Retorno a EL CLUB DE LA CERVEZA de San Juan (playa)
Publicado por Oskar García
¡Que ganas teníamos! La verdad, estábamos deseando tener la oportunidad de regresar a El Club de La Cerveza, saludar a Vero y Toni junto al resto del equipo, y disfrutar de una sensacional comida de pascua que nos habíamos ganado. Fue un día especial, muy especial, ya que el viaje a Playa de San Juan lo íbamos a hacer en TRAM para que los peques subieran por primera vez al tren y sintieran la emoción de su primer paseo. La verdad, ellos se emocionaron pero casi que nosotros mas por ver sus reacciones y caritas de ilusión ante todas la novedades. El caso es que, con un poquito de antelación frente la hora prevista, nos presentamos en El Club, básicamente para que los niños pudieran comer antes pero no supuso ningún problema y nos recibieron y acomodaron con total amabilidad, buscando además una ubicación idónea donde pudiéramos ponernos los cuatro adultos y los 3 niños y sus respectivos carros que ocupan lo suyo. La verdad, un acierto de sitio ya que estábamos al fondo del local, con amplitud y encima nos facilitaron acceso vía una puerta anexa al patio interior del edificio donde hay una zona ajardinada ideal para que los críos pudieran campar a sus anchas. Chapêau por el nivel de atención y detalle.
Nivel de atención y detalle que no decayó en ningún momento de la comida y he de decir que conociendo a Vero y Toni, no es algo que hagan de forma excepcional, es algo de lo que realmente se preocupan y que cuidan, así consiguen que la sensación de estar en buenas manos que uno tiene desde que pone el primer pie en el establecimiento sea notable. Mención también para el magnifico equipo de sala que este sitio ha conseguido reunir: Gente trabajadora, detallista y además, se percibe muy buen rollo y piña como luego me corroboró Vero y Toni en la pequeña sobremesa que tuvimos. Me alegro de que esto sea así ya que tan importante como la cocina es el saber estar en sala y atender a los clientes. En el capítulo de comida íbamos abiertos a las opciones que quisieran proponernos o fueran surgiendo, sin nada prefijado. Eso sí, a los pequeños les encargamos dos raciones de arroz melosito y Vero nos sugirió el hacerles un a banda con esa textura… ¡Menudo acierto! Tan acierto como que terminamos los mayores pidiendo el mismo arroz para comer de lo que nos gustó. Además, acompañó la comida de los peques junto con nuestra cañas iniciales con unos pinchos de jugosa tortilla con salsa brava y unos divertidos conos tipo helado de pasta coloreada en distintos tonos como guiño a los mas pequeños rellenos de una salsa supreme con trocitos de setas que les encantó (y a los papis también porque estaban deliciosos). Como teníamos claro el plato principal, fuimos marchando los entrantes y estos fueron: fondue de camembert con confitura, sensacional. Se trata de rebozar varias veces una pieza entera de este tipo de queso y llevarlo el tiempo exacto a la freidora de forma que cuando llega a mesa, el personal de sala corta la tapa y el queso está calentito y con textura cremosa con lo que ir untando biscotes y coronarlos con un poco de confitura se convierte en un acto repetitivo contra el crono ya que el tiempo no juega a favor por ir endureciendo el queso al irse enfriando. En cualquier caso, no sobra nada del plato ya que aunque se quede frío, las partes fritas (tapa y paredes) están igualmente deliciosas.
También pedimos a modo de entrante Las Bravas del Club y he de decir sin ningún tipo de pudor que son las mejores patatas bravas que he comido nunca y es una afirmación que sustento en varias razones: En primer lugar, se utilizan patatas frescas y no patatas congeladas. Estamos hablando de patatas cortadas manualmente y laminadas al estilo chip de churrería, con un diámetro y un grosor muy fino. Hablamos de que están confitadas al punto en un buen aceite de calidad, y por último, hablamos de una salsa allioli, pero sobre todo brava, acertadísima. La salsa brava debe de picar, evidentemente, y esta lo hace, pero lo hace de un forma tan sutil que el picor que deja es tremendamente elegante y sabroso, en su justa medida (y esto lo dice un tipo al que le encanta el picante). Por si todo esto fuera poco, es un plato que te comes en dos texturas: Por un lado nada mas te las sirven, las patatas mantienen su forma crujiente y durita, pero también, a medida que va pasando en rato (si consigues aguantar sin comértelas todas) la salsa, al ser finitas, las va ablandando y no deja de ser muy agradable el comérselas así también. Es como los bolis BIC, con dos texturas a elegir 😛
También y como entrante llegó a mesa un riquísimo calamar a la plancha con un presentación excepcional y muy atractiva: Estaba seccionado en anillas y enrollado sobre si mismo ayudado por el calor de la plancha. Sabor impecable y tamaño generoso. Como último entrante elegimos unas raviolis de carrillera con una reducción de salsa al vermouth. Este plato lo pedí expresamente porque tuve la suerte de probarlo en la comida aniversario del grupo Comer y Beber en Alicante (CYBEA) que celebramos allí y me encantó. No defrauda, al contrario, conquista inmediatamente. Carrillada masetera desmenuzada y envuelta en una finísima lámina de pasta que es acompañada con una salsa dulzona aromatizada con vermout tremendamente adictiva, coronando todo el conjunto con unos microdados de manzana verde… ¡sensacional!. Melosidad, cremosa sensación en boca y untuosidad. Un gran bocado del que es muy difícil no repetir.
Tras los contundentes entrantes llegó a mesa el arroz, un meloso a banda (muy original) que previamente se le había servido a los peques y que nos había gustado mucho. La verdad, la evolución que ha tenido Vero con los arroces es digna de mención: Se propuso mejorar este importante capítulo en un restaurante al lado de la playa y vaya si lo ha conseguido. Nuestro arroz salio ‘teset’ como a mi me gusta, es decir, con el grano mas durito que blando, con un fondo de mar impecable, si bien yo lo noté carente de algo, quizá un punto extra de sal, pero fue una percepción únicamente mía porque al resto de los comensales les pareció perfecto, así que seguramente el que tiene el paladar ‘atrofiado’ soy yo (mas de lo habitual digo) :D. El arroz se hizo en caldero y se presentó en platos quijotescos que engañan bastante porque parece siempre que hay menos cantidad arroz de la que luego te sirven y salen raciones muy generosas.
Con el hueco justo para respirar y dejar caer algo dulce pedimos a sala un variadito de postres para cuatro personas y fuimos premiados con un gran plato que contenía un hojaldre de manzana con bola de helado, una porción de tarta ‘Muerte por chocolate‘, una porción de tarta de queso y arándanos y un trozo de flan de queso. Todos sensacionales, y si me tengo que quedar con uno (a pesar de que el chocolate intenso no me vuelve loco en exceso) lo haría con ‘la muerte’: Un gran postre, un bocado goloso y esponjoso. No pedimos cafés y mientras nos llegaba la cuenta, fuimos obsequiados con un rico y fresquito mini sobrete de mojito. Por desgracia no hubo tiempo para tomar uno de los gintonics que prepara Toni ya que los niños con las cometas reclamaban nuestra atención porque la tarde era ideal para hacerlas volar en la playa. Lo dejamos en la lista de ‘pendientes’ para otro día sin duda. El total de esta comida para 4 adultos + 3 niños fue de 133,50€ (33,50 p/p aprox.) Un precio sensacional si al festín gastronómico le sumo todas las atenciones, detalles y gestos que todo el equipo del Club tuvo con nosotros desde el principio hasta el final. Mi enhorabuena a esta gran familia 😉
Publicado el 16 abril, 2015 en COMER, VISITE NUESTRO BAR y etiquetado en bravas, el club de la cerveza, playa, san juan. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
Deja un comentario
Comments 0