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Restaurante Alfonso o de como la sencillez se transforma en grandeza

Para mi siempre es un placer visitar Pinoso ( El Pinós) esta bella localidad alicantina del Alt Vinalopó, placer que se multiplica si además sé que voy a visitar el templo donde cocina Javier Alfonso, un cocinero innovador como pocos que está evolucionando la excelsa gastronomía local y elevándola a cotas contemporáneas a priori insospechadas. La verdad, esta visita no correspondió a ese criterio y nos pusimos en sus manos para degustar un menú, a su elección, pero de índole y corte tradicional. 
Collage Restaurante AlfonsoSomos 3 comensales. Tenemos nuestra mesita reservada en un rinconcito encantador. Atenciones, mimos, calor, cercanía y una sonrisa nos dan la bienvenida y nos acompañan hasta el asiento. Comenzamos con 3 Heineken bien fresquitas y unas almendritas marconas, del terreno, de la cooperativa del Manyan, calentitas y al punto de sal perfectas para contrastar la cerveza. Acto seguido apareció el pan: 3 bollitos suizos recién sacados del horno con su fiel acompañamiento de tomate rallado y alioli. Gozo. Conversación. Recuerdos gustativos. Magia que se unta.

Comienza el desfile de entrantes: Plato de jamón ibérico al corte. Buen punto salino, de curación, sabor a la zona norte. Siguen unas croquetas caseras de pollo extraordinarias. Bechamel perfecta. Rebozado y fritura ídem. Como la sed apremia nos recomiendan un tinto de la zona D.O Alicante que esta teniendo una acogida fantástica, el Tarima Hill de Monastrell. Un rojo rubí intenso. Olor a frutas rojas y moras, con un fondo sutil a hierba. Sabor firme con un final largo y persistente que repite las notas de moras, dejando rastros poderosos. Un acierto. Continuamos nuestro particular festín con unos tomates trinchados del terreno, su aceite ídem y mollas de capellán tostadas. Poco que decir. Mar y montaña. Historia gastronómica. Pasión y frutos de la huerta. 
Collage de entrantes en Restaurante AlfonsoSiguen pasando ante nuestra mirada atónita nuevas tentaciones, como las chuletitas de conejo rebozadas con ajetes tiernos. Un plato sutil y muy sabroso. Delicado y sorprendente. Gustoso y complaciente. Nos encantó. Acto seguido y bien escoltados por el Tarima Monastrell, encaramos el último entrante que tenía la forma de revuelto de huevos de corral con la inmejorable morcilla local pinosera y sus correspondientes croutons. Una delicia untuosa, de contrastes, de matices dulces y salados debido a la cebolla. Un desafío final que fue ampliamente disfrutado. 

Y llegamos al plato principal. Al súmum, al de la cocina del esfuerzo, de la entrega y pasión, la de los 50º de temperatura con varias capas de papel de periódico como protección, la del orgullo local, la de la gavilla de sarmiento, la del arroz con conejo y caracoles. No quiero extenderme mucho ni hacer comparativas con otros que ya tienen ‘la fama’ adquirida. Solo os diré que este arroz (y el nuestro lo era) es la prueba fehaciente de que no es ni mucho menos obligatorio ni imprescindible incorporar un marisco caro a un arroz (dígase bogavante, carabinero…) para conseguir que este sea ‘bueno’ y destaque. Ni mucho menos. Conejo, asadura, caracoles serranos, un buen ‘majao’ y mucho sarmiento convierten este plato en felicidad y transforman la sencillez en grandeza. Sublime. Espectacular. Grano perfecto (uno encima de otro). Sabor. Ración generosa. Lágrimas de felicidad en forma de sutiles granos. Silencio en la mesa. Incomparable. 
Collage Arroz en Restaurante AlfonsoTras este festival para los sentidos siguieron los postres: Rodaja de melón piel de sapo presentada y troceada, natillas con galleta y flan de huevo casero que tras la primera cucharada llevó mi memoria gustativa a la infancia y a mi madre, a su delantal y su flanera. 

Dos cafés, manzanilla y una tónica suelta y que me sorprendió: Vichy Catalán Premium Tonic Water. Indudablemente tónica e innegablemente de Vichy, pues comparte la mayoría de sus matices salinos y carbónicos.

¿La cuenta? Un auténtico lujo para el fatigado bolsillo. Despedida amable con buenos deseos para el próximo miembro de la familia que está a punto de nacer. No puedo decir que ‘volveré’, porque allí sigo. Nunca me he ido. Ni me iré. 😉

Cocer y Cantar: Risotto de funghi porcini, setas portobello y gambón

Este plato era una asignatura pendiente. Tenía curiosidad, primero por probarlo, y luego por su elaboración. Allá por febrero celebramos con unos amigos la cena del día de los enamorados en un más que recomendable restaurante italiano que hay en Benidorm, el Va Bene  y viendo como la amplia carta proponía  uno de parmesano y trufa, decidí probarlo siendo mis sensaciones muy agradables. Disfruté mucho de los contrastes de sabor y sobre todo de las texturas, porque es un arroz que «engaña». Digo esto porque puede parecer que está pasado pero nada mas lejos de la realidad. En fin, el tiempo fue pasando y mi mujer de vez en cuando me insinuaba que intentara hacer un risotto y este verano me animé. La verdad, para ser la primera vez no salió del todo mal la cosa y después de varias elaboraciones posteriores, el arroz ya sale bastante mejor. Las posibilidades de combinar ingredientes son muy amplias, pero en el que elaboré este fin de semana me decanté por lo los que os muestro a continuación:

Ingredientes para el risotto (3 x personas):

  • 50 g de mantequilla
  • 1 Taza de arroz normal, del que gastarías para una paella por ej. (nada de basmatis ni precocidos)
  • 1 cebolla pequeñita
  • 15 g de funghi porcini desecados (son Boletus Edulis o Ceps envasados al vacío previsamente deshidratados)
  • 6 setas portobello
  • 12 gambones congelados
  • 1 vaso de vino blanco
  • Un poquito de morralla para elaborar un fumet
  • Sal al gusto
  • 1/2 cuña de queso parmeggiano
  • Un chorrito de aceite de trufa (para finalizar el plato)
Bien, comenzaremos los preparativos picando tanto la cebolla, como las setas portobello (que son parecidas a un champiñon, pero con un sabor más original y acentuado), pelaremos el gambón, dejándolo en la medida de lo posible limpio del intestino y al que le haremos un corte longitudinal en la parte superior (tal y como hacen los asiáticos) para que a la hora de hacerlo , aumente su volumen. Lee el resto de esta entrada