ‘cansancio’ que a algunos críticos y gourmets profesionales les supone seguir viendo en carta huevos a baja temperatura, pochés, confitados o como los queráis denominar, tratándolos como algo ‘demodé’. Yo, que lo único que soy es un gordo que disfruta comiendo, lo que si les puedo decir es que bajo mi humilde punto de vista, son platos que no deberían desaparecer jamás, que son (literalmente) de ‘toma pan y moja’, tremendamente eficaces  y que es un placer indescriptible (como fue el caso de esta propuesta) crear una mezcolanza con las setas, la pasta del nido, romper el huevo y llevárselo todo a la boca: Una golosina para los sentidos. Melosidad, ligereza, livianos crujidos, esponjosidad… todo un mundo de sensaciones cargadas de sabor, poco mas puedo añadir.

Huevo, Ravioli, Solomillo y Merluza

Tras el huevo llego un crepe de gambas y bogavante con salsa ligera de tomillo: Riquísimo. Tamaño generoso (nuevamente), una salsa, efectivamente ligera (y no podría ser de otro modo ya que el tomillo se comería los sabores primarios del plato) y un crep de pasta con un grosor no excesivo y acertado y un relleno marino efectista y sabrosón. Muy rico.

A estas alturas comentar que, aunque pareciera que no, uno ya se iba llenando y afrontábamos la recta final del menú con cierto escepticismo, que por cierto, pronto fue diluido entre nuevos manjares, como por ejemplo, el que siguió denominado Ravioli de cordero en su jugo: Memorable. Un plato ejecutado y presentado a la perfección. Temperaturas optimas, la pasta ídem, un relleno ejemplar de cordero al horno deshuesado y desmigado y una salsa nacarada de la reducción de su propio jugo sensacional, una gozada de plato que resumía en su esencia  y sabor, todo lo que puede dar de sí una tradicional pieza de cordero al horno.

Tras el ravioli, aparecieron en mesa dos refrescantes y necesarios sorbetes que, la verdad sea dicha, lo primero que me evocaron fue a manzana verde, pero no, error, porque al preguntar, nos comentaron que estaban elaborados con cactus y lima. Que original y que sabor mas delicioso, riquísimo.

Y llegaron los últimos platos del menú degustación en forma de pescado, para mi esposa y de carne, para servidor. Del mar pusieron una merluza con salsa de vainilla y pimienta rosa. Comentar que de este plato solo probé la salsita por aquello de la curiosidad en sus ingredientes. He de decir que estaba muy acertada y que al igual que la de tomillo, tenía un evidente sabor y gusto a vainilla pero que no era excesivo. Mi mujer comentó que el plato estaba exquisito. Por mi parte, fui obsequiado con un tiernísimo solomillo que venía con cristales de maldón y una reducción de salsa española y una tira de salsa agridulce casera. La carne extraordinaria, mantequilla  y además comentar que la pedí ‘poco hecha’ y así me la sirvieron, con el punto que yo quería (parece una tontería pero esto de que te acierten el punto es casi una lotería). Buena materia prima otra vez.

Sorbete, Postres, Infusiones y Ticket

Entre las cañitas, el vino, el festival y mi hijo con la lengua azul de una piruleta que le habían regalado estábamos medio desubicados cuando Vanesa nos recordó que faltaba el postre, y que si queríamos, acababan de hacer una tarta de chocolate blanco y que podíamos probarla y así la compartíamos también con la que entraba en el menú. Por mi parte, fue oír la palabra “chocolate blanco” y poner la antena a sintonizar el dial “Esa tarta ya FM”. Dicho y hecho: A la mesa llegó una porción de tarta de queso al horno con mermelada de mango (la del menú): Buenísima y distinta ya que se elabora con calor y no en nevera. Sabor poderoso a queso y la confitura de mango ejerciendo de perfecto escudero. También un cubilete con un poco de helado de violetas, buenísimo y con la capacidad de transportarte a tu infancia, sentado en el rellano de la calle con un paquete de Chimos en la mano, una cucharita con unos originales petazetas rebozados con chocolate (una idea divertidísima) y una porción de la que sin ningún tipo de complejo puedo decir que fue, sin menor lugar a dudas, el mejor postre de chocolate blanco que he probado en mi vida, así de contundente lo afirmo. Os juro por mi madre que cada cucharada de ese manjar equivalía a cerrar los ojos, flotar en una cama de plumón, sentir una cálida brisa en el rostro y dejarse invadir por el dulzor y la cremosidad de esa maravilla, nada empalagosa por cierto. De hecho, era tan poderoso el sabor a chocolate blanco que daba la sensación de que la concentración de tal materia por centímetro cuadrado desafiaba las leyes universales de la química y de la pastelería y que en semejante ambrosía habían empleado todas las reservas de América Central. No puedo describirlo de otra manera: Una auténtica gozada y la base y cúpula de galleta desmigada complementaron a la perfección. 

La verdad, después de esto, solo nos cabía una manzanilla, más por prevención digestiva que por hacer sobremesa, pues este menú nos había dejado al borde del K.O. técnico. La nota de esta comida, IVA incluido, fue de 62,50€ como podéis ver en el ticket. Se puede observar que tanto el sorbete como la infusión, fueron detalle de la casa. Si os fijáis también, el precio del vino es sorprendentemente bueno. Así si que se puede salir a comer fuera de casa y como he dicho al principio de este post, creo que la relación de calidad-precio es de las mejores que recuerde. Como pregunta final me hago la reflexión sobre que hubiera costado comer o cenar de esta forma hace unos años cuando todos éramos ‘ricos’ y los restaurantes y clientes jugábamos en ‘otras ligas’.

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