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En esta sección os iré contando aquellas experiencias gastronómicas que, por alguna buena razón, merezcan la pena ser compartidas, porque como dice mi madre: ‘en esta vida de todo se aprende’ ;)

Restaurante LA FRAGUA en Alarcón (Cuenca)

Alarcón

Alarcón (provincia de Cuenca) ha sido para nosotros un gran descubrimiento y revelación. Un entorno medieval bien conservado a menos de 3 horas de Alicante que merece ser visitado una vez en la vida por lo menos y que posibilita también la práctica de actividades alternativas saludables como el senderismo, kayak, paseos a caballo etc… Lo bueno de estas actividades es que dan bastante hambre así que nosotros, cuando llegaron las 14:15h y empezó a apretar el gusanillo, nos dejamos guiar por un parroquiano local y le pedimos consejo para comer algo típico y además sin temor a tener que andar en exceso ya que el pueblo está formado por 4 calles (literalmente) 🙂 .

La pregunta no fue casual ya que días previos, yo había podido ver distintos comentarios de restaurantes en conocidas plataformas web de opiniones y la verdad, muchas de ellas me generaban mucha desconfianza, así que sin proponérnoslo terminamos comiendo en el Restaurante LA FRAGUA de la Pza de Santo Domingo. Es un sitio con un amplio salón central, una barra y muy agradable, con un gran cuadro presidiendo el mismo de La Fragua de Vulcano de Velázquez. Quiero destacar una cosa y es la amabilidad y buen hacer del responsable de sala (imagino que dueño del local). Nada más entrar, terminó de atender a unos clientes y con una sonrisa nos recibió y nos comentó que se le acababa de ir una mesa grande y que si quería la terminaba de desmontar para poder ponernos una de las mesas al lado de la chimenea (que ya apetecía). A eso le llamo yo complicidad, la generó desde el primer segundo, buen profesional. Y como no, mientras esperábamos que nos preparara la mesa, nos puso en la barra una cañita, un vino local (del que luego hablaré) y una cazuelita de patatitas aliñadas que entraron a la misma velocidad que mi hijo se come los gusanitos… ¡que ricas!.

Fragua, patatas, vino, bacalao y morteruelo

Ya en mesa, nos decantamos por probar el clásico Morteruelo conquense y 2 platos de asado recomendados. También tuvimos dudas de si pedir o no pedir un plato de asadillo de pimiento rojo con ventresca pero en un nuevo detalle y gesto de honestidad por parte del responsable de sala nos dijo: “yo, cuanto más pidáis, mejor para mí, pero sinceramente, con eso y un postre os quedaréis bien”. Y efectivamente, así fue. Además, en otro gesto igual de profesional, nos vendió excelentemente las bondades de su postre mas especial: Una tarta casera de manzana que preparan al instante y que necesita 20 minutos de elaboración. Vistas las buenas maneras y formas de este señor, decidimos darle un nuevo ok y anticipar ese postre así como uno que a mi pareja le pareció muy sugerente: Bombón de higo con natillas caseras. Para maridar todo esto el buen hombre nos preguntó si nos había gustado el vino que nos había puesto en barra, y la verdad, estaba muy bueno, así que nos contó que es un vino que se hace con viñas del término de Alarcón aunque se elabora en una cooperativa cercana, el Viña Hermez. Este es un vino cosechero y dio muy buen resultado en la comida, aunque quizás lo que este fuera de tono sea su precio ya que lo cobran a 12€, un precio excesivo para este tipo de vinos bajo mi punto de vista.

Otro detalle: Cuando nos sirvió el vino este no ‘vino’ solo: Vino con un plato de bacalao con dulce de tomate que quitaba el sentido, el conocimiento y hasta el habla (y lo dice uno que habitualmente no come ni bacalao ni tomate). Tremendo y detalle de la casa para amortiguar la espera. Sensacional. Llegó a la mesa el morteruelo que tenía incrustados trozos de tortas de galianos o gazpachos. Una buena ración, sabrosa, a temperatura y por supuesto, ‘megauntable’ que nos comimos la mar de a gusto.

Los platos principales no tardaron en aparecer. Por un lado el mi trozo de cochinillo asado acompañado de unas patatas lonchadas y por otro, el plato combinado de mi pareja con un trocito mas pequeño de cochinillo también y de cordero. La carne estaba bastante buena y más cuando tienes hambre. La piel crujiente, la textura mantecosa del cochinillo y lo que sí que falló en este plato fue que las patatas estaban prácticamente crudas, una lástima pero tampoco nos importó demasiado.

Tarta Manzana, Cochinillo, duo y ticket

Para finalizar la comida hizo acto de presencia la afamada tarta de manzana: Fantástica. Llegó a la mesa calentísima y tuvimos que esperar. Este quizá se otro hándicap a añadir a su preparación, y es que aparte de los 20 minutos que necesita, también necesitas unos 10 adicionales para que se atempere pues está mucho mas rica en cuanto se empieza a enfriar un poco. Es tan sencilla que su resultado sorprende: Base de fino hojaldre, crema pastelera, manzana, canela y cúpula de la mermelada que tengas a mano, y ya está, ni mas ni menos, ni menos ni mas, porque como digo, era una delicia comerse esa maravilla y para cuando la acabamos, estábamos hasta arriba con lo que nos vino a la cabeza que aún había pendiente otro postre y al acercarse el responsable de sala a la mesa a preguntarnos qué tal, le comentamos que estábamos hasta arriba y aquí vino otro detallazo mas: “No os preocupéis, no lo había marchado porque me imaginé que con la tarta tendríais suficiente”. Solo puedo decir sensacional atención.

Con 2 infusiones pusimos broche final a esta excelente comida junto a otro simpático detalle adicional: Pedí una manzanilla ‘tocaita’ con anís y al servírmela, el hombre me dejó dos botellas encima de la mesa. Una con un culín de anís y la otra “por si consideras que es poco y te quieres servir lo que quieras, estás en tu casa”.

En fin, es fantástico poder encontrarte en hostelería con gente con este feeling, buen hacer y con esa profesionalidad. El total de la comida fue de 67,00€ que no es que sea un regalo, pero visto lo visto los pagamos bien contentos, y eso creo que es casi lo mas importante.

Gras To Bar en San Vicente del Raspeig

Conocí a Pedrito Gras por motivos nisperiles allá por el 2007 junto al resto de la magnífica troupe que formaban la asociación bChefs (Benidorm Chefs) con Óscar Marcos, Gema Penalva, Jose Miguel del Taita y Basi Corral. Pedro dirigía con acierto la cocina del emblemático Belvedere del Hotel Madeira de Benidorm y tras alguna cena en ese privilegiado emplazamiento, quedé irremediablemente rendido a su creatividad, sus propuestas, su imaginación y su forma de ser, que me alegra decir que no ha cambiado: Es un gran tipo, honesto y trabajador.

El bagaje en los fogones de Pedro es muy amplio habiendo pasado nada más y nada menos que por El Girasol de Moraira (**Michelin) con Joachim Koerper, Belvedere de Benidorm, Portugal, Brasil, Castell de La Sola y el Blue Marlin de Ibiza hasta recalar finalmente en su proyecto más personal y más cercano con apenas 1 semana de vida cuando lo visitamos: El Gras To  Bar de la peatonal avenida de la Libertad. Con ánimo de reencontrarme con Pedro y sus nuevas propuestas, allí que nos presentamos 3 comensales y lo primero que pudimos comprobar fue la excelente ubicación del local (en el número 18) y la tranquilidad pero sutil bullicio que respira esta avenida. El local dispone de una confortable terracita, una barra de las que piden taburete fijo y una pequeña estancia de mesas altas, muy acogedora y atractiva. Un trasiego continuado de vecinos y clientes del contiguo mercado municipal acompañó nuestra toma de asiento, donde nos marcamos un objetivo claro: Dejarnos llevar y disfrutar de esta experiencia gastronómica.

Collage local, mesa, ambigú y spigha

Saludos iniciales a Pedro, a su equipo y primeras atenciones con ambigú de bienvenida de un bocadito de ‘marinera’, con ensaladilla y trocito de anchoa y de la alicantina cerveza Spigha Gurugú, una potente cerveza hecha en Alcoi y que por eso recibe este nombre, que es el de una céntrica calle alcoyana. De estilo brown ale, tiene un muy intenso color y sabor a café, a tostados, destacando también la densidad de la espuma. En fin, una cerveza artesanal para muy cerveceros en toda regla y de las que con una te quedas más que satisfecho.

Si hablamos de la carta, no es una excesivamente extensa (28 referencias) pero considero que suficiente y equilibrada. Esta se divide en lo que ellos denominan ‘Clásicos’, que englobaría un compendio de las tapas más recurrentes en cualquier gastrobar pero reactualizadas y reinterpretadas, ‘Sugerencias’ que son platos muy elaborados y en los que se nota que la gastronomía de Pedro sube algún escalón y finalmente ‘Los dulces’ que recogen 5 propuestas la mar de tentadoras.  Tras un breve debate, los 3 comensales nos ponemos de acuerdo y pedimos un clásico y cuatro sugerencias, todo para compartir. Para beber, y ya que habíamos empezado por una cerveza alicantina, nos decantamos por un vino alicantino también, un blaquito fácil y fresquito porque el día lo pedía y el seleccionado fue un Vinalopó Esencia del Mediterráneo de uva moscatel y sauvignon blac. Predominaban aromas florales y a frutas. Muy fresco, elegante y con una acidez muy ajustada. Creo que un acierto en calidad/precio (10€).

El desfile de platos comenzó con 3 croquetas de pato con shitakes acompañadas de unas finísimas chips de yuca. Una croqueta francamente sabrosa, no aceitosa, con rebozado de panko (muy de tendencia) y buena cantidad de trozos deshilachados de pato, bechamel consistente y un regusto final al toque ahumado y sabor característico de las setas shitakes. Muy ricas.

Croquetas, Carpaccio, Presa, Tartar y Foie

Acto seguido hizo presencia un carpaccio de gamba roja, aceite de ajo, piñones y togarashi. Decir que el sichimi togarashi es un condimento muy típico de la cocina japonesa que consiste en una mezcla de especias entre ellas chile, piel de mandarina, sésamo, alga nori…. He de reconocer que este plato me dejó algo desubicado porque esperaba un sabor más contundente a mar, aunque creo saber cuál fue la motivación: Llegó excesivamente frío a la mesa. La gamba sublime, el corte y grosor también, el aceite de ajo casi imperceptible lo que favorecía el maridaje y contraste con los piñones y el togarashi presente en todo el plato pero de forma muy sutil. En definitiva rico, pero yo eché en falta un sabor básico en el plato: El salitre y la brisa marina en el paladar. Y como digo, creo que el mismo necesitaba atemperarse para poder conseguir despertar todos los aromas y sabores que tiene que no son pocos.

Antes de acabar el carpaccio, llegó a la mesa un foie mi-cuit con confitura de manzana al vino dulce: Sublime. Iba acompañado con unos brotes de ensalada gourmet y un cilindro de teja. Poco que decir porque respondía a la perfección a lo que puedes esperar de un buen foie: untuosidad y sabor identificable pero delicado. En definitiva una delicia y junto con la confitura, un placer para los sentidos.

Sin saberlo, nos quedaban por probar los 2 mejores platos de la selección que habíamos hecho: En primer lugar, un Tartar de atún y aguacate bañado en soja y lima absolutamente memorable. Un plato coronado por tiras de cebolla tempurizadas que ejercían de perfecto contraste con la melosidad del atún y la cremosa textura del aguacate. Un punto extra el añadir esta fruta a un tartar ya que su sabor neutro más que aportar, complementa textura y hace más jugoso cada bocado. La salsa no es que estuviera acertada: simplemente era perfecta. Combinación de salsa de soja japonesa y lima que en ningún momento se comía los sabores primarios del plato y otorgaba ese punto salado-ácido extra que hacía que la saliva y la lengua tuvieran vida propia porque estaban viviendo una fiesta de sabor. Sublime.

Tras el pescado, pasamos a la carne y esta tuvo forma de Presa ibérica adobada en mostaza a baja temperatura sobre puré de patata y mousselina cítrica y herbal. Sinceramente, un plato abundante y sensacional coronado por espárragos verdes y gajos de cebolla morada a la plancha así como unas finísimas chips de yuca. Que queréis que os diga: De órdago. Una de las cosas que más nos gustó del plato es que la presa venía lonchada con un acertadísimo grosor, lo cual hacía que fuera muy fácil de comer y de distribuir entre los comensales. La presa, braseada, de una calidad excelente, tenía el sabor exacto a mostaza, que es además como yo entiendo que debe de ser un adobo: debe de dejarnos recuerdos de su ingrediente pero en ningún caso, sobrepasar o imponerse en este caso al de la propia presa. En boca el conjunto de la carne, el puré y la cebolla morada fue una auténtica exquisitez, muy muy agradable y como he comentado, fácil de comer. Realmente, un acierto de plato.

¡Menudo festival y aún quedaba el golpe de gracia! Con ánimo de rematar esta fantástica comida pedimos tres postres para poder compartirlos también y probarlos todos y mientras nos los preparaban, tuvieron el detalle de obsequiarnos  con un divertido mini-cóctel rosado ‘desengrasante’ que estaba muy rico y que entre sus ingredientes había seguro frutas del bosque y coco.

Chocolate, crema, tarta manzana, cóctel y ticket

El dulce ‘fin de fiesta’ comenzó con lo que a priori, parecía una crema catalana, pero que realmente era una Crema Quemada valenciana de naranja y chufa que resultó una excelente forma de reivindicar los productos de nuestra tierra, bravo por Pedro. Sabor impecable y notas como no podía ser de otra forma a naranja y a chufa en menor medida, con el caramelo tostado cubriendo la terrina. Buenísimo y muy original. También llegó a mesa la Tarta de Manzana caliente con molletas dulces y helado especiado. Es un buen postre, muy rico en conjunto pero aquí yo haría dos observaciones con ánimo de mejorarlo: Por un lado la tarta llega tan caliente que lo que debería ser una textura crocante se convierte en abizcochada, es decir, mas blandita. Y por otro, el helado especiado lo está excesivamente y las especias llegan a saturarte el paladar. Creo que aplicando esas dos correcciones este postre mejoraría, pero es simplemente mi humilde opinión de comensal.

Dejo para el final el postre que más nos impresionó a todos: El chocolate de Angelita. Si sois fans de la oscura materia solo os digo una cosa: ¡Lo vais a flipar! Este postre de misterioso nombre viene presentado en un amplio cuenco de cristal trasparente y está compuesto nada más y nada menos que por una capa de mousse de chocolate blanco al 30% de cacao y 22% de leche, una de chocolate negro al 65% y una quenelle de helado de chocolate negro holandés. Por si esto fuera poco, en su base encontraremos también un muesly de 6 cereales caramelizados, frutos secos y unas gotitas de armagnac… ¡alucinante!. Texturas cremosas, el leve crepitar del mousse en boca, el contraste de los chocolates entre sí y con el helado, la divertida sensación de encontrarte los frutos secos y cereales entre cucharada y cucharada…. ¡una auténtica pasada y además, de un tamaño descomunal! Pedazo de postre. Mis compañeras de batallas gastronómicas son dos adictas al choco y ambas coincidieron en decir que era de lo mejorcito que habían probado en su vida, no digo más. Enhorabuena Pedro, brillante, excepcional.

No he hablado del servicio, pero me gustaría destacar su amabilidad y trato. El Gras To Bar acaba de abrir sus puertas y está claro que necesitan algo de rodaje, pero para una semana de vida nuestra experiencia fue muy buena. El precio tal y como veis en el ticket fue de 58,60€ donde no figuran las cervezas, el mini-cóctel y los postres ya que Pedro tuvo la enorme generosidad y detalle de invitarnos a los mismos, cosa que desde estas líneas le agradezco públicamente. En cualquier caso y viendo en carta que los postres se movían en unos precios más que defendibles, el global del ticket seguiría guardando la que para mí es una excelente RCP (relación calidad-precio con copyright Pep Blanes).

Volveremos dentro de algún tiempo para probar la otra variante de este local: La coctelería de barra y también para ver que tal han ido evolucionando, pero estoy seguro que a Pedro Gras y a su equipo le va a ir muy bien, no solo porque se lo merecen, también porque trabajan por y para ello y su nivel de dedicación y exigencia es alto. Felicidades Gras To Pedro 😉

Restaurante DAIKICHI en Alicante

Después de nuestra reciente experiencia en el Daikichi hubo una cosa que Alfonso, José Luis y a mí nos quedó clara: Si hubiéramos nacido en Japón seríamos luchadores de sumo. ¿Por qué? Pues básicamente porque el festival de arroz y viandas típicas que nos pegamos fue de antología, de órdago, de cerezo en flor o de vaya ud. a saber… parecía “la fi del món” o que no fuera a haber un mañana. Allí celebramos la fiesta del loto, del crisantemo y hasta del clavel rojo chillón, madre del señor… ¡Que barbaridad! 😉 Una cosa es ir con hambre y otra lo que nos pasó a nosotros que sin hablarlo, nos pusimos de acuerdo para no almorzar y pegarnos un homenaje en este excelente y auténtico establecimiento de gastronomía japonesa que además, destierra absolutamente el manido postureo de otros establecimientos para centrarse en ofrecer platos y gastronomía auténticamente japonesa, que te podrá gustar mas o menos, pero que es real y cotidiana del país nipón.

En fin, con este panorama alentador y deseando probar todas esas maravillas que habíamos leído en los comentarios del grupo “Comer y Beber en Alicante”, allí que Nobita,  Takeshi y Doraemon nos fuimos y nos dispusimos a gozarlo cosa bárbara, y vaya si lo hicimos. Cuando uno entra en Daikichi lo primero que siente es un ambiente muy familiar y encuentra un localito pequeño, muy acogedor y con el aspecto de una taberna japonesa, lo cual es muy de agradecer por lo original del concepto.

Daikichi, cerveza, sunomono y hiyashi chuka

Llegué el primero y mientras mis compis asomaban, pude saludar a Meng Qi, el responsable de la sala y grandísimo anfitrión al que yo tenía también muchas ganas de conocer. Un tipo encantador, auténtico, al igual que su esposa  Mizuki, que además es cocinera allí.  Me acomodaron en una mesita para 4 con bancos y sillas y para hacer la espera más amena,  me fue servida una Asahi, una interesante cerveza japonesa y un bol cerámico de sunomono y que contenía encurtidos a la vinagreta, en este caso algún tipo de alga (no pregunté cual) y pepino muy finito. Rico. Al llegar finalmente a la mesa mis compañeros, pedimos más cervezas, en este caso también Kirin Ichiban, mas suave que la Asahi, y ojeamos la carta de mediodía, que según nos contó Meng, difiere de la de la noche porque cada una incluye lo que él denomina “un producto estrella”. La de la noche incluye sushi y la de mediodía, las afamadas takoyaki que son unas bolas del tamaño de una pelota de pingpong  hechas de harina de trigo, huevo, jengibre, algas  y trozos de pulpo. Además, se hacen a la plancha y no fritas, lo que para mí es un valor añadido. Teníamos muchas ganas de probarlas y pedimos toda la variedad que había en la carta. También y fuera de carta, vimos que teníamos la posibilidad de probar un plato de verano típico de Japón al estilo de una ensalada y allá que lo pedimos también.  Otro de los platos mas reconocidos de la carta son los donburi (que significa cuenco) que están rellenos de arroz y que encima contienen distintos tipos de ingredientes como carne, pescado, marisco, vegetales en distintas salsas.  Al igual que con los takoyaki, pedimos varios donburi y viendo la cara de circunstancias que Meng ponía repasando las cantidades pedidas, decidimos parar no fuera a ser que, incluso nosotros, maldecidos con el don de la eterna digestión , nos estuviéramos pasando. 😛

Takoyaki daikichi de sousu mayo, ponzu mayo, chili mayo, shio rayu

Lo primero que llego a la mesa fue el hiyashi chuka, que sería lo que nosotros llamaríamos una ensalada de verano fresquita. Consistía en un mix de fideos,  jamón de york, tomate, pimiento, brotes de soja y alguna verdura más, todo ello frío y regado con una deliciosa salsa con sabor a sésamo. Muy rico la verdad. Mientras dábamos cuenta de este plato, empezaron a desfilar por las mesa los platos de takoyaki. Hablo en nombre de mis compañeros si digo que son absolutamente deliciosos, nos encantaron. Las 7 bolitas que contiene cada plato, independientemente de la salsa que incluyan, tienen una cosa en común: No son nada aceitosas y sí absolutamente cremosas. No te lo esperas. Quizás porque crees que van a ser mas estilo buñuelos seguramente, que es lo que nos pasaba a nosotros. El sabor es excelente, nada fuerte y se aprecian perfectamente los trozos de pulpo. Los 4 platos que pedimos fueron Suosu Mayo (la salsa tradicional con mayonesa y copos de bonito, para mí, el mas rico de todos), el Ponzu Mayo (con salsa ponzu y mayonesa, muy bueno también por el puntito ácido que tiene esta salsa ya que suele contener lima y vinagre), el chili mayo (con mayonesa, lechuga y salsa dulce-picante al estilo de las que se utiliza para las bitterballen holandesas o el shawarma. No demasiado picantes) y por último estilo shio rayu (que incluía en su elaboración aceite picante y salsa mas picante aún), pero para ninguno de los comensales, el grado de picante llegó a ser un problema. Meng adicionalmente nos comentó que este tipo de takoyaki ahora mismo hay solo 2 sitios que lo hacen en España (y el otro está en Sitges) y ya empieza a tener clientes que van solo y exclusivamente al Daikichi a probarlo, que por cierto, se hace bajo receta casera e indicaciones a imagen y semejanza de un bar en el centro de Osaka especializado solo en ello.

Donburi Daikichi de katsudon, gyudon y oyakodon

Sin cortar el flujo de Asahi y Kirin, entraron en escena los donburi. El primero que llegó fue el oyakodon, que era de pollo y de huevo. Destacar la buena cantidad de comida de cada cuenco y en este caso, la calidad tanto del pollo como del sabor del conjunto ligado con la salsa. El arroz estaba en un excelente punto y le notamos un gustito muy agradable a pollo de corral, pollo de calidad. Luego llegó el katsudon, que es cerdo empanado. Ídem sensaciones que el pollo y una salsita muy agradable. Carne muy tierna y el rebozado muy ligero. Por último, llegó a mesa el cuenco llamado gyudon, que era de ternera con jengibre encurtido. Este cuenco nos despertó sensaciones contradictorias ya que por un lado, encontramos excelente tanto la salsa como el poder encontrar trocitos de jengibre encurtido (a José Luis y a mí nos encanta) mezclados con el arroz. Lo que para nosotros baja el listón de este donburi respecto a los otros es que la ternera, tal y como apuntó Alfonso, está hecha al vapor y se queda, bajo nuestro parecer, excesivamente seca, y como está cortada de forma lonchada y finita, pues aún se nota más seca. El sabor al igual que el resto, impecable.

Dorayaki Daikichi, yukimi daifuku, mochi, anko

Sinceramente y como he comentado al principio, estábamos hasta arriba, hasta el infinito y mas allá, y gracias a que Meng tiene mas cabeza que nosotros porque aún le habíamos pedido un cuarto cuenco con pollo crujiente marinado y le ordenó a la cocina que no lo sacara, menos mal. Claro, aún nos quedaba sitio para el postre y estando Doraemon y sus amigos en el Daikichi… ¿Cómo no iban a pedir dorayaki? Si veis este manga animado, son los famosos pastelitos que se come el gato cósmico a todas horas y es un tipo de pastel dulce japonés que consiste en dos bizcochos de forma redonda, denominados kasutera, y que están rellenos de anko, que es una especie puré dulce de judías rojas y chocolate. ¡Riquísimo! Al principio y con el primer bocado la sensación es un poco desconcertante, pero a medida que vas comiendo te gustan mas y mas. He podido ver en la fanpage del Daikichi en Facebook que los hacen caseros todas las mañanas, con lo cual aún me supieron mejor. Junto al dorayaki (que partimos en 3) también tomamos 3 yukimi daifuku, que son 3 bolitas (la cosa iba de bolitas) de helado de vainilla muy suave envueltas en una fina capa de mochi (pasta de arroz glutinoso). Vamos, una cubierta gomosa de arroz que mantiene el helado dentro a temperatura. Al igual que el otro postre, el primer bocado es curioso pero también te lo comes muy a gusto.  En fin, compartiendo con Meng una agradable sobremesa y brindando con mini-sake a los que fuimos obsequiados, llegamos al final de esta fantástica comida que todos los comensales participantes valoramos muy positivamente y que estamos deseando repetir, tanto en su versión de mediodía como en la nocturna que nos gustaría conocer. El total de la cuenta fue de 107,10€, lo que dio un coste por comensal de 34,70€. Kampai!

Alfonso, Meng, José Luis, Mizuki y Oskar