PINTXO KALEA en San Juan (Playa)

Tantísimas veces referenciado (y reverenciado) en Comer y Beber en Alicante (CYBEA) teníamos muchas ganas de conocer el Pintxo Kalea (ubicado en TorreGolf), el establecimiento que dirige desde la cocina Diego López y su esposa Vanesa en sala, así que un domingo de abril fue el día elegido para quedar con amigos y disfrutar de todo lo que este establecimiento puede ofrecer. Nos reunimos 6 adultos y 4 peques. Lo primero a destacar es, precisamente, que si vas con niños, el Pintxo Kalea es un establecimiento más que recomendable ya que posee delante de su fachada principal, un inmenso parque con dos zonas de juegos infantiles, y por si esto fuera poco, en el lateral del mismo tienen instaladas una amplia variedad de atracciones para los mas peques dígase toboganes, piscina de bolas, camas elásticas (muchas)… vamos, que desde luego los niños no se van a aburrir y a los padres les va a facilitar muchísimo el disfrutar de su comida.

Txuleton, carta, mesa y atraccionesUna vez allí y gentilmente acomodados en una amplia mesa al lado de un gran ventanal mediante el cual podemos supervisar a los nenes, me acerqué a saludar a Diego pues no lo conocía en persona y siendo ambos profe ‘virtual’ y alumno respectivamente del Máster en Dirección de Restaurantes y F&B Hotelero de la Universidad de Alicante no podía por menos que desvirtualizarlo. Diego, magnífico anfitrión, me enseño su estupenda cocina donde destaca un elemento fundamental (como luego comprobé) en la cocina del Kalea: La Parrilla. En ella tenía un arroz al que estaba dándole los últimos minutos de cocción a la brasa (sensacional) y en ciernes un txuletón a punto de entrar al quite que estaba pidiendo fuego literalmente, fuego de leña de encina por cierto que aparte del componente calorífico le aporta a los alimentos un aroma único. En fin, con la siempre agradable visión de una cocina limpia y bien organizada volví a la mesa donde al mismo tiempo que las cartas, llegaron unas olivas de aperitivo así como unas láminas de cecina de wagyu cortesía de la casa que ayudamos a engullir con unas heineken heladas con un frío perfecto. Riquísima la cecina. De una carne extraordinaria solo puede salir una cecina extraordinaria. Muy sabrosa, perfectamente infiltrada de grasa. Yo soy hijo de leonés y he comido mucha y buena cecina y a mi personalmente lo que siempre me gusta es añadirle un buen chorro de aceite de oliva de prensado en frío (arbequina, picual o coupage) que la potencie, aunque también entiendo que este aspecto lo dejen abierto a criterio del comensal. 

cecina de wagyu y plato infantilPedimos antes que nada para los peques. El restaurante dispone de platos preparados expresamente para ellos donde se puede elegir una variedad tipo pechuga empanada, bacalao, hamburguesa, etc… todos ellos acompañados con patatas fritas. Es una gran opción que demuestra preocupación porque porque por el hecho de ser niños, muchas veces algunos establecimientos pecan de dejadez y es complicado adaptarles algún menú. Nos alegró comprobar que en el Pintxo Kalea sucede todo lo contrario. Para elegir la comida nos dejamos en parte aconsejar por el atento personal de la sala y también por nuestra intuición, aunque esto cuando es una comida de varias personas en un sitio en el que nunca has estado es siempre es una responsabilidad, además, el establecimiento dispone de una amplia y alargada (literalmente) carta en la que es difícil que alguna opción no te llame la atención.

pintxo solomillo, vieiras, croquetas cabrales, balacao y asado gourmetLos platos por los cuales nos decantamos fueron los siguientes: Por un lado, un pintxo (finger food) de solomillo de cerdo con cebolla caramelizada y confitura que destacaba por el contraste de sabores pero sobre todo porque la absoluta ternura de la carne. También pedimos un plato que me habían aconsejado comensales que ya habían pasado por aquí: Las croquetas de cabrales. Sinceramente, sensacionales. Tienen un tamaño perfecto, sabrosa untuosidad, acertada cantidad de queso, textura láctica muy equilibrada que no entra en una ‘bechamel pura’ y respeta la armonía del conjunto. Se acompañan de unas finas tiras de caramelo de módena. Aquí como en todo, habrá fans y detractores, yo he de decir que funciona muy bien como contrapunto no excesivamente dulce, haciendo que todo el conjunto en boca se convierta en un bocado exquisito. Otro de los platos que pedimos a modo de entrante fueron unas vieiras sobre espencat y polvo de chistorra. En este plato destacar varios aspectos originales: Por un lado el polvo desmenuzado de chistorra que hacen de cúpula y aportan su sabor característico y por otro, la terminación del plato en brasa ya que esto último le aporta un aroma espectacular. No solo a este plato. Me dio la impresión que ese aroma es el sello de identidad de la casa pues estaba presente en muchas de las elaboraciones que probamos, como el último de los entrantes (no hice foto), unas mollejas de cordero con ajetes absolutamente memorables. Tiernas, jugosas y cómo no, con un destacable aroma a ahumado que les daba un punto extra. Sensacionales.

En cuanto a los platos fuertes y tras dejarnos aconsejar (mas que nada por las cantidades), pedimos dos asados a la leña gourmet consistentes en un plato con varias piezas de carne y embutido con solomillo buey, chuletitas de cordero lechal, txistorra, solomillo de cerdo y algo así como un chorizo criollo (aunque en la carta anunciaba morcilla de Burgos). Ambos platos iban acompañados por patatas fritas caseras y pimientos del padrón. Todo de gran calidad y aromatizado con la brasa de encina. Por otra parte, uno de los comensales que tenía el estómago no muy allá solicitó como plato único un pechuga de pollo a la plancha/brasa, pero nos comunicaron que no podía ser y como opción se planteó la de un trozo de bacalao brasa sin ningún aderezo especial, y se dio por buena. No probé el bacalao pero la persona que lo comió me aseguró que estaba exquisito, sublime y que además, también tenía el aroma oficial de la casa, ese ahumado tan peculiar como ingrediente invisible de los platos. La foto del bacalao lo dice todo y por la pinta yo diría que era de mucha calidad, probablemente de la variedad skrei.

Flan de naranja y ahivalaostiaTras dar buena cuenta de las carnes y pescado, pasamos al capítulo de la dulzura, y en este caso, he de reconocer que muy influenciados por las excelente referencias que tiene el flan de naranja. Ante tal ‘presión’ había que probarlo si o sí, pero además, el resto de comensales también se decantó por la variedad, así que terminamos pidiendo cuatro postres distintos. Mi mujer pidió el flan de naranja con caramelo de moscatel y he de decir que su fama es mas que merecida. Es un bocado goloso, de esos que cuando pruebas una vez sabes que no vas a poder parar de seguir comiendo. Tamaño generoso. Una textura también muy peculiar que se mueve entre tocinillo de cielo y el flan. Toques de naranja amarga en la base y toda la cucharada en boca junto al caramelo de moscatel pura lujuria. También de un tamaño considerable fue mi ración de ‘Ahiválaostia‘, que no es ni mas (ni menos) que una torrija de pan brioche con membrillo (pero yo la pedí sin), taquitos de queso Idiazabal, miel y una bola de helado de patxaran. Contundente y un contraste de sabores considerable, un postre muy potente en el que yo aportaría una pequeña sugerencia: Sé que es complicado, pero presentaría el brioche menos alargado y si con mas grosor muy infusionado y con el mínimo rebozado, lo que lo haría mas jugoso y eso dejaría a la torrija con una textura menos compacta y mucho mas esponjosa y creo que en líneas generales todo el postre ganaría. Consideraciones aparte me merece el helado de patxaran: Brutal. Extraordinario. ¿Sabe a patxaran? Si ¿Sabe mucho? Lo justo y necesario. Las notas anisadas de la endrina presentes sin saturar… Lo digo y repito: Sensacional. 

Tarta queso, Chocolate y TicketLos otros dos postres fueron una tarta de queso mascarpone y albaricoques que pude probar y estaba cremosa y deliciosa, y también, una crema quemada de chocolate y helado (esta última no la probé) que tenía muy buena pinta y que estaba presentada de forma muy original. Ambas raciones generosas. También pedimos unas bolas variadas de helados para los niños que no hacían mas que entrar y salir de la zona de juegos. Cafés e infusiones pusieron el punto final al festín gastro. Como decía, durante toda la comida los niños estuvieron entrando y saliendo del restaurante y disfrutando de la zona de bolas y camas elásticas a lo que os preguntaréis… ¿Cómo pudisteis comer tranquilos los papis? Muy sencillo, porque en la zona infantil de Pintxo Kalea hay un angelito en forma de chica que se llama Juliana que hace una labor FANTÁSTICA: Está con ellos, los supervisa, procura que se diviertan, avisa a los padres de cualquier incidencia, lloro, cuando el crío se cansa, vamos, maravillosa y desde estas líneas quisiera agradecerle lo bien que se portó con todos los niños y en especial con mi hijo ya que aunque ella no estuviera en la sala ni en la cocina, su función me resultó igual de importante (o más) para contribuir a que mi experiencia gastro en el Kalea fuera excelente. La nota de esta comida para 6 adultos + 4 niños fue de 216,20€ (36€ p/p aprox.) donde la casa tuvo el detalle de invitarnos al aperitivo de cecina así como a las bolas de helado que pedimos para los pequeñajos, cosa que desde estas líneas les agradezco. Mi enhorabuena a Diego y Vanesa, volveremos en cuanto podamos 😉 

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Publicado el 21 abril, 2015 en VISITE NUESTRO BAR y etiquetado en , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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