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La Mary Restaurante en Alicante

Visita ayer al nuevo local de la calle Castaños La Mary Restaurant Alicante. Agradecer antes que nada a su equipo gerente la amable invitación que tuvieron con nosotros y el trato cordial que nos dispensaron en todo momento. Debo decir que este establecimiento es una franquicia, pero si pensamos en él como tal, quizás nos estemos equivocando ya que tanto en decoración como en ubicación y sobre todo en carta, realmente uno cuando está allí no piensa en las características colaterales de una franquicia dígase ‘paquetizado’ o ‘envasado y manufacturado’. No digo que no se trabaje así, sino que al menos ayer, a mi no me transmitió esa sensación. Nos comentaron que tienen local en Murcia y que también están trabajando en 7-8 grandes ciudades de España.

Una vez en mesa podíamos pedir 2 entrantes, un plato principal y un postre. Para beber pedimos 3 cervezas y nos sirvieron Estrella de Levante, que es con la única que trabajan. La carta es variada sin ser excesiva y lo que mas llama la atención es que el precio medio de los platos está pensado y adaptado a nuestra realidad económica actual, y no solo la carta, también manejan un menú de diario (solo mediodía) establecido en 9,95€ iva incluido y que permite elección entre 7-8 referencias de primero, segundo y postre.

Los 3 miembros de la mesa pedimos un carpaccio de ternera con parmesano y rúcula (7,90€) que estaba bastante bueno, un tataki de atún con salsa de mango y aguacate que llego a mesa a temperatura optima y cuya relación calidad-precio en carta estaba bastante ajustada (9,95€) y también fuimos obsequiados por parte de Gustavo Mira (el gerente) con unas tiras de pollo con salsa de ajo y tikka-masala (6.45€) que nos comentó que eran unos de los platos con mas tirada de la casa. Estaban muy ricas ciertamente. Como plato principal mis compañeros tomaron fideos estilo yakisoba con secreto ibérico y verdura (8.95€) que para mi gusto estaban un pelín dulces y demasiado cocidos y yo tomé un risotto de ceps y parmesano (8,50€) que fue bastante abundante y muy correcto de sabor. Los tempos de todos los platos en mesa fueron perfectos y no hubo esperas largas y eso que era el primer día y la sala empezaba a ponerse a tope.

Local y entrantes

En cuanto a los postres pedimos chocolate por un tubo desde luego: Copa para fanáticos del chocolate (4,50€) con mogollón de chocolates en diversas texturas y helado de chocolate blanco, un coulant de chocolate con crema inglesa (4.25€) y un Tim Baon que es un plato con una base de chocolate, helado de turrón y crema catalana caramelizada por encima (4.30€)… ¡Menudo choco-festival! Un té adicional (solo yo) y nos despedimos del local dando las gracias y prometiendo volver a visitarlo porque tanto por precio como por propuesta, creo que merece la pena. Como he dicho al principio, fuimos invitados pero si hacéis los cálculos veréis que nuestro tiquet medio a la carta fue de 22/23€, un importe muy correcto.

Principales y postres

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La calle es infinita, la calle es invisible.

Lo es. Les oímos y también les tememos mucho tiempo antes de que se crucen en nuestro camino. Están en el último peldaño que conduce a una terrible y definitiva locura de donde creemos que ya jamás se regresa. Son hombres y mujeres en el último eslabón de la cadena de un adiós, de una despedida en forma de indigencia. Sus ojos vidriosos y alucinados nos causan pavor. Sus gritos y espavientos nos amedrentan haciéndonos temer una agresión física. El lenguaje soez, blasfemo, ininteligible que arrojan es el heraldo de su derrota definitiva. Seres hundidos en miseria y en degradación, cuyas almas perdidas van pregonando el suicidio social al que se han visto sometidos y al que sin duda, todos nosotros hemos contribuido.

¿Llegaremos cualquiera de nosotros a ese extremo algún día? El día de la embriaguez permanente, donde el alcohol ya no es suficiente y se necesita una completa inmersión en la borrachera constante y desgarradora para de una maldita vez, intentar conseguir cicatrizar las heridas que han sido abiertas por nosotros mismos. Los que no tienen la capacidad de adaptarse, porque así lo perciben, caminan lentamente, a ratos indiferentes, otras veces súbitamente contentos, sintiendo que nunca serán testigos de cómo se pierden los últimos lazos de calor humano. Desertores de los otros, a veces huyendo dolorosamente de amores o situaciones imposibles, acarrean los ecos de reproches para esparcirlos junto a las cenizas de lo que fue su última propia parodia, para continuar su camino errantes sin un lecho donde dejarse caer, negándose desesperadamente a aceptar la más terrible de todas las perdidas: la resignación.

No somos conscientes de la humillación que infringimos con nuestra ignorancia, convirtiendo a seres de carne y hueso en invisibles. Ni una negativa verbal, ni un gesto disuasorio, ni una mirada. Lee el resto de esta entrada

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