COCOROCÓ Restaurante en el Hotel La Serena de Altea

La verdad, llevábamos mucho tiempo con esta visita planeada en la cabeza pero por distintas circunstancias, siempre se había ido retrasando, hasta que por fin, el pasado fin de semana la pudimos hacer realidad. Es curioso porque vivimos relativamente cerca del Hotel La Serena, enclavado en una de las zonas mas bonitas y tranquilas de la vecina Altea, pero todavía no lo conocíamos. Este hotel, con un encanto espectacular, con un diseño alucinante que conjuga modernidad con habitabilidad rural y con un interiorismo perfectamente definido en una construcción desde cero que aprovechó materiales cerámicos y estructurales junto a hormigones cálidos, hierro casi sin tratar, maderas naturales y espacios llenos de luz con mobiliario simple que se aleja del minimalismo, dispone de un coqueto y preciosista Restaurante llamado Cocorocó

Fachada del Hotel La Serena

¿Porqué Cocorocó? Pues para saciar nuestra curiosidad, me cuentan que al igual que esta onomatopeya del canto del gallo, es una invitación a despertar nuestros sentidos gracias a la gastronomía que allí se practica. Toda una declaración de intenciones porque la curiosidad no es lo único que queríamos ‘saciar’ esa noche y que, como ahora veréis, se fue refrendando a lo largo de un menú muy original.  Tras presentarnos, conocemos a los propietarios del Hotel, Elia Albert y Javi Blasco. Elia, que a parte de una cordial y encantadora anfitriona, es una farmacéutica que un día decidió liarse la manta a la cabeza y cumplir sus sueños dedicándose por entero a colmar de atenciones a sus clientes y a Javi Blasco, su pareja y alma mater en la cocina, que es un notable diseñador gráfico que hace un par de años se dio cuenta que lo que verdaderamente le llenaba el alma era cocinar y ver como los platos que servía volvían a la cocina ‘limpios’ y tal y como nos contó en la agradable tertulia que mantuvimos en la sobremesa de infusiones,  «llegué a preguntarme que narices hacía yo diseñando logos«. No me lo tiene que contar, lo sé. Sé como de poderosa es la pasión gastronómica y hasta que punto puede llegar a arrastrarte. Javi es feliz cocinando y también es feliz viendo como disfrutan los clientes, y eso amig@s, la única moneda equivalente que admite es amor.

Social Table, Cocorocó y Aceite con grissinis de bienvenidaEl Cocorocó es un Restaurante Slow Food y KM0, esto básicamente significa que en la comida y menús que se elaboran, se le da total importancia a una filosofía de tranquilidad y bienestar hacia el cliente, el equilibrio nutricional en las propuestas y a la selección de productos a pequeños productores de la zona, que lo mimen y si es posible, que sean ecológicos. Dentro de la oferta de Cocorocó se incluye la posibilidad de cenar a la carta con platos de producto de temporada que cambian frecuentemente, también un Menú Degustación que si no recuerdo mal está valorado en 40€ (sin bebida incluida) y también, una de las propuestas más original que habíamos escuchado en tiempo y con la que finalmente nos quedamos: The Social Table. La mesa social o ‘Social Table’ es una cálida mesa alta situada en un rinconcito muy acogedor, toda de madera, con cómodos taburetes de tamaño medio, con una capacidad limitada y en la que te puedes sentar sin reservar ni avisar. Puedes abrir mesa, incorporarte o cerrarla, con tus amigos o simplemente para coincidir con mas personas a las que no conoces. Esta propuesta está disponible desde las 6 de tarde hasta las 10,30h y en ella Javi Blasco, el chef, elige 5 platos de temporada y un postre a su criterio por un precio por persona que ya de entrada resulta extremadamente tentador y atractivo: 19€ (sin bebida incluida).

Pues a socializar se había dicho… ¡Que hambre teníamos! Allí que nos sentamos para dejamos llevar (y aconsejar) en un viaje gastronómico que iba a resultar toda una sorpresa. Para empezar, Elia nos obsequia con unos grissinis caseros de masa madre con pipas elaborados por ella y que van acompañados por un aceite ecológico del terreno condimentado con especias y pimentón picante de La Vera. Unas estilizadas y acertadas tentaciones para ir abriendo el apetito y que nos iba dejando en la lengua el agradable recuerdo afrutado del aceite, la calidez del retrogusto del sabor del pan casero del grissini y un simpático final picante gracias al pimentón que cumplía con su cometido e iba estimulando nuestras papilas gustativas. Elia vuelve para ofrecernos un vino blanco que ella considera apropiado para nuestra experiencia Social Table, se trata de un Mantel Blanco con D.O. Rueda al que inmediatamente le dimos el ‘Si, Quiero’. El Mantel es un blanco verdejo sin crianza de las Bodegas Álvarez Díaz que está francamente bueno y que además, nos sirven copa a copa para mejorar su refrigeración y que siempre esté a la temperatura óptima. Poco puedo añadir de este tipo de vinos tan ‘fáciles’ de ingerir y diseñados para el disfrute, salvo que destacó de forma sobresaliente la intensidad frutal y los recuerdos cítricos, si bien mantiene una acidez muy equilibrada y que en boca deja un recuerdo muy sabroso.

Selección de pan casero hecho del día, ensalada, croquetas y alcachofa

No sé si lo he comentado, pero somos 2 personas, mi pareja y yo, las que cenamos.  Apurando los grissinis y empezando a paladear el vino, empezó el desfile de belleza y sabor 🙂 El primer plato con el que nos obsequiaron (para compartir) fue una atractiva Ensalada de brotes, carpaccio de hinojo, germinados de alfalfa, tomate raff y crema de queso azul. Un plato cuya composición visual resulta impecable y que en boca resalta de manera sobresaliente. Una acertadísima combinación de elementos vegetales sin duda. El poder y contundencia del hinojo que ve limitada su fuerza al estar presentado en fino carpaccio, complementa perfectamente con el germinado de alfalfa que, junto a los brotes, aporta mucho frescor al plato y algunas tímidas notas de clorofila. El tomate por su parte abraza todo el conjunto con carnosidad, jugosidad y el punto afrutado de hierba húmeda, dejando que la crema de queso azul ejerza de nexo con la totalidad de elementos pero que no superponga su sabor ni enmascare el del conjunto con su potencia, y esto es así gracias a que esta crema está lo suficientemente trabajada previamente y se ha ajustado la fuerza natural de este queso.

Mientras disfrutamos de la Ensalada, Elia nos trae la selección de pan que el menú Social Table incluye: Pan Blanco, Pan de Espelta y Triticum Dicoccoides, grano originario de Mesopotamia. Elia elabora personalmente los panes el mismo día y es toda una eminencia en la materia porque además, comenta que viaja impartiendo formación a otros restauradores sobre la materia. Solo puedo decir que su pan es absolutamente alucinante. Además, para acompañar los panes, nos trajo a la mesa unos platitos y una botella de AOVE de Intercoop de Castellón Milenario y que está hecho con aceitunas procedentes de olivos, efectivamente, que tienen mas de mil años. Sabor e historia en estado puro. Creo no poder describir con palabras lo que sentí al mojar un trozo del pan blanco de Elia en ese néctar viscoso de dioses. Un pan de masa madre, de sabor intenso, esponjoso como deberían ser las nubes, jugoso, con una corteza enharinada de dureza perfecta y un punto crujiente que desató un festival en mis glándulas salivares cual perro de Paulov. Arte empapado en lágrimas verdes. Sencillez elevada a lo exquisito.

Llegan 2 croquetas que prometen. Son de morcilla pinoñera y manzana. Grandiosas, de vicio. El interior de la croqueta está jugoso y aunque la manzana no aparece por ningún lado, su dulzor si que está presente equilibrando la intensidad de la morcilla. Además, queda patente un sabor a mantequilla, mantequilla de verdad, de la buena, y eso en una croqueta es algo que nunca debe pasar desapercibido y en este caso no lo hace. Me comentan que están trabajando para aligerar el rebozado y que pierda grosor y rigidez, algo que acabaría de redondearlas. Además, también se nota en el sabor que estas croquetas están fritas en AOVE y no en girasol. Detalles que marcan diferencias. 

El siguiente plato es una alcachofa al horno rellena de manitas de cerdo y pimentón dulce. Estamos en plena temporada de alcachofa y es un acierto incluirla en el menú. A priori, podría parecer un tanto arriesgado el rellenarla de manitas pero en la boca, un matrimonio de sabor totalmente armónico despeja cualquier duda. La carne deshuesada de la manitas, su punto de cocción y aliño, prolongaba naturalmente la deliciosa astringencia de la mejor de las flores comestibles. Un acierto de plato al que le sobran los pétalos comestibles que ejercen de apoyo a la decoración. No es necesario. Es un gran y original plato.

Magret de pato, Pulpo braseado y Almoixábenas

Tras al alcachofa continuaron los Mar y Montaña. Como cuarta propuesta, pudimos gozar de una patita de pulpo braseado de la bahía de Altea, escoltado por una crema de boniato y un rico puré de patata violette. El pulpo, que previamente había ‘sufrido’ una cocción en agua del mar y después, había sido marcado en plancha, tenía una textura gelatinosa asombrosa, insólita. El mar en la boca. Excelente también la elección de la patata violette para oficiar de guarnición y muy inteligente el cremoso de boniato porque ejerce de contrapunto dulce en el plato. Ni un pero. Impecable.

El colofón del menú lo puso un magret de pato con confitura de pétalos de jazmín y reducción de monastrell. Lo primero a destacar era el tamaño de los trozos, que creo que representaban el grosor exacto de como se debe servir un magret. Aquí destacaría sobremanera que a pesar de que visualmente parecía que al magret le faltaba un punto y que quizás estaba excesivamente crudo, esto no era así y la carne estaba en su punto y además, caliente. Toda la pieza estaba braseada y un adictivo crocante de su grasa tostada hacía el crontrapunto perfecto a la delicadeza de la carne interior, que se cortaba cual mantequilla tibia. Muchísimo sabor y cantidades generosas, no solo en este plato, sino en la totalidad del menú. La fusión del magret más la confitura más la reducción de monastrell generaban un bocado de amplio recorrido dulce en boca que rápidamente era compensado gracias a la ligereza de la monastrell, la delicadeza del jazmín y la untuosidad magra de la grasa tostada. En este plato yo ampliaría la cantidad de reducción y limitaría la de confitura, creo que la prueba en boca lo corrobora firmemente. 

En cuanto al postre, igualmente casero, fue un semifrío de vainilla de tahití con viruta de chocolate puro y almoixàvena. La almoixàvena es una masa dulce similar en textura a la de un profiterol (salvando las distancias) de la época árabe que ha perdurado en nuestros tiempos y que se solía preparar todos los jueves de Cuaresma. Elia, que hace magia con las harinas, las hace buenísimas y se incorporan al semifrío de vainilla, que tenía una cremosidad muy acertada. Yo personalmente noté este postre un tanto carente de dulzor, y según me comentaron, son comedidos con la incorporación de azúcar (por aquello del equilibrio en el menú). En mesa sugerí que para incorporar dulzor de forma natural, una forma podría ser añadir una espiral de miel de naranja, como la que hacen en la vecina Callosa d’en Sarrià y que está tan rica. Creo que la incorporación le aportaría a este postre mucho valor añadido. Muy rico.

Fin. Estábamos hasta arriba. El menú había seguido su progresión a muy buen ritmo. Con dos infusiones dimos paso a la sobremesa, de Rooibos con vainilla y de jengibre con limón, ambas de comercio justo, lo cual siempre es una buena noticia y de agradecer. Estaban riquísimas, deliciosas y aún conservo en la memoria el agradable ‘picor’ del jengibre y sobre todo, su aroma característico junto al cítrico. En ese momento y con menos gente, mantuvimos con Elia y Javi una agradable tertulia donde nos contaron un montón de detalles y anécdotas del establecimiento, ya que 8 años han dado para hacer muchos amigos en La Serena y desde esa noche, ya cuentan con dos mas. En cuanto al precio, el total de los 2 menús Social Table más el vino y las infusiones fue de 57€, que tras todo lo narrado en este post,  puedo concluir que está francamente muy bien.

Volveremos y no lo haremos solos, llevaremos a buenos amigos. No porque sea un sitio precioso con encanto, no porque los platos sean innovadores y el reflejo de un buen trabajo, no porque utilicen producto sin tratamiento químico y local, no porque los propietarios sean agradables y hagan de tu estancia algo tan confortable como estar en casa. No. Lo haremos porque a la gente emprendedora, que pone pasión en lo que hace, que cree fuertemente en su proyecto, que se desvive por cuidar a los demás y que siempre tiene la cabeza puesta en como mejorar la experiencia de sus clientes, hay que apoyarla si, si o si.

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Publicado el 21 enero, 2014 en COMER, BEBER Y AMAR, VISITE NUESTRO BAR y etiquetado en , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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